Nueva York en La Mancha
De la plaza de Par¨ªs a la plaza Mayor, el Madrid del autor de ¡®Segunda oscuridad¡¯ El escritor de 'Las armas o las letras' firma ma?ana ejemplares en la Feria del Libro
1. Plaza de Par¨ªs. Mendigos. Vivacs en invierno, fuegos aqu¨ª y all¨¢, hasta hace bien poco. Yo paseaba a la perra, y todos ¨¦ramos amigos de todos: ni?os, perros, mendigos, lo mejor de la ciudad. Y el recuerdo de Ram¨®n Gaya, que vivi¨® aqu¨ª los ¨²ltimos a?os de su vida.
?2. Gran V¨ªa. La calle que m¨¢s veces he recorrido a pie, ida y vuelta, durante 20 a?os. Ten¨ªa en ella su gabinete el tip¨®grafo Alfonso Men¨¦ndez con el que trabajo desde entonces algunas veces. Una calle universal, Nueva York en La Mancha. Toda clase de gente, turistas y provincianos como yo, que van, vienen y sobre todo est¨¢n, d¨¢ndole ese aire de cosm¨®polis de tercer orden, tan hospitalario.
3. Cuesta de Moyano. Durante muchos a?os la visitaba una o dos veces por semana. Antes de la ¡°peora¡± actual. La vida de los libros. Como los buquinistas de Par¨ªs pero sin Sena. Buenos amigos, libros viejos y libreros de viejo. Y acacias y p¨¢jaros. Y siempre a un paso del Prado, ¡°la roca espa?ola¡±, el baluarte. La raz¨®n de la vida, el arte: ¡°La verdad mira y calla¡±.
4. El Rastro. Acudo cada domingo desde hace 32 a?os. Un mundo distinto. Lo que fuimos, lo que somos, lo que seremos. Lo importante all¨ª no es lo que se busca, sino lo que se encuentra. Y lo que encontramos o lo lleva uno de casa puesto, o es mejor no buscar. Al Rastro vamos a reconocer, a reconocernos.
Vida y literatura
Andr¨¦s Trapiello (La Vega de Manzaneda, Le¨®n, 1953) cuenta su vida en www.andrestrapiello.com donde vuelca sus muchos alicientes: poes¨ªa, memorias, novela, tipograf¨ªa, edici¨®n... Y Madrid, muy presente en su obra y donde vive desde hace 30 a?os.
5. El Retiro. Sobre todo, en invierno y en oto?o. Sin gente. En verano tambi¨¦n, junto al estanque. La naturaleza en Madrid, los paseantes, los melanc¨®licos. Y los mirlos, y Baroja, cuya sombra se encuentra uno algunos d¨ªas entre la niebla.
6. El Jard¨ªn Bot¨¢nico. Nuestra dosis de racionalidad. En primavera. Los d¨ªas de diario. El regalo a veces de unos ni?os peque?os, visitantes de un colegio, corriendo por los viales, gritando como los p¨¢jaros, y sus maestras j¨®venes, tambi¨¦n ellas un poco a lo suyo, so?adoras entre las rosas.
7. Las Vistillas. Con el viaducto de los suicidas al lado y los atardeceres m¨¢s hermosos de Espa?a, velazque?os, la Casa de Campo, el Guadarrama. Y una cerveza fr¨ªa con amigos. La vida, el para¨ªso.
8. La Cava de San Miguel. Aqu¨ª ¡°vivi¨®¡± Fortunata. La posibilidad de vivir una ficci¨®n como realidad y la realidad como una ficci¨®n. Y la vida extra?a de los soportales de la plaza Mayor. La picaresca y la vida galdosiana de las cavas todav¨ªa, figones, posadas, cordeler¨ªas, boteros que ya no existen m¨¢s que en la memoria, como casi todo.
9. Conde de Xiquena. Nuestra calle. Corta y bonita. Esta es adem¨¢s una de las pocas en Madrid donde nadie ha cometido ninguna tropel¨ªa arquitect¨®nica. Se ve a un lado Santa B¨¢rbara, la iglesia barroca que hace que nos sintamos en Roma, pero lo insin¨²a con delicadeza para que no olvidemos que estamos en Madrid, la ciudad de todos porque no es de nadie, y acaso por eso mismo, perfecta. Frente a la ciudad eterna, la ciudad humana.
10. Museo Rom¨¢ntico. Escrib¨ª aqu¨ª La vida f¨¢cil, hace 30 a?os, un libro de poemas, durante seis o siete meses. Iba cada ma?ana. Hab¨ªa semanas en las que el museo no ten¨ªa ni un solo visitante: una maravilla. Con la ¨²nica biblioteca del mundo en la que pod¨ªas leer sentado en una mecedora. Y me gustaba tanto porque no se parec¨ªa a un museo, era como una casa vieja, la casa de la vida (San Mateo, 13).
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