La memoria perdida de Marineda
La Casa-museo Pardo Baz¨¢n impulsa recuperar en la antigua f¨¢brica de tabaco la historia fabril de A Coru?a y sus cigarreras
Clausurada hace ya una d¨¦cada, la emblem¨¢tica F¨¢brica de Tabaco de A Coru?a borrar¨¢ en breve las huellas de casi dos siglos como referente industrial e icono del trabajo femenino, el de varias generaciones de cigarreras, para transformarse en sede judicial. Y si Clar¨ªn convirti¨® en sin¨®nimo de Oviedo la palabra Vetusta, la denominaci¨®n que se invent¨® para la ciudad asturiana en La Regenta, el equivalente coru?¨¦s de Emilia Pardo Baz¨¢n, Marineda, ha perdido con el tiempo su significado y su fuerte lazo con la otrora potente manufactura de pitillos. Teclee en cualquier buscador de Internet el nombre literario que dio la ilustre escritora a su ciudad natal y encontrar¨¢ s¨®lo masivas referencias a un gigante del sector comercial reci¨¦n implantado en A Coru?a.
De ah¨ª el inter¨¦s de la original iniciativa de la Casa-museo de Pardo Baz¨¢n, bajo el paraguas de la Real Academia Galega: ha propuesto un espacio en los desafectados talleres llamados a llenarse de togas para recuperar la memoria p¨¦rdida de una ciudad y su ¡°aristocracia proletaria¡± que inmortalizaron la pluma de la condesa literata en una de sus obras cumbre, La Tribuna. La novela, escrita en octubre de 1882 y publicada al a?o siguiente, introdujo el naturalismo, relatar la realidad con base documental, en la literatura espa?ola.
Anterior a La Regenta (1884) y a Germinal (1885) del padre del naturalismo, el franc¨¦s ?mile Zola, el libro de Pardo Baz¨¢n, con la f¨¢brica de tabaco como escenario y las cigarreras como protagonistas, no s¨®lo es la primera interpretaci¨®n literaria del mundo laboral en Espa?a. Es tambi¨¦n un valioso testimonio de la sociedad gallega en el convulso final del siglo XIX, de sus clases y diferencias, de sus luchas, logros y fracasos. Para escribir La Tribuna, la escritora se document¨® a fondo. ¡°Donde hay 4.000 mujeres hay 4.000 novelas de seguro¡±, dec¨ªa la adinerada Do?a Emilia. Y no dudo en escandalizar a su mundo burgu¨¦s para denunciar, bajo la nueva ¨®ptica del mundo obrero, la condici¨®n femenina en el siglo XIX. Dos meses dedic¨® Pardo Baz¨¢n a visitar ¡°ma?ana y tarde, oyendo conversaciones, delineando tipos, cazando al vuelo frases y modos de sentir¡± una f¨¢brica entonces referente industrial y pol¨ªtico adem¨¢s de ¡°un verdadero infierno social¡±, as¨ª como a sus guerreras inquilinas. ¡°Una masoner¨ªa de mujeres que, aunque hoy se arranquen el mo?o, ma?ana se ayudan a todas como una legi¨®n de diablos¡±, describe en su libro la escritora. Mal recibida en sus primeras excursiones fabriles, no dud¨® en llevar a su hijo de cuatro a?os para ganarse la confianza de las cigarreras, procedentes de las clases m¨¢s pobres pero que se convirtieron en una ¨¦lite del mundo obrero gallego.
A Coru?a apenas explota el legado de esta gran dama de las letras espa?olas
¡°Es un lujo para cualquier ciudad tener una referencia literaria de la talla de Pardo Baz¨¢n, son muchas las urbes que se conocen m¨¢s por la literatura que por otras cosas¡±, destaca el secretario de la Academia, Xos¨¦ Lu¨ªs Axeitos. Pero a diferencia del Madrid de Gald¨®s o del Oviedo de Clar¨ªn, A Coru?a apenas explota el legado de esta gran dama de las letras espa?olas. No hay ning¨²n proyecto para conservar y rendir homenaje a una novela y a una f¨¢brica con innegable influencia en la historia, sociedad y urbanismo de la ciudad. Ni tampoco, lamenta Axeitos, rutas literarias como hacen otras ciudades con sus escritores c¨¦lebres. La casa-museo y un pu?ado de institutos son los ¨²nicos que se preocupan por organizar aulas did¨¢cticas.
Cuando jueces y abogados se adue?en de las antiguos talleres de manufactura de pitillos que Pardo Baz¨¢n divid¨ªa en ¡°el para¨ªso, el purgatorio y el infierno¡±, quedar¨¢n libres, sin uso definido, 3.000 metros cuadrados de la factor¨ªa. El Ayuntamiento, que cedi¨® a la Xunta un edificio que conservar¨¢ su fachada original, no sabe a¨²n a qu¨¢ dedicarlos. La actual condesa Pardo-Baz¨¢n, Carmen Colmeiro, est¨¢ tambi¨¦n implicada en estas gestiones para despertar el inter¨¦s p¨²blico por rendir homenaje, reservando un hueco aunque sea peque?o dentro de la antigua f¨¢brica, ¡°a la novela y a las trabajadoras que la convirtieron en emblema del feminismo laboral¡±, explica la conservadora de la casa-museo Pardo Baz¨¢n, Xulia Santiso.
Es s¨®lo a¨²n una iniciativa, sin proyecto concreto ni financiaci¨®n. ¡°No tenemos dinero, no podemos meternos en esta aventura¡±, m¨¢s all¨¢ de una colaboraci¨®n y cesi¨®n de material, advierte Axeitos. Y la cosa tiene cierta urgencia: a principios del pr¨®ximo a?o est¨¢ previsto iniciar las obras para reconvertir la f¨¢brica en sede de Justicia. Y a¨²n conserva alg¨²n vestigio de su ¨¦poca manufacturera que nadie, de momento, prev¨¦ conservar.
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