Galicia podr¨ªa haber sido Normand¨ªa
¡®War Zone¡¯, una investigaci¨®n que tendr¨¢ pr¨®xima parte, ahonda en el papel ¡°estrat¨¦gico¡± del noroeste peninsular durante la II Guerra Mundial
¡°Siento confirmarle, doctor, que, en efecto, va a tener que marcharse. La Gestapo nos acecha constantemente¡±, le dijo Samuel Hoare, el embajador brit¨¢nico, en su despacho. ¡°Ya han muerto cuatro de nuestros agentes en Espa?a y no puedo permitir que usted sea la quinta v¨ªctima. Me notifican que est¨¢n enterados de sus actividades en la v¨ªa de escape espa?ola, y ni siquiera en su finca gallega estamos seguros de poder mantener el anonimato. Nuestra m¨¢xima prioridad es que Espa?a no entre en guerra. Cualquier cuesti¨®n que lo entorpezca tendr¨¢ que evitarse¡±.
Al otro lado de la conversaci¨®n que los historiadores Emilio Grand¨ªo y Javier Rodr¨ªguez recogen en War Zone (Eneida, 2012) estaba Eduardo Mart¨ªnez Alonso. El cirujano vigu¨¦s trabajaba entonces, enero de 1942, para el Special Operations Executive (SOE) del espionaje brit¨¢nico. No era un agente cualquiera. Su ¡°finca gallega¡±, situada en A Portela (Redondela), era en realidad pieza esencial en una de las redes de evasi¨®n de refugiados que atravesaban la ratonera de Franco de extremo a extremo, desde la frontera francesa hasta Portugal. A solo tres kil¨®metros r¨ªa abajo, los alemanes ten¨ªan dos embarcaderos de wolframio. Rande era un aut¨¦ntico nido de esp¨ªas.
¡°La guerra en Galicia no se acab¨® en 1939¡±, explica Grand¨ªo para ampliar la fotograf¨ªa de la ¨¦poca. ¡°Tuvo continuidad a trav¨¦s del r¨¦gimen franquista y de la II Guerra Mundial. El noroeste de la pen¨ªnsula ib¨¦rica se hab¨ªa convertido en un objetivo estrat¨¦gico. Por un lado, por su ubicaci¨®n privilegiada para la vigilancia del tr¨¢fico mar¨ªtimo, el aprovisionamiento de buques y el apoyo en combates navales. Por otro, por su cercan¨ªa a la frontera portuguesa y, sobre todo, por la producci¨®n del valioso wolframio. Tanto los aliados como las potencias del Eje ten¨ªan planes de invasi¨®n que podr¨ªan haber convertido la costa de Lugo y el norte de A Coru?a en una nueva Normand¨ªa¡±.
El trabajo que ha dado lugar a este volumen colectivo, en el que participan otros cinco investigadores, trata de ir m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos sobre el oro negro y las escaramuzas nazis en los puertos atl¨¢nticos para precisar el relato de un episodio todav¨ªa ¡°poco conocido¡±, insiste Grand¨ªo, de la historia de Galicia. La diferencia la marca aqu¨ª, reconoce el profesor de la Universidade de Santiago, el acceso a la documentaci¨®n del espionaje brit¨¢nico que se conserva en Kew Gardens, al suroeste de Londres, donde tienen su sede los National Archives. Financiada por el Ministerio de Presidencia en 2010, la investigaci¨®n continuar¨¢ ahora con otra cala entre 1945 y 1953.
Fueron precisamente los servicios secretos brit¨¢nicos los que calificaron Galicia como zona de guerra, y de ah¨ª el t¨ªtulo. ¡°No hab¨ªa trincheras¡±, matiza Grand¨ªo, ¡°pero da igual. Si uno va un poco m¨¢s all¨¢ de los submarinos nazis y otros aspectos m¨¢s conocidos, se encuentra por ejemplo con una movilizaci¨®n masiva de tropas hacia el norte, miles de soldados instalados en campamentos provisionales cerca de la costa¡±. A eso hay que sumar la reorganizaci¨®n de la resistencia clandestina, tras la salida de la c¨¢rcel de antiguos militantes capturados en 1936, y la progresiva articulaci¨®n de las bolsas de huidos, que poco a poco superan la mera lucha por la supervivencia para fijarse objetivos pol¨ªticos. Tampoco Gran Breta?a era ajena a estos movimientos en los montes.
