Guitarreando

Fue una noche de guitarreo importante para Tomatito, que adem¨¢s toc¨® largo tiempo sin descanso alguno: una hora y tres cuartos; una paliza sin duda, para quienes sabemos los esfuerzos que este arte supone. Pero Tomatito estaba inspirado, sin duda, y se entreg¨® al empe?o con decisi¨®n.

?Tengo la impresi¨®n, por a?adidura, que el guitarrista est¨¢ quiz¨¢ en el mejor momento de su carrera, cuando conoce ya de manera excelente el instrumento y sabe arrancarle su m¨¢s alto nivel. No quiero decir que fuera un concierto perfecto, teng¨¢moslo en cuenta. Tomatito se mostr¨® repetitivo en alg¨²n momento, ligeramente confuso en alg¨²n otro, ciertos temas resultaron de una extensi¨®n desmesurada sin que los contenidos lo justificaran... Pero en general hizo un toque de gran belleza, templando la guitarra con mimo exquisito, pulsando las cuerdas a veces casi con ternura. Un toque, ciertamente, profundo y reflexivo, que le daba una entidad de indiscutible obra de arte. En tales momentos, a pesar de las dificultades, al guitarrista se le ve¨ªa a gusto, complaciente consigo mismo, como si admirara a otro artista que no fuera ¨¦l.

Hizo un repertorio bastante convencional, predominando sobre todos los g¨¦neros el flamenco. Y dejando constancia de que, pese a sus veleidades con el jazz latino, el blues o el rock, ¨¦l es antes que nada un flamenco de cuerpo entero. Estuvo entra?ado grandemente con el arte de su guitarra, llegando a lograr en ocasiones un verdadero tensionamiento dif¨ªcil de explicar. Hubo ocasiones de un sonido tremendamente arrebatador, lleno de jondura, profundamente enduendado. El mejor Tomatito, indudablemente, no solo el m¨¢s flamenco, sino sobre todo el mejor m¨²sico.

El grupo que le acompa?¨® fue a ratos irregular. No s¨¦ si el sonido estaba mal, pero a veces parec¨ªa haber una distorsi¨®n entre los cantaores. Bien la segunda guitarra y singularmente el percusionista, que hizo algunos solos brillantes.