La estupidez de los europeos
A socaire de la crisis se intentar¨¢ recentralizar Espa?a, objetivo que Aznar situ¨® en la agenda
Comparto, con Xos¨¦ Manuel Pereiro y el Opus Dei, una indolente admiraci¨®n por G. K. Chesterton. Las mejores mentes suelen ser las de los heterodoxos, y un cat¨®lico en Inglaterra ciertamente lo era, al menos hasta hace poco. Tengo ante m¨ª uno de sus t¨ªtulos El candor del Padre Brown que agrupa doce relatos protagonizados por este sacerdote ¡°que oculta un ins¨®lito conocimiento del mal y de la condici¨®n humana tras su aspecto anodino, su inseparable paraguas y sus eternos paquetes de papel de estraza¡±. Candor es lo que nos sobra a los europeos y conocimiento del mal y de la condici¨®n humana es la que nos hace falta, si hemos, como el Padre Brown, de encontrar al criminal en una ¨¦poca tan atribulada y en la que tantas pistas falsas intentan desviar nuestra atenci¨®n.
As¨ª pues ?C¨®mo podr¨ªamos entender lo que sucede? La forma m¨¢s sencilla tal vez ser¨ªa comparar las condiciones de partida de la escena del crimen con lo que nos encontraremos al final. Despu¨¦s, tendr¨ªamos que lanzar la pregunta, el ?Cui prodest? ?A qui¨¦n beneficia? que es, desde Cicer¨®n, la clave del proceso. Punto primero, lo que encontraremos, cuando todo esto acabe, es que el sistema bancario habr¨¢ vivido un proceso oligop¨®lico, acabando con las cajas de ahorro. BBVA, Santander y La Caixa se habr¨¢n hecho con lo sustancial del pastel. Pocas migas quedar¨¢n para los dem¨¢s. Novobancogalicia, hoy una entidad del estado gracias al FROB, habr¨¢ desaparecido, o puesto en manos de inversores ¡°buitre¡±. Segundo, los derechos de los trabajadores habr¨¢n quedado reducidos a cenizas, o, lo que es lo mismo, a la medida de la compasi¨®n de los empresarios. Tercero, el reducido Estado de Bienestar que hay en Espa?a ser¨¢ una sombra de lo que fue. La sanidad constituir¨¢ un buen bocado para las aseguradoras y la degradada educaci¨®n p¨²blica sancionar¨¢ el incremento de la desigualdad.
Cuarto, a socaire de la crisis se intentar¨¢ recentralizar Espa?a, un objetivo que Aznar situ¨® en el centro de la agenda. Pero ha resultado que Madrid, ciudad referencia de ese proyecto, ha desvelado sus verg¨¹enzas, desde la fenomenal deuda de su Ayuntamiento al esc¨¢ndalo de Bankia, una entidad de dimensiones fabulosas ¡ªel 30% del PIB espa?ol¡ª. Veremos como una capital marcada por las finanzas y el ladrillo digerir¨¢ sus fracasos y lo que eso significar¨¢ en lo pol¨ªtico. La exigencia de pacto fiscal catalana, la mayor¨ªa nacionalista en Euskadi y la r¨¢pida p¨¦rdida de apoyos del PP pueden matizar, pero no impugnar, esa intenci¨®n. El Financial Times ha sugerido esta semana que el autogobierno puede ser una v¨ªa de salida a la crisis.
Ahora bien, nos equivocar¨ªamos si pens¨¢semos que el estado j¨ªbaro que viene es asunto espa?ol, o portugu¨¦s, italiano y griego. La fenomenal reducci¨®n de derechos no solo afecta a los PIGS. Los minijobs alemanes son trabajo basura, mal pagado y de ning¨²n modo puente a una situaci¨®n m¨¢s decente para quienes los desempe?an. Tampoco el pufo bancario es una especialidad sure?a. Aunque se tienda a ignorarlo, Alemania us¨® 480.000 millones de euros en fondos a su banca enferma, que tanto colabor¨® en la burbuja inmobiliaria espa?ola y otros desastres continentales. Adem¨¢s, en Alemania, antes un pa¨ªs m¨¢s nivelado que la media europea, se ha disparado una desigualdad de tipo estadounidense: el 1% m¨¢s rico de su poblaci¨®n concentra el 23% de la riqueza, mientras la mitad de la poblaci¨®n s¨®lo dispone del 2%. Lo que estamos viviendo es el declive del estado social europeo. La excepcionalidad europea, la mayor ¨¢rea econ¨®mica del planeta, est¨¢ siendo sacrificada por las pol¨ªticas de ortodoxia neoliberal conducidas hoy por Bruselas.
Explicar c¨®mo una crisis del capitalismo, provocada por la desregulaci¨®n de los mercados financieros, se ha convertido en una crisis de deuda de ciertos estados, por arte de birlibirloque, nos deber¨ªa hacer llamar de inmediato al buen Padre Brown para que no se dejase impresionar por pistas falsas. Tal juego de manos ha sido una fenomenal operaci¨®n de lavado de cara de los bancos, fondos de inversi¨®n, agencias de calificaci¨®n y otros posibles delincuentes. El dinero p¨²blico ha acudido al rescate de los de arriba, no de los de abajo, a los que se les est¨¢ estafando ante sus narices y tal vez con su consentimiento. Manda carajo que de refundar el capitalismo hayamos pasado a prohibir a Keynes ¡ªa la socialdemocracia y a setenta a?os de historia europea¡ª en las Constituciones. Es algo asombroso. Causa estupefacci¨®n la naturalidad con que la gente acepta la destrucci¨®n de sus expectativas de vida.
¡°Frente a la divisi¨®n de Europa entre pa¨ªses virtuosos y pa¨ªses manirrotos, que pretende disolver problemas sociales en cuestiones nacionales, hay que constatar la unidad de la estupidez europea¡±, afirma Rafael Poch, corresponsal de La Vanguardia en Berl¨ªn (lean su blog). Tal vez tenga raz¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.