War Zone describe minuciosamente en m¨¢s de 300 p¨¢ginas salpicadas de documentaci¨®n desclasificada la ambigua posici¨®n de los brit¨¢nicos, que coquetean desde el primer momento con una hipot¨¦tica restauraci¨®n mon¨¢rquica encabezada por Don Juan ¡ªel ¡°retorno a aquellos modos de gobierno genuinamente espa?oles¡±, como le llamaban los militares afines al golpe dentro del golpe¡ª y la no menos trilera actitud de Franco, que manten¨ªa un canal de interlocuci¨®n con la diplomacia aliada mientras se entregaba al Eje, a veces con escaso disimulo. Himmler y Serrano Su?er acordaron en octubre de 1940 un protocolo que permit¨ªa a la Gestapo y al SD moverse a su antojo en Espa?a, y a lo largo del a?o siguiente el r¨¦gimen lleg¨® a multiplicar por siete su balance comercial de comestibles y minerales con las tropas nazis.
El embajador Samuel Hoare conoc¨ªa todo esto al detalle gracias a su red de informaci¨®n, y en agosto de 1943, durante una reuni¨®n con el dictador en el Pazo de Meir¨¢s, lo puso sobre la mesa exigiendo una respuesta y un cambio de actitud. Era, seg¨²n Grand¨ªo, el momento m¨¢s dif¨ªcil que iba a atravesar Franco en 40 a?os de poder absoluto. La victoria del Eje era cada vez m¨¢s improbable y la oposici¨®n mon¨¢rquica se hac¨ªa fuerte entre los militares golpistas, pero los servicios secretos brit¨¢nicos acabar¨ªan dando un paso atr¨¢s. En el a?o 1945 las cosas hab¨ªan cambiado mucho, tanto dentro como fuera. El mayor general Stewart Menzies, jefe del MI-6, lo ten¨ªa claro: ¡°No sabemos lo que la mayor¨ªa de los espa?oles siente realmente. A¨²n existe una fuerte fracci¨®n comunista y hay nazis dando vueltas. Pero gracias a Dios, pol¨ªticamente Espa?a est¨¢ quieta por el momento...¡±.
Nuevos documentos sobre el Ej¨¦rcito Guerrillero
El Ej¨¦rcito Guerrillero de Galicia no naci¨® de la nada. Fue el producto de una escisi¨®n en la primera estructura armada antifranquista que oper¨® en todo el territorio espa?ol, la Federaci¨®n de Guerrillas de Le¨®n-Galicia (FGL-G). Lo explica el investigador Alejandro Rodr¨ªguez en uno de los cap¨ªtulos de War Zone a partir de los documentos del sexto congreso de la organizaci¨®n, que tuvo lugar en la m¨¢s rudimentaria clandestinidad, en enero de 1946. All¨ª se materializ¨® la ruptura, anticipando el principio del fin de la federaci¨®n que hab¨ªan creado cuatro a?os antes, el 24 de abril de 1942, dos docenas de resistentes en las pe?as cercanas a Ferradillo, en San Esteban de Valdueza (Le¨®n).
¡°Contra lo que dice el t¨®pico, la guerrilla no fue solo comunista¡±, explica Rodr¨ªguez, que estudia la resistencia armada en la Europa de la II Guerra Mundial para su tesis doctoral en la Universidad de Santiago. ¡°Al contrario, el PCE dinamit¨® ese primer modelo unitario de la federaci¨®n, aunque luego le dar¨ªa continuidad en su propia estructura, mucho m¨¢s activa en el sabotaje al r¨¦gimen¡±.
War Zone revisa el relato de la resistencia armada en Galicia desde los ensayos organizativos tempranos, con la llegada de cuadros asturianos incapaces de huir a Portugal y la articulaci¨®n de unos estatutos y una ¡°direcci¨®n ambulante¡± en diciembre de 1941, hasta la creaci¨®n de la FGL-G bajo un estricto c¨®digo de unidad econ¨®mica, pol¨ªtica y disciplinaria y un mando tripartito: un socialista, un comunista y un anarquista. La ruptura con Uni¨®n Nacional Espa?ola, controlada por los comunistas, en favor de la Alianza Nacional de Fuerzas Democr¨¢ticas, de republicanos, socialistas y anarquistas, aceler¨® la escisi¨®n. La tercera agrupaci¨®n, que operaba en Lugo y A Coru?a, se fue para iniciar una nueva etapa bajo el ala del PCE: el Ej¨¦rcito Guerrillero de Galicia.
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