¡°No necesitamos a Marx para pensar este mundo¡±
Ignacio El fil¨®sofo Ignacio Castro indaga en su nueva obra sobre un ¡°comunismo posible¡±

Comunismo es predisposici¨®n a lo com¨²n, antes que nada, y un comunismo basal en el que nos movemos podr¨ªa ser ¡°esta empanada mental compartida ante lo que est¨¢ pasando¡±. La desmitificaci¨®n es de Javier Turnes, organizador de los Encontros de Filosof¨ªa da Costa da Morte. ?l y la poeta Branca Novo presentaron en Santiago, la semana pasada, Sociedad y barbarie (Melusina), el nuevo libro ¡ªel und¨¦cimo en solitario¡ª del fil¨®foso santiagu¨¦s Ignacio Castro. Si en el pr¨®logo de la obra el profesor catal¨¢n Miguel Morey cita a Michel Foucault ¡ªpara refutar la idea atribuida a Marx de que ¡°la existencia concreta del hombre es el trabajo¡±¡ª Castro invoca al mismo fil¨®sofo franc¨¦s para defender la necesidad de una ¡°espiritualidad pol¨ªtica¡±.
¡°Sociedad y barbarie fustiga la reducci¨®n de la libertad individual en las democracias occidentales en nombre de una econom¨ªa que conserva el prestigio de lo neutral porque gobierna nuestra neutralizaci¨®n, una silenciosa expropiaci¨®n de la ¨¦pica de vivir¡±, resume. Pero, por parad¨®jico que pueda resultar en apariencia, ese cuestionamiento se asienta en una refutaci¨®n de Marx, de las sombras mecanicistas que puntean su pensamiento. ¡°La cr¨ªtica radical de la econom¨ªa que hace Marx sigue teniendo la forma de la econom¨ªa pol¨ªtica, con lo que una nueva cadena de fetichismos se consagra hasta el fin de la historia¡±, afirma el fil¨®sofo gallego, cuya obra se distingue por un ataque sin contemplaciones a la contemporaneidad occidental.
Castro niega que la suya sea otra cr¨ªtica elitista m¨¢s a la sacralizaci¨®n de la Historia o la proletarizaci¨®n del esp¨ªritu en la obra marxiana, en la que el ensayista y cr¨ªtico de arte advierte ¡°el colmo del materialismo¡±: ¡°Esta aversi¨®n profunda y poco violenta, en apariencia, al fondo abstracto o espiritual de cada ser humano, y a la que Marx dio una vuelta de tuerca: lo singular¡±. Castro escribe contra el fetichismo de la mercanc¨ªa ¡°llamada Sociedad¡±, que conecta y fragmenta a los individuos aisl¨¢ndolos de su propia existencia, con el pensador alem¨¢n como ¡°garante de fondo en la cobertura cultural del pragmatismo econ¨®mico¡±. Contra ¡°la religi¨®n hist¨®rica del progreso que Marx ha contribuido a consagrar, que explica muchas barbaridades del presente al ser asumida por el capitalismo¡±. Y contra el individualismo burgu¨¦s a secas, seg¨²n tuvo que precisar el autor en el turno de preguntas durante la presentaci¨®n del libro en Santiago. ¡°?Qu¨¦ nos quedar¨ªa sin Marx para el cabreo colectivo?¡±, le inquirieron. Un periodista lleg¨® a trazar una analog¨ªa entre el texto de Castro y la c¨¦lebre sentencia neocon de Margaret Thatcher: ¡°La sociedad no existe, solo existen los individuos¡±. Pero Castro neg¨® su adhesi¨®n a un individualismo ad¨¢nico o posliberal: ¡°Yo hablo de un comunismo posible¡±.
Castro culpa al autor de ¡®El capital¡¯ de instaurar la ¡°religi¨®n del progreso¡±
Un comunismo abigarrado y en constante mutaci¨®n. Que se puede alimentar de la singularidad y la diferencia sin colocar la plusval¨ªa econ¨®mica sobre el resto de plusval¨ªas de la existencia, cuyo fondo atrasado sigue siendo la muerte. En la l¨ªnea de sutura sobre la que trabaja el autor, desde una ¡°esquina de la Ilustraci¨®n¡±, se puede citar a Max Stirner ¡ªsustrato de Nietzsche y uno de los protagonistas omitidos por Marx en La ideolog¨ªa alemana, por consejo de Engels¡ª y a pensadores m¨¢s actuales como Gilles Deleuze, Giorgio Agamben ¡ªque tambi¨¦n analiz¨® la econom¨ªa como teolog¨ªa¡ª o los fil¨®sofos del colectivo franc¨¦s Tiqqun y su ¡°insurrecci¨®n que viene¡±.
El autor de Votos de riqueza defiende la antropolog¨ªa de Kant, el fil¨®sofo que normaliz¨® la autonom¨ªa moral del ser humano (y la de la belleza). M¨¢s optimista y ¡°m¨¢s comunista¡±, dice, que la de Marx: ¡°La concepci¨®n que Marx tiene del hombre, extirpado de todo lo que no sean reflejos econ¨®micos y contextuales, cristaliz¨® el prejuicio burgu¨¦s y ayud¨® a darle cultura y esp¨ªritu al capitalismo, poniendo en pie una antropolog¨ªa b¨¢rbara¡±. Ese triunfo de Marx en el Este y en el Oeste, afirma, podr¨ªa servir para explicar la ¡°derrota de la izquierda marxista, en buena medida por integraci¨®n cultural¡±.
¡°La izquierda marxista cay¨® derrotada por integraci¨®n cultural¡±
El fil¨®sofo santiagu¨¦s escribe sobre el ¡°cierto malestar¡± que podr¨ªa inducir el abandono por su parte de algunos marcadores filos¨®ficos habituales en las ¨²ltimas d¨¦cadas: ¡°En un tiempo me pude definir como marxista posnietzscheano, ahora pienso que Marx ni siquiera cabe en el vientre de Nietzsche¡±. ¡°Ning¨²n pensador goz¨® como Marx de un cheque en blanco como el que ¨¦l ha tenido¡ No lo necesitamos, ni para las luchas en curso ni para pensar este mundo¡±.
En el ep¨ªlogo de Sociedad y barbarie se sintetiza el problema central en la obra de Castro: el de la confrontaci¨®n de cada uno con lo que ¨¦l denomina el tercer mundo de su existencia. ¡°El odio a ese tercer mundo interior al hombre, ese fondo de alma que no se puede desarrollar, explica el racismo indisimulable que mantenemos contra las otras culturas, sistem¨¢ticamente injuriadas como atrasadas o tir¨¢nicas¡±. Y tambi¨¦n, dice, ¡°el oscurantismo del presente, esta movilizaci¨®n total por miedo a parar¡±. Castro asume que uno de los signos de esta ¨¦poca es la velocidad sin objetivo, una aceleraci¨®n incesante que sepulta la vida. Y tambi¨¦n en ese aspecto atribuye culpas al autor de El capital. ¡°Tiene que ver con ese hombre apuntalado por Marx: sin suelo interno en el que pararse, ning¨²n espacio de contemplaci¨®n, degradado sistem¨¢ticamente como burgu¨¦s¡±.
Las formas de socializaci¨®n ajenas a la barbarie, en cualquier caso, ya est¨¢n aqu¨ª. ¡°?No es hora de pasar a otra cosa, a un modo de espiritualidad compatible con esa pasi¨®n por la superficie propia de estos tiempos?¡±.
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