L¨¢grimas de lluvia bajo el Arc de Triomf
El Primavera Sound se despide con canciones y nostalgia
No es el final del verano, a¨²n estamos en primavera, pero la despedida de un festival musical tiene parecida carga nost¨¢lgica. Atr¨¢s quedan d¨ªas al margen de la cotidianidad, d¨ªas especiales en los que se arrinconan rutinas en favor de un alborozo que todo lo subvierte. Despedir un festival es reconocer expl¨ªcitamente que todo eso ha sido un simple par¨¦ntesis en el d¨ªa a d¨ªa, por eso tiene una carga emotiva que, en ocasiones, puede evocar al final del est¨ªo. El Primavera Sound 2012 se despidi¨® ayer en el paseo de Llu¨ªs Companys, junto al Arc de Triomf, y pese a que los all¨ª presentes no solo eran asistentes al festival, la sensaci¨®n de nostalgia estaba presente bajo un cielo encapotado, lluvioso y triste que moteaba de oto?o una tarde primaveral de despedida.
Esa nostalgia pod¨ªa rastrearse en las pulseras que a¨²n denotaban a sus poseedores como asistentes al festival. Ya no eran necesarias, el acto era gratuito, pero mantenerlas era como seguir boqueando ox¨ªgeno de festival cuando este comienza a ser un recuerdo. Porque ?cu¨¢ndo liberar a la mu?eca de la pulsera?, ?cu¨¢nto tiempo ha de pasar para aceptar que el festival y lo en ¨¦l visto y vivido ya forma parte, como tantas otras cosas, del pasado? Por suerte para todos, la despedida del Primavera Sound no tuvo lugar en el propio recinto, con la luz del sol mostrando rostros desorientados y aturdidos, sino en un atardecer dominical posterior a un sue?o que pudo ser reparador. Un hecho que evita una despedida m¨¢s embotada que emotiva.
Mantener las pulseras era como seguir bloqueando ox¨ªgeno del festival
La fiesta comenz¨® a la hora en la que un domingo normal obliga a aceptar la existencia del lunes, pongamos que a las seis de la tarde. En ese instante, alg¨²n centenar de personas manten¨ªan el esp¨ªritu festivalero. Ante ellas apareci¨® una artista en los ant¨ªpodas de las propuestas propias de festival, una asturiana llamada Lorena que se gan¨® al personal con sus canciones populares, tocadas con botella de an¨ªs y casta?uelas, con aire de jota y retranca que dan los a?os o, en el caso de esta joven, un evidente apego y cercan¨ªa a la tradici¨®n. Sus canciones tuvieron ese don consistente en hacer bailar y tararear tanto a un moderno de libro como a una madre de barrio que con piezas como Manolo ¡ªun canto al amor manifestado en comida¡ª o Plegaria de amor ¡ªque va de lo que se deduce del t¨ªtulo¡ª ense?aba a bailar a su hija.
Lorena, una persona que incluso r¨ªe cuando ha de presentar una pieza triste como Mi testamento, trajo a la despedida del Primavera un desparpajo y un sentimiento de m¨²sica popular e historias de toda la vida, con humor y l¨¢grimas, desesperanzas y fiesta¡ ese p¨¢lpito de sociedad rural que en las romer¨ªas canta canciones como las compuestas por ella. Y para dejar claro que no es simplemente una mujer de aldea, nada mejor que escuchar Centro de atenci¨®n, una pieza que retrata el mundo art¨ªstico con una certeza quir¨²rgica.
Actuaron Lorena, Joe Crep¨²sculo, Nacho Vegas y Yann Tiersen, entre otros
Las primeras gotas de lluvia hab¨ªan ca¨ªdo justo cuando Lorena sal¨ªa a escena y durante buena parte de la tarde jugaron al gato y al rat¨®n con el p¨²blico hasta que se desplomaron en tropel sobre sus cabezas. La asistencia respond¨ªa al perfil de los que ocuparan ese mismo espacio el d¨ªa de la presentaci¨®n del festival, el mi¨¦rcoles, y la mezcla entre turistas, festivaleros y familias era absoluta. La iniciativa comercial mostr¨® otro avance multicultural, traducido en que los paquistan¨ªes ya no solo vend¨ªan latas de cerveza, sino tambi¨¦n mojitos. No es preciso decir que cuando las gotas arreciaron aparecieron los paraguas plegables.
Tras la estupenda actuaci¨®n de Lorena y su Banda Municipal (una corista con la botella de an¨ªs y las casta?uelas y un chico que dejaba claro que un bombo se puede utilizar de maneras m¨¢s creativas que la popularizada por Manolo, el del ¨ªdem), sali¨® a escena Joe Crep¨²sculo para dejar bien clarito que los artistas tambi¨¦n trasnochan. Con una voz acazallada por el uso, Crep¨²sculo pareci¨® una v¨ªctima m¨¢s del festival, lo que no rest¨® capacidad de conexi¨®n con el p¨²blico. Tras su actuaci¨®n lleg¨® la de Nacho Vegas, la estrella de la noche con permiso de Yann Tiersen y Richard Hawley, cuya melancol¨ªa se esperaba derramase l¨¢grimas de p¨¦rdida entre la multitud.
Como que la algarab¨ªa y las conversaciones no cesaban pese a que Nacho ya cantaba La gran broma final, pareci¨® que el asturiano, en las ant¨ªpodas de Lorena, fuese un se?or con cara de palo, triste y probablemente estre?ido que contaba sus problemas a los dem¨¢s cuando ¨¦stos no quer¨ªan saber nada sobre lo triste de la vida. Fue una impresi¨®n fugaz, pues la perseverancia de Nacho y la capacidad de sus canciones para atrapar en su mara?a, algo as¨ª como la eficiencia del inapreciable sirimiri que acaba empapando, fij¨® la atenci¨®n del respetable y entonces la cara de Nacho mut¨® de estre?imiento a sufrimiento. Acabada su actuaci¨®n la lluvia se desperez¨® y moj¨® alegremente a la concurrencia, que pese a todo esper¨® las dos siguientes actuaciones. Fue un final oto?al para un festival primaveral.
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