Lleno en la enfermer¨ªa
G¨®mez del Pilar vino a la Maestranza a jugarse el tipo y demostrar que est¨¢ en saz¨®n para tomar cuanto antes la alternativa
A partir del tercer novillo, el festejo qued¨® en manos de Tulio Salguero, mientras sus dos compa?eros de terna eran asistidos en la enfermer¨ªa. G¨®mez del Pilar result¨® herido cuando muleteaba al segundo de la tarde, que mat¨® Pascual Javier; pero no hab¨ªa hecho m¨¢s que coger los trastos este novillero cuando resbal¨® en la cara del novillo y tambi¨¦n sufri¨® una voltereta de la que sali¨® aparentemente indemne, pero poco despu¨¦s se pon¨ªa en manos de los m¨¦dicos.
Hasta entonces, dos cuestiones hab¨ªan quedado claras: por un lado, la mala clase de la novillada, bien presentada y seria toda ella, mansona en los caballos, parada, reservona, sin recorrido y sin calidad en la muleta; y, por otro, la disposici¨®n, las hechuras toreras, las ideas claras y el poder¨ªo de un novillero llamado G¨®mez del Pilar, que vino a Sevilla a refrendar las buenas maneras que demostr¨® en San Isidro, y se gan¨® dos volteretas tremendas y una cornada.
Recibi¨® al novillo de rodillas en la puerta de toriles con una larga cambiada; enhiesto lo capote¨® a la ver¨®nica con donosura, y con un galleo por chicuelinas lo llev¨® al caballo. Hizo, despu¨¦s, un quite por zapopinas y en el tercer lance lo enganch¨® el novillo, lo lanz¨® por los aires, lo pate¨® en la arena y el chaval se levant¨® magullado y renqueante, pero sin m¨¢s mancha que la de la sangre del toro.
G¨®mez del Pilar tiene valor acreditado y hechuras de torero
Comenz¨® su faena de muleta con unos ayudados por bajo en los que evidenci¨® su conocimiento y decisi¨®n. Pero el novillo estaba dispuesto a oponer resistencia. De embestida incierta y probona, se negaba a obedecer el cite, buscaba lo que dejaba atr¨¢s y afeaba el encuentro. A pesar de la entrega de G¨®mez del Pilar, la faena no alcanz¨® el vuelo deseado. Lo intent¨® por el lado izquierdo, firme y cruzado en todo momento, y en la segunda tanda lleg¨® la cogida: en un descarado ga?af¨®n, la muleta sali¨® disparada y el torero cay¨® a la arena, de donde lo levant¨® el novillo con el pit¨®n prendido en la chaquetilla. Ajetreo de cuadrillas, enfado del novillero, que se resiste a ser trasladado, pero la certeza de que estaba herido lo convence para que se lo lleven las asistencias.
Qued¨®, no obstante, la certeza de que G¨®mez del Pilar hab¨ªa venido a la Maestranza a jugarse el tipo y demostrar que est¨¢ en saz¨®n para tomar cuanto antes la alternativa. Tiene valor acreditado, hechuras de torero y un esperanzador futuro por delante.
Mientras trasladaban a la enfermer¨ªa al herido, sali¨® Pascual Javier para matar al novillo, con tan mala suerte de que resbal¨® en la misma cara del novillo y sufri¨® una voltereta que le produjo la rotura de una costilla. Poco pudo hacer ante su primero, muy correoso y deslucido, ante el que insisti¨® vanamente con capote y muleta. Se movi¨® mucho y qued¨® in¨¦dito.
EL CAHOSO/JAVIER, DEL PILAR, SALGUERO
Novillos de El Cahoso, bien presentados, mansones, descastados y muy desclasados.
Pascual Javier: dos pinchazos y casi entera atravesada (silencio); bajonazo (silencio) Sufri¨® una fuerte contusi¨®n con probable fractura de costilla.
G¨®mez del Pilar: herido durante la faena de muleta a su primero. Sufri¨® una cornada en la regi¨®n axilar derecha de pron¨®stico grave, alcanzando la cara interna del omoplato derecho.
Tulio Salguero: tres pinchazos y un descabello (silencio); casi entera (silencio); estocada (ovaci¨®n); casi entera (silencio).
Plaza de la Maestranza. 17 de junio. Festejo fuera de abono. Menos de un cuarto de entrada.
Y Tulio Salguero se encontr¨® con la cruz y la cara de la fiesta: la cruz de matar cuatro novillos y la cara de tan grande oportunidad en Sevilla. Pero los novillos no le ayudaron nada, y a ¨¦l parece no sobrarle ilusi¨®n ni las exigentes condiciones que requiere esta dif¨ªcil profesi¨®n. Torea muy despegado, utiliza las ventajas propias de los toreros modernos y se ci?e muy poco.
Dos notas finales. Primera: el presidente del festejo, Juli¨¢n Salguero, es uno de los responsables de que los festejos sevillanos sean insoportablemente largos. Le cuesta un mundo sacar el pa?uelo entre toro y toro, y el dinamismo no es cualidad que le adorne. Y dos: (el que avisa no es traidor) menos de un cuarto de plaza en Sevilla; si se descuentan japoneses, chinos y turistas varios, la banda de m¨²sica, toreros, autoridad y plumillas, no m¨¢s de cien aficionados del lugar. ?Socorro!
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