Como una amarga medicina
Han fracasado las instituciones b¨¢sicas del entramado socioecon¨®mico
Esta ¨²ltima semana la hemos vivido con preocupaci¨®n, angustia y una intervenci¨®n p¨²blica de calado en torno a Bankia y al sistema financiero espa?ol. Hace ya tiempo que una gran mayor¨ªa estamos persuadidos de que el sector p¨²blico es tan importante que una tarea que nos incumbe a todos es la de estar vigilantes, enterados, atentos a lo que hace. Y lo que hace es mucho y en muchos ¨¢mbitos. Me interesa resaltar la tarea reguladora que el sector p¨²blico lleva a cabo continuamente y que condiciona el resultado de muchas actividades privadas.
Vivimos bajo una cantidad incre¨ªble de reglas de obligado cumplimiento, de regulaciones que van desde lo m¨¢s general hasta lo m¨¢s particular, de regulaciones para sectores diversos, desde el energ¨¦tico al financiero pasando por los mercados laborales, farmac¨¦uticos, los de seguros, educativos, construcci¨®n, transportes y un largo etc¨¦tera. Toda esta ingente cantidad de regulaci¨®n p¨²blica nos ha obligado a construir y dise?ar instituciones que tienen que cumplir una serie de requisitos b¨¢sicos. Sin ellos, las directrices emanadas de las mismas no servir¨¢n para el objetivo que se persigue, sino para enmara?ar todav¨ªa m¨¢s los resultados que las acciones de los agentes econ¨®micos pueden conseguir.
Viene todo esto a cuenta porque en los ¨²ltimos tiempos, impl¨ªcita y expl¨ªcitamente, estamos poniendo en cuesti¨®n muchas de las construcciones que hemos dise?ado. A veces no sabemos distinguir si lo que estamos poniendo en cuesti¨®n es la instituci¨®n en s¨ª misma o las personas a cargo de las mismas. Estos d¨ªas, por ejemplo, el Banco de Espa?a (BE) est¨¢ en el punto de mira. ?Qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando en el BE para que hayamos llegado a la situaci¨®n en la que nos encontramos? ?Ha fracasado el gobernador y con ¨¦l la instituci¨®n? ?O ha fracasado la instituci¨®n y el gobernador no ha podido o sabido corregir los fallos en la misma? No es el ¨²nico ejemplo de instituci¨®n que nos ha llenado de desilusi¨®n. Hay m¨¢s.
O¨ªmos y leemos cada d¨ªa noticias que nos preocupan. Gestores de dinero p¨²blico que se comportan de forma corrupta, ¡°enga?os¡± sistem¨¢ticos, ¡°balances distorsionados¡± trabajadores del sector p¨²blico (no todos) a los que los incentivos dise?ados para encuadrar sus acciones les han llevado, por ejemplo, a pedir m¨¢s bajas que las que corresponder¨ªan a una conducta estricta y honesta. Gestores de instituciones financieras privadas que han recibido ayudas p¨²blicas que se atreven a convenir en remuneraciones a todas luces desproporcionadas y que han tenido que ser sometidos a regulaci¨®n directa porque estaban resultando estar alejadas de cualquier medici¨®n de productividad o rentabilidad. Es vox populi que el sueldo del presidente de Bankia, por ejemplo, fue rebajado de forma dr¨¢stica por el ministro Guindos, pero no es el ¨²nico.
Con respecto a la econom¨ªa espa?ola muchos tenemos la impresi¨®n de que con esta crisis nos est¨¢ tocando digerir una medicina amarga. Amarga porque nos hemos dado cuenta de que las instituciones b¨¢sicas del entramado socioecon¨®mico han fracasado, o, al menos, no han estado a la altura, incapaces, primero, de diagnosticar que el modelo econ¨®mico en el que hab¨ªamos basado nuestro crecimiento era insostenible, incapaces despu¨¦s de se?alar con premura las nuevas l¨ªneas de actuaci¨®n que deber¨ªan ponerse en marcha e incapaces de actuar en beneficio de todos y no s¨®lo de unos pocos.
No son ni uno ni dos los que creen que no s¨®lo fracas¨® el Gobierno socialista a la hora de encarar la crisis, sino que tambi¨¦n lo est¨¢ haciendo el Gobierno del PP; no son ni uno ni dos los que opinan que el Banco de Espa?a, los sindicatos, las patronales, las C¨¢maras de Comercio, la CECA, los distintos CES, la CNMV, las comunidades aut¨®nomas, entre otras, no han estado a la altura porque, siendo verdad que lo que hab¨ªa que hacer no era f¨¢cil, ocurre tambi¨¦n que muchas instituciones no han funcionado como se esperaba que funcionasen. Que conste que esta reflexi¨®n no pretende repartir culpas ¡ªno es mi papel ni s¨¦ hacerlo¡ª; lo que pretende es abrir una l¨ªnea de reflexi¨®n.
No basta con que nos quejemos de lo mal que funcionan las instituciones europeas, que han demostrado ser mucho m¨¢s lentas, indecisas y faltas de visi¨®n a medio plazo de lo que nos hubiera convenido. De esto hemos hablado y escrito mucho. Ahora es preciso que miremos m¨¢s cerca. Cada uno deber¨ªamos enfocar nuestra realidad con una lupa de gran potencia; examinar lo que nos rodea y d¨®nde estamos inmersos. Si lo hacemos con las gafas de medir las aportaciones para la resoluci¨®n de la crisis nos quedar¨ªamos, creo, sorprendidos de lo poco que hemos podido o sabido hacer. Y de ah¨ª deber¨ªamos extraer lecciones. ?Ha funcionado la instituci¨®n como hubi¨¦ramos esperado? ?Est¨¢n los incentivos correctamente dispuestos?
Con el mero hecho de pensar en profundidad acerca de qu¨¦ podemos hacer para que nuestras instituciones puedan servir para satisfacer sus objetivos originarios nos har¨ªamos un gran servicio a todos. De esto trata la gobernanza de la que tanto se habla y tan poco se practica. Y trata tambi¨¦n toda la literatura econ¨®mica dedicada a analizar c¨®mo conseguir la eficiencia no s¨®lo de las instituciones privadas, sino tambi¨¦n de las p¨²blicas.
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