Tartas que no se comen
La casa de pobres que construy¨® la duquesa de Osuna o la sede del Ayuntamiento. Son edificios ¡®kitsch¡¯, un estilo que a unos aterra y otros defienden, pero que a nadie deja indiferente
Woody Allen baja de visita al infierno y un gu¨ªa le va mostrando c¨®mo es la vida all¨ª abajo. En un momento dado el visitante se cruza con un individuo apesadumbrado al que le pregunta por qu¨¦ est¨¢ all¨ª. Y su respuesta fue: ¡°Porque soy el inventor de los muebles de metacrilato¡±. Esta salida que hizo fortuna (Desmontando a Harry) quiz¨¢s haya que ponerla en cuarentena. No es que est¨¦ tan claro que el kitsch vuelva a nuestras vidas, si es que alguna vez se fue. Pero s¨ª hay indicios de que estamos ante un cierto revival. Ya se sabe, el eterno retorno, en el que la crisis seg¨²n alguna teor¨ªa no es del todo ajena. Con el sugerente t¨ªtulo ?Lo kitsch es bello?, los museos Rom¨¢ntico y Cerralbo han organizado un ciclo de actividades (14 de junio en el Cerralbo y 13, 20 y 27 en el del Romanticismo) en el que a trav¨¦s de sus piezas se analizan los or¨ªgenes de este estilo, que para unos es como nombrar (efectivamente) al demonio, hortera y friqui. Para otros tiene el valor de lo aut¨¦ntico. Lo que s¨ª queda claro es que este arte excesivo es una reacci¨®n al menos es m¨¢sdel minimalismo triunfante durante tres d¨¦cadas.
?La profesora de Estilos en la Escuela Madrile?a de Decoraci¨®n, Cristina Rodr¨ªguez Goitia, encargada de los recorridos en el Museo Cerralbo, opina que el kitsch mantiene plena vigencia. ¡°Todos tenemos nuestro corazoncito kitsch, en el vestuario o en la decoraci¨®n¡±, apunta de antemano. ¡°Es el todo vale. Un estilo muy recargado en todo, sin armon¨ªa, con colores estridentes, materiales sint¨¦ticos, mezcla de estampados y uno muy utilizado ahora, el animal print. Tambi¨¦n es el gusto por el horror vacui, no dejar huecos sin llenar¡±. Hemos pedido a arquitectos y dise?adores que elijan un edificio de Madrid que responda a este estilo que a nadie deja indiferente desde que surgi¨®, en el XIX, cuando la peque?a burgues¨ªa sin posibles se empe?¨® en imitar los gustos de la alta burgues¨ªa abaratando los costes.
La Casa de la Vieja: el rico imitando al pobre
Esta especie de caba?a, que se encuentra en el parque del Capricho, la mand¨® construir la duquesa de Osuna para tener una casa de pobre en su fastuoso jard¨ªn siguiendo una moda que inaugur¨® Mar¨ªa Antonieta en Versalles. ¡°Con grandes excesos, es precisamente la imitaci¨®n de la sencillez donde est¨¢ lo kitsch. Es una visi¨®n de c¨®mo los ricos imitan el modo de vida de los pobres. La duquesa repite pormenorizadamente todos los detalles, desde falsas rocas hasta una huerta que cultivaban primorosamente jardineros franceses. Como una aldea¡±, cuenta Izaskun Chinchilla. La arquitecta, firme defensora de lo kitsch, encuentra en este estilo algo de femenino. ¡°La casita intenta ser cutre y en ese cari?o por la imperfecci¨®n hay una pauta femenina que ha sido muy castigada en la arquitectura oficial, frente a lo masculino que intenta conseguir una visi¨®n can¨®nica¡±. Critica que este estilo cuyo manierismo visual ¡°no es nada sencillo de lograr¡±, est¨¦ absolutamente infravalorado. ¡°Y sin embargo, esos restaurantes tan blancos que han surgido en Chueca y que intentan vendernos como algo sencillo, es muy artificial. Esos espacios blancos, industriales y de otra ¨¦poca, requieren artificializar mucho las cosas, lo cual es un componente kitsch¡±. Entre las virtudes de este estilo reivindica que prolongue la esencia barroca, ¡°que es la celebraci¨®n de la vida en el arte¡±.
