CIE de M¨¢laga: fin a dos d¨¦cadas de infamia
El Gobierno cerrar¨¢ el centro de inmigrantes m¨¢s conflictivo de los diez que hay en Espa?a
El pr¨®ximo 20 de junio, el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de M¨¢laga, una c¨¢rcel para emigrantes irregulares en espera de expulsi¨®n de Espa?a, cerrar¨¢ definitivamente sus puertas. Con la clausura de las instalaciones del antiguo cuartel de Capuchinos se pondr¨¢ fin a una historia de sufrimiento humano que arranc¨® en 1990 y que se ha caracterizado por el hacinamiento, la falta de higiene, seguridad, intimidad y atenci¨®n a los internos. Y tambi¨¦n por episodios de graves irregularidades policiales.
El pasado martes, el subdelegado del Gobierno en M¨¢laga, Jorge Hern¨¢ndez Mollar, confirm¨® p¨²blicamente la noticia: el Ministerio del Interior hab¨ªa decidido cerrar el CIE porque el edificio ¡°no permit¨ªa que ni los internos ni los funcionarios tuvieran unas condiciones dignas de habitabilidad¡±. El Ejecutivo tomaba la decisi¨®n tras haber deso¨ªdo durante a?os una catarata de informes y peticiones de cierre. A las quejas constantes de las ONG de derechos humanos se han ido uniendo con el paso de los a?os los defensores del pueblo, la Fiscal¨ªa y los jueces y la propia Comisar¨ªa Provincial de M¨¢laga, de quien dependen en primera instancia las instalaciones.
El CIE entr¨® en funcionamiento en 1990 para recluir a los inmigrantes sin permiso de residencia en Espa?a ¨Cuna mera falta administrativa, no penal-. Los internos pod¨ªan pasar en el centro antes de su expulsi¨®n un m¨¢ximo de 40 d¨ªas, plazo que se ampli¨® a 60 en diciembre de 2008. El antiguo convento y cuartel, propiedad del Estado desde 1840, pronto adquiri¨® los tintes de un centro penitenciario sin las garant¨ªas de este. En sus celdas colectivas, siempre iluminadas con luz artificial, se agrupaban personas sin antecedentes policiales con otras que hab¨ªan cometido delitos, y en los primeros a?os los internos no pod¨ªan salir al patio.
Las primeras quejas de las asociaciones humanitarias sobre las deficiencias del CIE ¨Cun edificio semiruinoso- llegaron en 1991. Las ONG denunciaron la falta de un reglamento de funcionamiento interno, la ausencia de servicios sociales y m¨¦dicos permanentes o las dificultades para las visitas de familiares y letrados. En 1994, un grupo de 46 internos llev¨® a cabo una huelga de hambre para protestar por la escasez y mala calidad de la comida y la falta de elementos de ocio en el centro.
En el centro se han registrado al menos dos suicidios y tres incendios
El CIE comenz¨® a ser noticia en junio de 1996, cuando 103 inmigrantes que se encontraban all¨ª internados procedentes de Melilla fueron sedados con haloperidol y transportados a toda prisa y en secreto en cinco aviones militares a Mal¨ª, Senegal, Camer¨²n y Guinea-Conacry. Aquel episodio dej¨® una de las primeras frases para la historia del entonces reci¨¦n nombrado presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar: ¡°Ten¨ªamos un problema y lo hemos resuelto¡±. El caso acab¨® archivado por la Fiscal¨ªa.
Entre 1998 y 1999 las instalaciones del CIE registraron un total de tres incendios. El primero de ellos, en mayo de 1998, fue provocado por cinco inmigrantes argelinos a los que se les hab¨ªa denegado el asilo pol¨ªtico y caus¨® 14 heridos, tres de ellos graves. El segundo fuego, en diciembre de ese a?o solo dej¨® da?os materiales. El tercero ocurri¨® a mediados de 1999, semanas despu¨¦s de que el Defensor del Pueblo estatal constatara en una visita la ¡°gran precariedad¡± de las instalaciones: cuatro inmigrantes tuvieron que ser trasladados al hospital.
Cinco polic¨ªas del CIE esperan juicio por supuestos abusos sexuales a internas en 2006
La Administraci¨®n cerr¨® el centro entre febrero de 2000 y abril de 2001 para efectuar reformas. Con el despegue econ¨®mico de principios de siglo la inmigraci¨®n irregular comenzaba a formar parte de la agenda del Gobierno. El CIE pas¨® de 74 plazas a 125. Pero los incidentes no cesaban: en septiembre de 2002, un inmigrante georgiano con problemas de ansiedad se suicida a la espera de su repatriaci¨®n. Otro ciudadano colombiano har¨ªa lo mismo apenas tres a?os m¨¢s tarde. El Defensor del Pueblo y la Fiscal¨ªa de M¨¢laga afirman ya sin pa?os calientes en sus memorias anuales que los internos del CIE ¡°viven en peores condiciones que las de una c¨¢rcel¡± y piden el cierre. El Ministerio del Interior acomete nuevas reformas del centro, pero no dejan de ser simples parches, al tiempo que restringe el acceso a familiares, abogados y organizaciones humanitarias.
Sin embargo, el suceso m¨¢s grave se conoci¨® el 22 de junio de 2006. Ese d¨ªa, la Comisar¨ªa Provincial de M¨¢laga envi¨® con urgencia un comunicado en el que informaba de que una ¡°inspecci¨®n habitual¡± hab¨ªa detectado ¡°actividades irregulares¡± en el tratamiento de los internos. La nota hac¨ªa referencia a la ¡°celebraci¨®n de alguna fiesta nocturna en la que participaban internas y que podr¨ªan haber llegado a mantener relaciones sexuales con los funcionarios¡± del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa.
El esc¨¢ndalo de las fiestas con sexo y alcohol se sald¨® con la detenci¨®n de siete polic¨ªas, tres de los cuales ingresaron en prisi¨®n acusados de abuso sexual. Tras seis a?os de procedimiento judicial, el pasado mayo, el fiscal solicit¨® penas de 27 a?os de c¨¢rcel para cinco de los agentes. El caso est¨¢ pendiente de juicio.
El cierre del CIE de M¨¢laga se enmarca en la reforma del r¨¦gimen de funcionamiento de estos centros ¨Cun total de 10 en Espa?a- y que pasar¨¢n a denominarse Centros de Estancia Controlada de Extranjeros. Todos los estamentos han saludado la clausura del antiguo cuartel de Capuchinos. Las organizaciones reclaman ahora el cierre del resto de CIE, empezando por el de Algeciras, que presenta unas condiciones no muy diferentes del que ahora comienza a ser historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.