Cuando ¡®frau¡¯ Merkel nos ri?e
?Sabe la canciller el monto total que la inmaculada banca alemana dispens¨® a Grecia para comprar armas de su pa¨ªs?
En su nuevo libro, Flores en las grietas, el novelista norteamericano Richard Ford dice que una de las cosas que m¨¢s le molestan ¨²ltimamente de los pol¨ªticos es su man¨ªa de indicarnos qu¨¦ es lo que no debemos hacer. No s¨¦ si Ford al escribir esto estaba pensando en alg¨²n pol¨ªtico en especial. Yo s¨ª pienso en frau Merkel, una mujer que iba para estadista europea de gran calado y cada minuto que pasa se est¨¢ afanando en superar con creces la antipat¨ªa que despertaba Nicolas Sarkozy y en su d¨ªa la se?ora Thatcher. Frau Merkel es una especialista en repetir hasta el hartazgo la palabra menos l¨ªrica del mundo: no. Frau Merkel se ha apuntado al ¨²ltimo descubrimiento de la psicolog¨ªa infantil: el uso sistem¨¢tico del vocablo no para educar a los ni?os en la responsabilidad, habida cuenta de que a sus ojos los europeos del sur somos exactamente eso: ni?os a los que hay que reprender por lo mal que se han portado. Y adem¨¢s, frau Merkel ha logrado algo sumamente peligroso: convencer a los alemanes de que la gente del sur nos merecemos lo que tenemos. O mejor dicho, lo que cada d¨ªa tendremos menos si ella insiste en considerarnos a los europeos del sur (l¨¦ase espa?oles, portugueses y griegos) ni?os a los que hay que enderezar de una vez para siempre.
Yo no s¨¦ c¨®mo anda de memoria hist¨®rica frau Merkel. Me refiero a la suya propia. Y s¨¦ que es de muy mala educaci¨®n mentar estos espinosos asuntos. Pero supongo que, para llegar a canciller de la primera potencia europea, habr¨¢ que saber algo de historia alemana. Sobre todo la del siglo XX. Y habr¨¢ que conocer esos rescates may¨²sculos registrados en todos los manuales de historia como Plan Marshall. Monta?as de d¨®lares para recomponer un pa¨ªs que tanto hizo por llenar de sangre, dolor y miseria a Europa (incluidos aquellos alemanes que tanto hicieron por oponerse al peor r¨¦gimen tir¨¢nico que conoci¨® la humanidad) en menos de 30 a?os. Los se?ores Guindos & Montoro, como economistas que son (junto con su socio auton¨®mico Artur Mas, que tambi¨¦n lo es), est¨¢n obligados, desde Espa?a, a reparar esa peque?a laguna de frau Merkel, record¨¢ndole que, de los ni?os manirrotos del sur, la banca de su pa¨ªs alg¨²n pellizco habr¨¢ obtenido. Eso sin contar el saludable estado de sus exportaciones, gran parte de las cuales metabolizamos por estas derrochonas regiones. Y lo poco que le cuesta el dinero que ella tambi¨¦n pide prestado a los mercados.
He pensado mucho en los dispendios que tanto da?an el concepto de ahorro de la que nunca llegar¨¢ a ser la gran estadista que todos los europeos esper¨¢bamos. S¨¦ que los hemos cometido. Alguna abuela espa?ola (lo he le¨ªdo en este mismo diario) se queja ahora porque no puede ayudar a sufragar la comuni¨®n de su nieta (esa costosas fiestongas con familiares y amigos en restaurantes que se pagaban a plazos); tambi¨¦n est¨¢ (citado de un reportaje de Enric Gonz¨¢lez hace pocos d¨ªas, tambi¨¦n en este diario) ese periodista griego de 32 a?os que evocaba con sorprendente nostalgia los dos coches y las dos casas que sus padres pose¨ªan cuando ten¨ªan su edad. Podr¨ªa agregar tambi¨¦n ese vecino que todos tuvimos que se compr¨® un Mercedes (por cierto, de fabricaci¨®n alemana) aunque solo fuera para sofocar de envidia a sus cu?ados. Todo eso ha sucedido, sin lugar a dudas. Y todo eso a costa de engordar el endeudamiento familiar, un endeudamiento ante el que bancos, ejecutivos e inversores en productos t¨®xicos, no lo olvidemos, nunca pronunciaron el multiplicado no de frau Merkel. En este dispendio hasta 2008, nadie est¨¢ libre de culpa. Sobre todo, quienes dise?aron para el ciudadano medio europeo (y ya no digamos para los inmigrantes extracomunitarios) un laberinto de endeudamiento basado en el progresivo adelgazamiento de su poder adquisitivo y el dibujo falaz de un consumismo irracional e infinito. Y para terminar, la pregunta del mill¨®n: ?sabe frau Merkel el monto total que la inmaculada banca alemana dispens¨® a Grecia para que comprara armas de su pa¨ªs?
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario
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