Sede de la SGAE: una tarta manchega
El palacio Longoria, la sede de la SGAE, en Fernando VI, del arquitecto Jos¨¦ Gras¨¦s Riera, por encargo del financiero Javier Gonz¨¢lez Longoria, es ¡°el colmo de la apariencia¡± para el director art¨ªstico de cine Antx¨®n G¨®mez. ¡°Es pura decoraci¨®n, puro maquillaje. Se le ha asociado al modernismo, pero es la parte m¨¢s fr¨ªvola del modernismo que tiene cosas m¨¢s profundas que tienen que ver con la arquitectura¡±. Para ¨¦l, este edificio se queda en la decoraci¨®n, ¡°es como una tarta vienesa. La reproducci¨®n m¨¢s burda de algo mejor¡±. Aun as¨ª, el director art¨ªstico no lo derribar¨ªa. ¡°Soy partidario de conservar casi todo. Los que nos dedicamos al cine siempre buscamos vestigios del pasado y es sorprendente lo poco que conservamos. En Espa?a hay obsesi¨®n por borrar las huellas del pasado y es una equivocaci¨®n¡±.
Edificio Espa?a: un rascacielos manchego
Este edificio levantado por los hermanos Otamendi en 1953, que predomina en la plaza de Espa?a, fue ensalzado dentro de la ret¨®rica del franquismo como el m¨¢s alto de Espa?a y Europa. Sin embargo, el arquitecto Luis Fern¨¢ndez Galiano opina que es como una caricatura. ¡°Es el m¨¢s camp y el m¨¢s feo de los edificios de Madrid, un neobarroco hecho con poqu¨ªsimo acierto¡±, critica sin concesiones, ¡°pero con el que tenemos una relaci¨®n sentimental¡±. Ah¨ª radica su concepci¨®n de lo kitsch: algo pasado de moda, de mal gusto, un concepto elusivo, casi oximor¨®nico como de amor odio, ¡°pero que casi en contra de nuestro juicio intelectual lo amamos¡±. Este rascacielos, contin¨²a, no llega a ser un Eurobuilding neoyorquino, ¡°es pomposo, con ese esfuerzo por evocar la gran arquitectura americana, pero revestida de un ropaje historicista inapropiado. Tiene una condici¨®n casi rural, resulta un h¨ªbrido atroz, un rascacielos manchego¡±.
Palacio de Cibeles: pasado de rosca
A Teresa Sapey siempre le choc¨® ese edificio de Antonio Palacios, tan teatral y fuera de contexto: ¡°Es como un neomodernismo entre catal¨¢n y de Otto Wagner, ¨²nico, y en Madrid no pega. Es tan grande, tan mazacote que tiene algo de tarta de cumplea?os. Es verdad que puede tener algo de mal gusto, pero yo m¨¢s dir¨ªa fuera de escala¡±. La arquitecta es una entusiasta de lo kitsch, ¡°por su personalidad, porque cuenta una historia, por su punto divertido, por lo ir¨®nico y porque tiene algo de elegante, chic and cheap¡±. En el campo de la arquitectura no duda un instante en se?alar a Santiago Calatrava como el rey absoluto del kitsch con su Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia. ¡°Es algo disney, hollywoodiano, no se sabe si son u?as de dinosaurio o tornillos macrosc¨®picos¡±, se?ala. Por eso, deduce que la arquitectura kitsch nunca es discreta. ¡°Siempre est¨¢ pasada de rosca¡±.
Centro Comercial Plaza Norte 2: como cementerios
El dise?ador Carlos D¨ªez dice que para ¨¦l lo kitsch es algo hortera, feo. Y en este apartado incluye a todos los centros comerciales del mundo ¡°Son el summum de lo hortera y me parecen un poco como cementerios¡±, apunta. A esta exagerad¨ªsima construcci¨®n del siglo XXI, cuya gran c¨²pula sobresale en el extrarradio madrile?o, no le ve ning¨²n encanto. ¡°No le encuentro nada positivo, con ese abigarramiento, me aturde y c¨®mo la gente compra. No solo es una cuesti¨®n est¨¦tica, sino tambi¨¦n algo ¨¦tico¡±.
Florida Park: cuesti¨®n de car¨¢cter
El bloguero y arquitecto Edgar Gonz¨¢lez dice que el kitsch que de verdad es hermoso es porque tiene autenticidad y car¨¢cter, algo muy dif¨ªcil de crear. ¡°Y en esta peque?a sala de fiestas en el Retiro m¨¢s que por fuera, que no es nada, es su atm¨®sfera. Tiene que ver con lo aut¨¦ntico, no quiere ser una cosa que no es, no tiene m¨¢s aspiraci¨®n¡±. En este sentido, cita como ejemplo ¡°forzado¡±, que pretende serlo, el restaurante Ramses, de Philippe Starck, en la plaza de la Independencia: ¡°Quiere ser kitsch y por eso lo pierde¡±. La vuelta a este estilo, afirma, quiz¨¢s tenga que ver con la nostalgia. ¡°El futuro en el kitsch no existe, siempre mira atr¨¢s. Y traslad¨¢ndolo a la actualidad me habla un poco de esa falta de referencias, estamos tan perdidos que buscamos en otras ¨¦pocas¡±.
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