Amo el olor del napalm
"Este bucle diab¨®lico no indica la salida de socorro. Sin duda la hay, pero los que manejan el cotarro no quieren bajarse del carrusel"
En la c¨¦lebre secuencia de Apocalypse Now, la pel¨ªcula de Francis Ford Coppola, Robert Duvall, o sea, el teniente coronel Killroy, quiere surfear sobre las olas que le improvisa una escuadra de helic¨®pteros aplicada al exterminio de una aldea vietnamita a orillas de un r¨ªo. Mientras los supervivientes huyen despavoridos, la aviaci¨®n borra del mapa el enclave arrocero con napalm, esa gasolina gelatinosa cuya combusti¨®n dura m¨¢s que la corriente. El militar exclama: ¡°Amo el olor del napalm por la ma?ana. Una vez durante doce horas bombardeamos una colina y cuando acab¨® todo, sub¨ª. No encontramos ni un cad¨¢ver de esos chinos de mierda. Qu¨¦ pestazo, el de la gasolina quemada. Aquella colina ol¨ªa a¡ a victoria¡±. Huelga abundar en la ficci¨®n, pero viene al pelo imaginar tal escenario u otro parecido frente al horizonte que nos apa?a ese carrusel de caraduras, corruptos y sinverg¨¹enzas empe?ado en dinamitar vidas y haciendas, rendir el amor propio y abortar cualquier resquicio de esperanza en el presente, no digamos en el incierto futuro. Al desacreditado Rajoy, su equipo de demolici¨®n, la quincalla perif¨¦rica, la Oberstf¨¹hrer Merkel y resto del arsenal institucional de destrucci¨®n masiva solo les falta poner de buena ma?ana La cabalgata de las valkirias, para que suene por todos los altavoces de esta geograf¨ªa sometida y a¨²n bajo saqueo. Ese preludio es m¨¢s ilustrativo que el desplome de la Bolsa, la prima de riesgo, los eufemismos de todo a cien del Gobierno y el conjunto de mentiras y arbitrariedades sobre el que se edifica cada nueva jornada de sufrimiento con m¨¢s trabajadores en la calle, m¨¢s estudiantes condenados, m¨¢s familias desesperadas, m¨¢s inseguridad y nuevas cotas de indigencia para mostrar la realidad a este lado de los pesebres institucionales y sus tupidas redes de complicidades, desverg¨¹enzas, omert¨¤ y el oportuno contingente de gr¨¢ficos para alimentar el discurso de la insensatez. Hasta el d¨ªa siguiente, en que las notas de Wagner vuelvan a amedrentar a la aldea y ofrecer otro escaparate de falacias, impunidades y nuevas dosis de terror, despidos, recortes, gr¨¢ficos y desinformaci¨®n sobre el estado del t¨²nel.
Este bucle diab¨®lico no indica la salida de socorro. Sin duda la hay, pero los que manejan el cotarro no quieren bajarse del carrusel. Sigan as¨ª, pero es improbable que tras la toma de RTVE para abundar en el enga?o y la lealtad de cierta oposici¨®n devaluada de tanto dilatar esf¨ªnteres a cambio de un pasar, quienes dicen estar al tim¨®n puedan hacer frente al desparrame de indignaci¨®n, por decirlo suave. De momento la ciudadan¨ªa sigue con el calendario de protestas ¡ªla nueva ruta contra el colesterol¡ª, que el r¨¦gimen ignora o da por amortizadas. Pero ojo, que el d¨ªa menos pensado el personal cambia de m¨¦todo y descubre que tambi¨¦n ama el olor del napalm por la ma?ana. ?D¨®nde se esconder¨¢n entonces? ?En el Senado?
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