La biblioteca ¡®marrana¡¯ de C¨®rdoba
La Casa Maim¨®nides cultivar¨¢ la heterodoxia sefard¨ª y andalus¨ª
La cultura est¨¢ llena de s¨ªmbolos que esconden largas historias detr¨¢s. Tambi¨¦n puede ocurrir con los nombres y con los lugares. Uno de esos rincones que aglutinan en unos cuantos metros nombres, historias y s¨ªmbolos es la calle Jud¨ªos de C¨®rdoba. En la misma se levanta la ¨²ltima sinagoga que queda en la ciudad. Y a unos pocos pasos, se abre el callej¨®n de Averroes, el fil¨®sofo y m¨¦dico andalus¨ª, natural de C¨®rdoba. En una vieja casa del siglo XV de esa callecita, junto a la Casa de Sefarad, museo de la cultura semita, se levantar¨¢, en octubre, la biblioteca Casa Maim¨®nides. Ser¨¢ un centro abierto a los investigadores que albergar¨¢ 20.000 t¨ªtulos y 60.000 registros, adem¨¢s de comunicaciones y conferencias dedicados a la memoria de la cultura jud¨ªa y andalus¨ª en Espa?a.
A su impulsor, Sebasti¨¢n de la Obra, le gusta hacer referencia a esas casualidades llenas de sentido. ¡°Maim¨®nides es el jud¨ªo universal. Fue un cordob¨¦s heterodoxo, perseguido por los suyos, los propios jud¨ªos de pensamiento ortodoxo. Y la biblioteca que lleva su nombre estar¨¢ en la calle Averroes, nombre de otro heterodoxo que vivi¨® una vida casi paralela a la suya, perseguido por el mundo isl¨¢mico m¨¢s radical¡±, recuerda entre risas.
Entre risas y entre libros que todav¨ªa se guardan en La Casa de Sefarad, un museo privado que ¨¦l ayud¨® a gestar y en el que ha ejercido de bibliotecario durante los cinco a?os que tiene de trayectoria, compatibiliz¨¢ndolo con su cargo de director del Archivo y Servicio de Documentaci¨®n del Parlamento de Andaluc¨ªa. ¡°C¨®rdoba era la ciudad de los libros¡±, afirma casi con amargura De la Obra, consciente de que en esa misma urbe, desde hace siglos, apenas si sobreviven las librer¨ªas. ¡°Era la ciudad del pensamiento, pero dej¨® de serlo a partir de la Inquisici¨®n. Igual que el resto del pa¨ªs¡±.
El nuevo centro contar¨¢ con una secci¨®n especial sobre la Inquisici¨®n
La huella del Santo Oficio va a ser una constante en el resto de la conversaci¨®n. El bibliotecario est¨¢ convencido de que, dos siglos despu¨¦s de que se disolviesen aquellos tribunales, su presencia sigue marcando a fuego el car¨¢cter de los espa?oles. ¡°El miedo, la envidia, la desconfianza, la sospecha, siguen presentes¡±, considera. Y su grano de arena para intentar tirar ese muro es cultivar la cultura y la memoria a trav¨¦s de la Casa Maim¨®nides. El nuevo centro contar¨¢ con una secci¨®n especial sobre la Inquisici¨®n. Pero tambi¨¦n abarcando obras referentes a todo el concepto de diversidad que se utiliza hoy en d¨ªa, enmarc¨¢ndolo en el Mediterr¨¢neo y tratando desde las migraciones a las di¨¢sporas y a la memoria del Holocausto de la II Guerra Mundial
La Biblioteca Maim¨®nides, con valioso documentos que se remontan al siglo XV, nace de d¨¦cadas de trabajo. La colecci¨®n personal de su impulsor se inicia cuando ten¨ªa 16 a?os, pero su familia tambi¨¦n ha heredado cuantiosos materiales. Al sue?o de Maim¨®nides tambi¨¦n han contribuido personas como Ina Nahmias, viuda de Eli Nahmias, el due?o de la conocida en C¨®rdoba como Casa del Jud¨ªo; Jean Carasso, un erudito sefard¨ªa de sal¨®nica; Ha?m Vidal Sephiha, superviviente de Auschwitz y catedr¨¢tico; y Richard Ayoun, sefard¨ª argelino.
De la Obra acude a otro sabio sefard¨ª heterodoxo para completar el modelo que persigue: el fil¨®sofo racionalista Spinoza. ¡°Quiero que mi biblioteca sea marrana, en el mismo sentido que lo era Spinoza¡±, se?ala destacando su condici¨®n de jud¨ªo incomprendido y cr¨ªtico con la religi¨®n. ¡°Un marrano era aquel al que no aceptaban los jud¨ªos, por no ser buen jud¨ªo, ni los cristianos, por no ser buen cristiano. Un marrano era alguien que eleg¨ªa el conocimiento. Y de ah¨ª sale esta biblioteca¡±.
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