Rasquera, el para¨ªso roto de Europa
Unas 250 personas, la mayor¨ªa brit¨¢nicas, viven en la localidad en la que residen 900 vecinos La mayor¨ªa de los vecinos desalojados por el incendio que sufri¨® el pueblo eran extranjeros
Cuando cae la tarde, en las terrazas de los escasos tres bares que hay en Rasquera se entremezclan dos idiomas, el catal¨¢n y el ingl¨¦s. Un porcentaje elevado de los 900 habitantes de este pueblo de la Ribera d¡¯Ebre provienen del norte de Europa, en especial del Reino Unido. Alrededor de 250 de ellos viven entre Rasquera y los terrenos boscosos del municipio cercano, El Perell¨® (Baix Ebre). Empezaron a llegar a la zona hace 25 a?os por el clima, el paisaje y la tranquilidad. La mayor¨ªa reside en casas de campo alejadas, adonde no llega el agua potable ni la electricidad. Pero la placidez en la que estaban inmersos se ha visto truncada desde hace varios meses por dos razones: el pol¨¦mico cultivo de marihuana a gran escala que pretende impulsar el Ayuntamiento de Rasquera y el incendio forestal que arras¨® 3.000 hect¨¢reas hace solo una semana.
Los alcaldes de los municipios afectados por el fuego piden ayudas a la Generalitat
La mayor¨ªa de los desalojados por las llamas fueron vecinos brit¨¢nicos s y holandeses, y aunque ninguna mas¨ªa fue devorada por el incendio, el fuego en muchas ocasiones lleg¨® a escasos metros de sus viviendas. Estos vecinos intentan ahora empezar de nuevo con un horizonte anta?o cubierto por un manto de vegetaci¨®n que de un d¨ªa para otro amaneci¨® totalmente quemado.
La plantaci¨®n de marihuana, en suspenso
El nombre de Rasquera dio la vuelta al mundo cuando el Ayuntamiento aprob¨® cultivar marihuana a gran escala para los socios de un club de fumadores, la Asociaci¨®n Barcelonesa Cann¨¢bica de Autoconsumo (ABCDA). El municipio est¨¢ muy endeudado y el alcalde, Bernat Pellisa, decidi¨® promover este cultivo para salir de la crisis. Seg¨²n el acuerdo, la ABCDA pagar¨¢ 1,3 millones al Consistorio en dos a?os. La iniciativa fue apoyada por el 56% de los vecinos en una consulta, pero los Gobiernos central y catal¨¢n se oponen a ese cultivo y la justicia estrecha el cerco para impedirlo. El alcalde dice ahora que el proyecto est¨¢ en suspenso tras el incendio. ¡°Hay que enfriarlo todo, ahora no podemos pensar en nada m¨¢s que en solucionar los estragos del fuego¡±, dice Pellisa, que deja la puerta abierta a plantar las semillas de cannabis en el futuro.
¡°Desde Rasquera hasta Tortosa es todo salvaje, no hay ni caminos, por eso vinimos a vivir aqu¨ª, hemos llegado a tener 30 pavos y siempre vienen a comer y beber hasta la casa jabal¨ªes, zorros y ¨¢guilas¡±, explica Amiram Reuveni, de 61 a?os y origen israel¨ª. Conoci¨® a su mujer, Dominique Garc¨ªa, de 50 a?os, en Holanda. Ella tiene familia espa?ola y hace 26 a?os fueron en Semana Santa a Pamplona porque quer¨ªan vivir en Espa?a. ¡°Llovi¨® mucho y hac¨ªa fr¨ªo, por eso decidimos probar suerte bajando por el Ebro, dimos vueltas hasta que encontramos el sitio perfecto; Rasquera¡±, recuerda Reuveni.
El matrimonio compr¨® a un pastor una mas¨ªa en un terreno plagado de pinos y olivos, donde siguen viviendo con sus dos hijas gemelas de 15 a?os. Las llamas del incendio llegaron a solo dos metros de su casa. Tras el desastre, en su finca deambulan pavos reales con las colas quemadas y se ven una bombona de butano calcinada y un dep¨®sito de agua tambi¨¦n devastado. ¡°Hay poca agua. Tenemos un pozo, pero va con energ¨ªa solar. Estren¨¦ el dep¨®sito de 124.000 litros hace un mes. Para m¨ª era la felicidad, la riqueza, y ahora est¨¢ destrozado¡±, narra Reuveni.
Talar¨¢n los ¨¢rboles muertos, menos un pino de gran altura. ¡°Es la casa de los pavos, donde duermen¡±, aclara. A¨²n recuerda con angustia el primer d¨ªa del incendio. ¡°Nos marchamos a la una de la madrugada porque las llamas nos estaban rodeando, avisamos a nuestro vecino, el pastor, quien se qued¨® toda la noche luchando contra el fuego solo, sin ayuda¡±, explica Reuveni. Ahora recuerda que la noche del incendio la familia tuvo que dormir ¡°dentro del coche en el arc¨¦n de la carretera¡±. Reuveni entra en una caravana situada a 10 metros de la mas¨ªa y ense?a unos papeles quemados. ¡°El fuego rompi¨® los cristales y entraron brasas dentro, pero se salv¨® la caravana¡±, explica. Esa es su oficina; la instal¨® all¨ª porque es el ¨²nico sitio de su finca con cobertura para conectarse a Internet.
Reuveni trabaja en ella, rodeado de fauna salvaje y aire puro. Este vecino de Rasquera tiene una editorial de c¨®mics, Ponent Mon. Ense?a uno de sus ¨²ltimos libros editados, Furari, de Jiro Taniguchi. ?l selecciona los libros, compra los derechos en Asia o B¨¦lgica, tiene traductores en Espa?a y un maquetador en Argentina, y los ejemplares se imprimen en China. Todo lo gestiona desde su caravana de Rasquera.
Hoy los alcaldes de Benifallet, Tivenys, El Perell¨® y Rasquera se re¨²nen con el director territorial de Agricultura en las comarcas del Ebro, Pere Vidal, para hacer una primera evaluaci¨®n de los da?os provocados por el fuego, que arras¨® 3.000 hect¨¢reas, y pedirle ayudas.
Muchos vecinos de procedencia extranjera han adaptado sus oficios al modo de vida tranquilo de Rasquera, donde el tiempo parece pasar despacio. Robin y Tricia Carpenter, un matrimonio de 50 a?os, llegaron hace nueve a?os. ?l es jinete y cr¨ªan caballos. Compraron una casa en el pueblo y una caballeriza en el campo. Dan clases de equitaci¨®n. ¡°Buscamos en un mapa el lugar perfecto para vivir; al lado del mar, el r¨ªo y el bosque, las coordenadas se?alaron Rasquera. Es como Inglaterra hace 50 a?os, sin edificar, all¨ª la finca nos hubiese costado tres millones de libras; aqu¨ª, menos de la mitad¡±, dice Robin. ¡°De Espa?a solo nos molesta la corrupci¨®n y los mosquitos¡±, sostiene Tricia. Todos piensan seguir viviendo en Rasquera, a pesar de las pol¨¦micas y lo ocurrido. ¡°He pensado en marcharme estos d¨ªas, pero ?qu¨¦ voy a hacer? Si dejo la casa, van a entrar a robar, y con la crisis y el incendio no la va a comprar nadie¡±, afirma Reuveni. Tras el fuego, su mujer llam¨® a la polic¨ªa porque varios hombres entraron en la finca para robar chatarra. Reuveni mira los ¨¢rboles negros, sin hojas, la tierra calcinada y su casa salvada. ¡°Es un desastre y un milagro a la vez¡±, concluye.
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