Listas de espera para comer
Los 14 comedores sociales de Barcelona sirvieron 31.064 comidas en abril, 800 m¨¢s que en 2011 El Ayuntamiento abrir¨¢ centros en Les Corts y Sarri¨¤
Son miles, cada vez m¨¢s. En abril, los 14 comedores sociales de Barcelona ¡ªocho municipales y seis concertados¡ª sirvieron 31.064 comidas. En el mismo mes de 2011 fueron 30.275. La crudeza de la crisis no toca fondo y se extiende por todos los distritos, incluso los de mayor renta. El Ayuntamiento abrir¨¢ este a?o tres comedores sociales m¨¢s, dos de ellos en Les Corts y uno Sarri¨¤. ¡°Tambi¨¦n se ampl¨ªan las plazas en los centros existentes para llegar a las 1.500 comidas diarias, frente a las 1.106 del a?o pasado¡±, explica el gerente municipal, ?ngel Miret.
¡°El esfuerzo es importante, pero hay zonas en las que la espera se dispara y creemos que se tiene que mejorar la gesti¨®n¡±, apunta Gl¨°ria Mart¨ªn, concejal del PP. En algunos de los comedores, como en los dos de Poblesec, la espera es de 17 y 23 d¨ªas. Pero nadie se queda sin comer, aseguran. ¡°Se deriva a otros lugares en los que no hay tanta gente¡±, replica el gerente. El problema es que igual est¨¢n lejos.
En los comedores sociales de Barcelona se oyen cada vez m¨¢s el castellano sin acento extranjero alguno y el catal¨¢n. No hay cifras concluyentes ¡ªel Ayuntamiento de Barcelona no quiere hacer distingos por nacionalidades¡ª, pero en muchos comedores salta a la vista: si antes la proporci¨®n era de ocho extranjeros por dos espa?oles, ahora se tiende al equilibrio.
El perfil de la persona que recurre a los comedores sociales ¡ªp¨²blicos, concertados o de las entidades sociales que tambi¨¦n facilitan comidas y bocadillos¡ª est¨¢ cambiando dr¨¢sticamente. Cada vez hay m¨¢s parados con problemas para atender a lo b¨¢sico: la alimentaci¨®n. Este a?o puede ser cr¨ªtico porque se agota el subsidio de dos a?os para muchos de los expulsados del mercado laboral en 2010, cuando la crisis arreci¨®. Adem¨¢s, el estrangulamiento de la Generalitat con la concesi¨®n de la ayuda de la renta m¨ªnima de inserci¨®n (RMI) ha empeorado el panorama.
Cada vez se oye m¨¢s el castellano sin acento extranjero y el catal¨¢n
Uno de ellos es Ricardo. Tiene el carnet de acceso a los comedores municipales, que usa muchos d¨ªas. ¡°Dentro de tres meses dejar¨¦ de cobrar el subsidio ¡ª426 euros mensuales¡ª y ya veremos qu¨¦ hago¡±, explica. Tiene 43 a?os y hace dos le echaron del restaurante en el que trabajaba. ¡°Vivo en casa de mi madre y el techo lo tengo asegurado. He hecho no s¨¦ cu¨¢ntos cursos en Barcelona Activa, pero nada de nada¡±, a?ade.
A los recursos p¨²blicos hay que sumar los miles de desayunos, comidas y bocadillos que distribuyen entidades sociales y parroquias cada d¨ªa. Hay iniciativas de muchos tipos y recursos m¨¢s o menos completos. En todos, el voluntariado es clave.
Caliu, en Horta-Guinard¨°, es un centro que pusieron en marcha cinco parroquias del distrito y en el que se han involucrado un centenar de voluntarios, la mayor¨ªa jubilados. Un buen desayuno, con taza de caldo incluido en invierno, y un bocadillo y fruta para el resto del d¨ªa. En lo que antes fue una guarder¨ªa se han habilitado mesas. Hay un peque?o espacio de primeros auxilios y una zona de estar con libros, revistas y alg¨²n peri¨®dico. En la cocina el traj¨ªn es constante. Caf¨¦, tostadas, yogures y pastas. Tienen 723 personas apuntadas. ¡°La media diaria es de 90 a 120 desayunos y bocadillos¡±, explica el coordinador, Xavier Sol¨¤. Abre todos los d¨ªas del a?o, de las 8.00 a las 12.00 horas
La colaboraci¨®n de hornos y pasteler¨ªas del barrio, y de los vecinos, hace girar la rueda de Caliu cada d¨ªa. En la puerta de acceso, Miguel -¡ªun parado que fue usuario hace unos meses es ahora voluntario¡ª reparte bocadillos y manzanas. ¡°Esto no es un comedor social. Aqu¨ª se desayuna, pero tambi¨¦n te dan un abrazo y te hablan¡±, aclara. Lo cierto es que no todos tienen ganas de ch¨¢chara.
Un joven entra deprisa, coge la bolsa con un bocadillo y una manzana, y se va. Se llama Juan Manuel, tiene 28 a?os. Es un ayudante de cocina en paro desde hace algo m¨¢s de un a?o; le han concedido la RMI, pero no se la pagan. Duerme en albergues municipales ¡ªtambi¨¦n lo ha hecho al raso¡ª. Con l¨¢grimas en los ojos, dice que est¨¢ desesperado. Dentro, los voluntarios recogen y friegan el suelo. Ma?ana, vuelta a empezar.
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