Dar la cara en un momento cr¨ªtico
Era un secreto a voces que tan solo el prudente formalismo del propio partido se ha encargado de silenciar para respetar el gui¨®n de los tiempos. Cuando en el pasado mes de diciembre, I?igo Urkullu, mirando a la cara de quien le preguntaba por la posibilidad de que fuera candidato a lehendakari, admiti¨® suave pero significativamente que en ning¨²n p¨¢rrafo de los estatutos del PNV se imped¨ªa a un presidente del EBB tal aspiraci¨®n, la suerte estaba echada. A tal punto, que Joseba Egibar apret¨® ¨¢vido el bot¨®n de alarma invocando al respeto a la tradici¨®n porque ven¨ªa como todo el peso del poder vizca¨ªno se le ven¨ªa otra vez encima.
?Por qu¨¦ este paso adelante de Urkullu? ?Esconde, acaso, una ambici¨®n desmedida bajo su moderada apariencia? ?Es el ¨²ltimo golpe de efecto que culmina una renovaci¨®n interna hecha a su medida? Aunque los cr¨ªticos no dejan de recrearse en su alusi¨®n directa a un af¨¢n por el poder que identifican con el poderoso entorno ahora dominante en Bizkaia y en el EBB, Urkullu, en realidad, acepta este reto por compromiso pol¨ªtico con su partido, consciente del serio riesgo de que la nueva geometr¨ªa del escenario vasco prive al PNV del poder. Nadie le garantiza la victoria en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas, al contrario que hace apenas tres a?os ocurr¨ªa con la opci¨®n de Ibarretxe, libre entonces de la amenaza abertzale. Y, por tanto, de quedarse otra vez sin gobierno. Como anoche mismo se admit¨ªa en un despacho de Sabin Etxea, ¡°lo m¨¢s dif¨ªcil probablemente sean los quince d¨ªas despu¨¦s de las elecciones¡±. Y es ah¨ª donde Urkullu entiende que debe ser ¨¦l quien se la juegue.
Ahora bien, con la elecci¨®n de Urkullu tambi¨¦n se elige el mensaje ¨²nico. Por ello quedan abolidas las sensibilidades, m¨¢s all¨¢ de los estertores residuales procedentes de Gipuzkoa, que seguir¨¢n siendo puntuales a modo de l¨¢tigo de la conciencia soberanista. Con esta elecci¨®n tan previsible con el paso del tiempo a partir de las elecciones generales, pero inesperada en la ortodoxia tradicional del PNV, el nuevo EBB cierra el c¨ªrculo que traz¨® intencionadamente al abrir el proceso de renovaci¨®n interna. Y si alguien todav¨ªa albergaba alguna duda, Urkullu viene a ejemplificar por la v¨ªa de los hechos que el poder del partido solo est¨¢ en un sitio.
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