El negocio de la sanidad
"El hecho es que el Consell, de una manera u otra, est¨¢ sacrificando el Estado del bienestar en aras de conseguir el objetivo del d¨¦ficit que se le ha impuesto desde el equipo econ¨®mico de Mariano Rajoy"
La propuesta que dio a conocer el viernes el Consell para mejorar la eficiencia en la gesti¨®n de la sanidad p¨²blica es, como poco, inquietante. El proyecto, presentado como un intento de racionalizar servicios que, de hecho, ya est¨¢n privatizados en los hospitales y que son tan dispares y dis¨ªmiles como las resonancias magn¨¦ticas, las comidas que se sirven, la limpieza de los centros o los servicios de ambulancias, tiene como objetivo ahorrar 263 millones agrupando todos esos servicios bajo un ¨²nico gestor, dejando las prestaciones asistenciales sanitarias a cargo del sector p¨²blico. Una loable idea si no fuera porque de inmediato surgen numerosos interrogantes. El plan, tal y como se expone desde el Consell, consiste en reprivatizar lo ya privatizado para hacerlo m¨¢s eficaz porque, se entiende, el actual modelo no funciona todo lo bien que debiera. Si es as¨ª, ?por qu¨¦ se pretende profundizar en el mismo? ?Qu¨¦ garant¨ªas hay ahora que no existieran antes de que va a ser eficaz? ?Qu¨¦ va a pasar con las actuales concesiones, adjudicadas de acuerdo con unas condiciones que deben estar vigentes? ?Van a aceptar resignadamente agruparse en un ¨²nico gestor que les diga c¨®mo tienen que hacer su trabajo? ?Los actuales concesionarios est¨¢n cobrando por sus servicios m¨¢s de lo que debieran y por eso resultan tan caros? ?Qu¨¦ hace la Consejer¨ªa de Sanidad? Son muchas las cuestiones que no aclara el Consell y que no se responden con vagas comparaciones al modelo existente en Suecia que, adem¨¢s, no se compadecen con la realidad del pa¨ªs escandinavo.
El hecho es que el Consell, de una manera u otra, est¨¢ sacrificando el Estado del bienestar en aras de conseguir el objetivo del d¨¦ficit que se le ha impuesto desde el equipo econ¨®mico de Mariano Rajoy. Los inmigrantes sin papeles ser¨¢n los primeros en ser expulsados del sistema, pero no ser¨¢n los ¨²nicos. El proyecto que present¨® el pasado viernes el vicepresidente Jos¨¦ Ciscar no es, todav¨ªa, la privatizaci¨®n del sistema p¨²blico de la sanidad; pero s¨ª su antesala. No tardaremos mucho en ver c¨®mo la parte privada de la direcci¨®n de los departamentos sanitarios impone sus criterios dentro de los hospitales p¨²blicos, donde se podr¨¢ comer a la carta, existir¨¢n habitaciones individuales y servicios personalizados siempre que el paciente o sus familiares puedan permitirse el lujo de poder pag¨¢rselo. La sanidad es un negocio y la habr¨¢ para ricos y para pobres. El Gobierno garantizar¨¢ un paquete de prestaciones sanitarias b¨¢sicas para todos; a partir de ah¨ª las desigualdades ser¨¢n enormes.
M¨¢s sencillo ser¨¢ recortar las prestaciones para que todos, salvo el paciente, salgan ganando
Pero durante la transici¨®n hacia ese nuevo modelo todos los usuarios de la Seguridad Social tendremos que apretarnos el cintur¨®n. Las empresas privadas tienen que ganar dinero, es lo suyo. Y la que se haga cargo del control de los actuales concesionarios tendr¨¢ un doble objetivo: ahorrar 263 millones y alcanzar su margen de beneficio. ?Lograr¨¢ ambas cosas a costa de las ganancias de las actuales empresas privadas que gestionan los servicios? No parece lo m¨¢s probable. M¨¢s sencillo ser¨¢ recortar las prestaciones para que todos, salvo el paciente, salgan ganando. Menos calidad en la comida, menos resonancias magn¨¦ticas, menor frecuencia en el cambio de s¨¢banas y toallas de los hospitales y en la limpieza de las habitaciones. Nada que no se haya visto en series de televisi¨®n o nada que no ocurra ya en muchos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Nada es gratis. Eso s¨ª que es un hecho. Pero, por favor, que no nos tomen por imb¨¦ciles hablando sobre modelos suecos, eficacia o eficiencia. Pervertir el lenguaje para hacer irreconocible la realidad es indecente.
Ayer, por cierto, se ech¨® de menos a los l¨ªderes de los partidos de la oposici¨®n. Ninguno de ellos tuvo tiempo para explicar personalmente su opini¨®n sobre un cambio tan trascendental en el Estado del bienestar. Se limitaron a mandar las habituales notas de prensa de fin de semana. Tendr¨ªan cosas m¨¢s importantes que hacer, aunque no consta.
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