A los pies del Juggernaut
"El presidente del Gobierno vivi¨® esta semana el espanto de asomarse al desastre"
La cara de susto de Mariano Rajoy mientras repet¨ªa una de esas trivialidades suyas, algo as¨ª como ¡°haremos las cosas que hay que hacer¡±, delataba la inquietante verdad agazapada bajo la ceremonia de medidas de ajuste, poses de responsabilidad y apelaciones a una austeridad protestada. El presidente del Gobierno vivi¨® esta semana el espanto de asomarse al desastre, de despertar de las enso?aciones tramposas de una pol¨ªtica autoindulgente para descubrir de repente la cara desagradable del fracaso y la quiebra. No hab¨ªa m¨¢s que verlo para captar el p¨¢nico ante la escalada de la prima de riesgo y las olas salvajes de una tempestad en la que se oteaba el hundimiento de Bankia, un buque con las bodegas demasiado cargadas de ladrillo, apenas gobernado por quienes lo abordaron con su complicidad partidista para capitanearlo de acuerdo con las viejas costumbres de pol¨ªticos de fortuna como Rato y Olivas.
En la cara de susto de Rajoy se reflej¨®, a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, la escena genuina de la crisis. Y no eran la recesi¨®n, ni la deuda, ni la falta de confianza, ni la exigencia de limitar el d¨¦ficit para sanear unas cuentas p¨²blicas lastradas por la descomunal deuda privada los materiales que engendraban la pesadilla. Eran su propia fe y las conjeturas de su ideolog¨ªa las que alimentaban la bestia irrefrenable que lo aplastaba todo. Si hubiese le¨ªdo a Giddens, hubiera podido entender que un sistema econ¨®mico sin control es como el Juggernaut que acaba destruyendo a quienes lo veneran. As¨ª como el carro de Krisna, en la m¨ªtica procesi¨®n hind¨², atropella a los fieles que se interponen en su recorrido, los sistemas abstractos, como el financiero, si no se regulan, son tan impredecibles en su funcionamiento que acaban convirtiendo la modernidad en una m¨¢quina implacable.
No le hemos visto la cara a Jos¨¦ Luis Olivas estos d¨ªas ¡ªdicen que se atrinchera en su despacho de una caja valenciana que ya se ha esfumado¡ª, aunque s¨ª a Rato. Sus ac¨®litos, que lo son tambi¨¦n de Rajoy, o quiz¨¢ no, han se?alado al expresidente de la Generalitat (hablo de Olivas, que lo fue fugazmente, pero vale tambi¨¦n si se trata de Zaplana y de Camps) para excusarse de la debacle. El PP rechaza crear una comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria sobre Bankia. Los socialistas la han pedido tambi¨¦n en Valencia sobre Bancaja sin ning¨²n ¨¦xito. De momento, por la comisi¨®n que investiga lo ocurrido en la CAM, otra entidad valenciana que se fue a pique, han desfilado ya unos cuantos fieles magullados por el paso del Juggernaut. Todos ponen cara de asombro y se encogen de hombros. Fueron presidentes, vicepresidentes o consejeros muy bien remunerados de una caja de ahorros. Dicen que a lo mejor tuvo la culpa el director general. ?Qui¨¦n sabe? Por la calle desfilan las v¨ªctimas del desastre. A veces protestan.
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