Del aforismo al tuit
Hace casi dos mil a?os, el emperador Marco Aurelio escrib¨ªa cosas como ¨¦sta: ¡°Ten cuidado de no convertirte en un c¨¦sar, de no impregnarte demasiado de ese esp¨ªritu, porque ocurre. Cons¨¦rvate sencillo, bueno, puro, grave, natural, amigo de la justicia, piadoso, ben¨¦volo, afectuoso, firme en el cumplimiento de tus deberes... Reverencia a los dioses y socorre a los hombres. La vida es breve. El ¨²nico provecho que es posible obtener de esta vida terrestre: prop¨®sitos piadosos y acciones inspiradas por el bien social¡±. Y podr¨ªa esperarse que si ya en aquella ¨¦poca ¡ªantes de que pasara casi todo: el Siglo de las Luces, por ejemplo; y el afianzamiento y ensanchamiento de la democracia, y avances cient¨ªficos espectaculares, y un sinf¨ªn de maravillosas obras de arte, filosof¨ªa, literatura¡ª hab¨ªa gobernantes as¨ª, el presente iba a depararnos mandatarios m¨¢s sabios a¨²n, m¨¢s preocupados por el cumplimiento de sus deberes, m¨¢s empe?ados en la justicia y el bien social. Que ¨ªbamos a pasar de los aforismos y meditaciones cl¨¢sicos a sabias formas modernas de expresi¨®n pol¨ªtica, capaces de ensanchar el esp¨ªritu cr¨ªtico, despertar empat¨ªas, apelar a la profunda inteligencia del inter¨¦s com¨²n; de hacernos, en fin, crecer como ciudadanos.
No creo que haya que insistir en que no es el caso; en que asistimos a una progresiva degradaci¨®n de la expresi¨®n pol¨ªtica. Que los dichos de muchos de nuestros dirigentes no se sit¨²an precisamente en las alturas de la meditaci¨®n, sino en una bajura hecha de medias tintas, medias verdades ¡ªsupongo que ya habr¨¢ qui¨¦n est¨¦ calculando num¨¦rica, presupuestariamente, el coste de enredarse en la (no) definici¨®n de rescate, esto es, de proponer al pa¨ªs de dentro y a los de fuera cortinas de humo en lugar de bases de transparencia¡ª, improvisaciones, banalizaciones, deslocalizaciones de la responsabilidad ¡ªese insufrible ¡°t¨² m¨¢s¡± o ¡°t¨² peor¡± y un largo etc¨¦tera de manifestaciones donde no puede distinguirse el menor rastro de, y por seguir con la referencia cl¨¢sica, cuidado, benevolencia, afecto, sentido del deber, socorro al ciudadano, inspiraci¨®n de y hacia el bien social.
Y elijo dos ejemplos, entre tantos posibles. Uno: la comparaci¨®n que ha hecho el l¨ªder de Aralar entre la Marcha Verde y la posibilidad de que quienes tuvieron que exiliarse de Euskadi por el terrorismo puedan votar en las elecciones auton¨®micas. Por mucho que la oposici¨®n a ese voto sea argumentable, ?cu¨¢nta empat¨ªa humana o amistad por la justicia o sentido de la responsabilidad pol¨ªtica encierran esas palabras de Patxi Zabaleta? Dos: el tuit enviado por la ministra de Empleo para alardear de un r¨¦cord en un juego de bolitas. Al parecer, se envi¨® por error. Sin duda. Pero lo significativo es que result¨® cre¨ªble, lo que dice mucho del estado de la cuesti¨®n, de la degradaci¨®n de una expresi¨®n pol¨ªtica cada vez m¨¢s alejada del sabio aforismo y m¨¢s empantanada en el sinsentido, en el tuit insustancial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.