Mascarell garantiza total libertad a Xavier Albert¨ª en el TNC
Suceder¨¢ a Sergi Belbel, que dejar¨¢ la direcci¨®n del teatro en verano de 2013
Fumata blanca en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Y nombramiento inesperado. El consejo de administraci¨®n del teatro escogi¨® ayer finalmente de los cuatro candidatos a uno de los que menos figuraban en las quinielas, Xavier Albert¨ª (dejando de lado a Oriol Broggi y a Josep Maria Mestres, que parec¨ªan las opciones con m¨¢s probabilidades. En una apresurada rueda de prensa en el vest¨ªbulo de la sala Petita del TNC, el consejero de Cultura, Ferran Mascarell, consider¨® la del nuevo director, el cuarto del TNC, ¡°una buena elecci¨®n¡± y garantiz¨® total libertad a Albert¨ª en el teatro. El nuevo director, que no tomar¨¢ posesi¨®n hasta el 1 de julio de 2013 pero cohabitar¨¢ con Belbel la pr¨®xima temporada como programador de la siguiente, tuvo unas generosas palabras para los otros tres candidatos al puesto (los dos citados y Carme Portaceli) y les invit¨® a considerar el TNC su propia casa. A?adi¨® que ten¨ªa poco que decir (lo que conociendo su proverbial locuacidad provoc¨® alg¨²n suspiro de alivio) y que m¨¢s adelante explicar¨¢ su proyecto ganador, un proyecto que el consejo de administraci¨®n ha estimado ¡°brillant¨ªsimo¡±.
Albert¨ª (Lloret de Mar, 1962), un nombre indiscutible de nuestra escena, que, adem¨¢s de director, actor y dramaturgo, es m¨²sico (excelente pianista) y compositor y pedagogo y tiene experiencia de gestor, no parec¨ªa, sin embargo, la elecci¨®n favorita para el TNC en una etapa de Gobierno de CiU y cuando lo que se cre¨ªa que contaba era la capacidad de continuar la l¨ªnea de un teatro para todos los p¨²blicos, en el mejor de los sentidos, que ha llevado a cabo Sergi Belbel. Director del Grec durante la ¨¦poca de Maragall y Clos, comprometidamente progresista, firme intelectual de izquierdas con un lado impredecible, experimental y hasta gamberro, capaz de dirigir un espect¨¢culo con Manolo Escobar y de reivindicar el cabar¨¦, la copla y la zarzuela, Albert¨ª, que ha expresado su admiraci¨®n por Pitarra, puede ser, desde la direcci¨®n, una turbadora quinta columna en el pl¨¢cido mecerse del TNC de los ¨²ltimos tiempos. La sacsejada que algunos opinan que el teatro precisa. En ese sentido a¨²n se recuerdan sus significativas risotadas como espectador en el montaje que m¨¢s ha agitado las calmas aguas del Teatre Nacional en la etapa Belbel, Gang Bang, sobre el ambiente en un local gay de sexo duro durante la visita del papa.
Es cierto que las credenciales nacionales de Albert¨ª son incontestables, su defensa de la dramaturgia catalana y del idioma han sido siempre ejemplares e incluso ha compuesto sardanas y ha hecho recitar versos de Blai Bonet a Lou Reed, pero no deja de sorprender su elecci¨®n en estos tiempos para llevar el tim¨®n de la nave insignia del teatro catal¨¢n: dice mucho y bien de los que le han elegido. Es una opci¨®n por el riesgo y el cambio. A?¨¢dase a los m¨¦ritos de Albert¨ª que, aunque a veces cueste atravesar su endiablada (y dilatada) dial¨¦ctica, es una magn¨ªfica persona de una profunda humanidad.
Ayer antes de su presentaci¨®n en el TNC se especulaba si se llevar¨ªa con ¨¦l al TNC a Llu?sa Cunill¨¦, con la que ha hecho tantas veces t¨¢ndem y alguien suplic¨® en broma que, por favor, no la nombre jefa de comunicaci¨®n.
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