Cada palo su vela
Una sociedad sin una garant¨ªa efectiva de los derechos a la educaci¨®n y a la salud es una sociedad m¨¢s insegura y, como consecuencia de ello, menos libre
Cuando una crisis alcanza la intensidad de la que estamos atravesando, no hay pr¨¢cticamente ning¨²n derecho fundamental que no se vea afectado de alguna manera en su ejercicio. Pero es obvio que los que m¨¢s se ven afectados son aquellos derechos en cuyo ejercicio la vertiente prestacional tiene m¨¢s importancia. De ah¨ª que el derecho a la educaci¨®n y el derecho a la salud est¨¦n siendo los que m¨¢s est¨¦n sufriendo como consecuencia de la crisis. Son derechos de libertad, de los que tenemos que responsabilizarnos los titulares de los mismos, que somos los ciudadanos individualmente considerados, pero tambi¨¦n derechos de prestaci¨®n, que exigen la intervenci¨®n del Estado, a fin de que su ejercicio pueda sea real y efectivo. En nuestro pa¨ªs, de la Comunidad aut¨®noma, ya que es ella la titular de la competencia en ambas materias.
El equilibrio entre libertad y prestaci¨®n es lo que define a los derechos de educaci¨®n y sanidad en el Estado democr¨¢tico, que justamente por eso son cl¨¢usulas esenciales del contrato social, en el que descansa la convivencia. Sin la posibilidad de un ejercicio razonablemente satisfactorio de estos derechos se resiente de manera significativa la libertad personal y se erosiona la legitimidad de los poderes p¨²blicos. Una sociedad sin una garant¨ªa efectiva de los derechos a la educaci¨®n y a la salud es una sociedad m¨¢s insegura y, como consecuencia de ello, menos libre. Montesquieu defini¨® la libertad como la sensaci¨®n que cada uno tiene de su propia seguridad. Y una sociedad que se siente menos libre, acaba perdiendo el respeto por los poderes p¨²blicos que la dirigen. La legitimidad del poder es tributaria de la seguridad y libertad ciudadanas.
Este es el gran problema con el que tenemos que enfrentarnos en las distintas comunidades aut¨®nomas tanto los ciudadanos como los poderes p¨²blicos. Y de la forma en que lo afrontemos y le acabemos dando respuesta va a depender la calidad democr¨¢tica del sistema pol¨ªtico de cada una de ellas. Cada palo va a tener que aguantar su vela. En este terreno cada comunidad aut¨®noma opera b¨¢sicamente como un compartimento estanco. No totalmente, pero s¨ª b¨¢sicamente. Somos los ciudadanos andaluces y los poderes p¨²blicos andaluces los que, en una situaci¨®n de emergencia como la que nos encontramos, tenemos que hacer posible que los derechos en general y el de educaci¨®n y salud en particular se disfruten de manera razonablemente satisfactoria. E igual los de las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas.
Se trata de un terreno en el que se pueden identificar las conductas de los ciudadanos y la actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos en las distintas comunidades aut¨®nomas y se puede hacer, en consecuencia, una evaluaci¨®n diferenciada tanto de los unos como de las otras. Sin un ejercicio individual responsable por parte de sus ciudadanos ninguna comunidad aut¨®noma podr¨¢ tener un sistema educativo y sanitario sostenible. Pero sin una dedicaci¨®n adecuada de recursos p¨²blicos tampoco. Esto vale en todo momento, pero m¨¢s todav¨ªa en ¨¦poca de vacas flacas. Cabe exigir un plus de responsabilidad a los ciudadanos en el ejercicio de los derechos y un plus de eficacia a los poderes p¨²blicos en el uso de los recursos p¨²blicos. En esta situaci¨®n de emergencia vamos a tener ocasi¨®n de comprobar qu¨¦ ciudadanos y qu¨¦ poderes p¨²blicos en las distintas comunidades aut¨®nomas est¨¢n a la altura del reto con el que tienen que enfrentarse.
De las crisis nunca se sale igual a como se entr¨®. Desde la transici¨®n hemos pasado ya por varias y la de finales de los setenta no fue de menos envergadura que la actual. De todas hemos salido con una sociedad m¨¢s libre y un Estado m¨¢s leg¨ªtimo. No conviene perderlo de vista, aunque ello no sea garant¨ªa de que esta vez tambi¨¦n vaya a ser as¨ª.
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