Liturgia, copago y datos fiscales
La liturgia era la forma que ten¨ªan los antiguos griegos de cobrar los impuestos. Los ciudadanos ricos ten¨ªan la obligaci¨®n fiscal de hacerse cargo de diversos servicios p¨²blicos para la ciudad en funci¨®n de su riqueza, desde financiar un gimnasio hasta financiar una nave de guerra y a cambio obten¨ªan fama y honor. Pero como tampoco all¨ª les gustaba pagar impuestos ten¨ªan un m¨¦todo radical para combatir el fraude fiscal: el ciudadano que denunciaba el fraude ten¨ªa derecho a un juicio con el potencial defraudador y si venc¨ªa y demostraba que el rico ocultaba su patrimonio, toda la fortuna del defraudador pasaba al denunciante y viceversa. No hay duda de que el sistema era eficaz.
No s¨¦ si porque la iglesia cat¨®lica desfigur¨® totalmente el concepto de la liturgia o por otra raz¨®n, pero lo cierto es que nuestras haciendas no utilizan los principios de la Grecia cl¨¢sica en materia de fisco. Ni pagar los impuestos es un honor p¨²blico, ni los ciudadanos pueden saber si sus convecinos pagan lo que deben, ni se recompensa econ¨®micamente a los ciudadanos que descubren fraudes fiscales.
Por ejemplo, nuestra hacienda no premia a quien denuncia un fraude fiscal, sin que nadie reclame un cambio de pol¨ªtica al respecto. Pero hay que recordar que hasta el a?o 1995 se recompensaba al denunciante con el 10% del producto que obten¨ªa hacienda y que gracias a eso, por ejemplo, un empleado de banca proporcion¨® a la hacienda estatal un listado de fortunas opacas al fisco. Quiz¨¢s por eso se suprimi¨® ese mecanismo en Espa?a y, de pasada, en nuestro sistema foral. Otros pa¨ªses, como Alemania o Francia, por ejemplo, siguen pagando al denunciante y gracias a eso se han podido conocer recientemente listados de cientos de defraudadores fiscales con cuentas en Suiza o Liechtenstein, algunos de los cuales eran conocidos magnates hispanos.
Los datos fiscales que aqu¨ª se niegan a cruzar llegan a las farmacias espa?olas
Tampoco seguimos el ejemplo de la tradici¨®n griega en cuanto a la transparencia fiscal. Aqu¨ª, incluso las haciendas forales, sobre todo la vizca¨ªna, hacen alarde de secretismo hasta el punto de negarse a compartir sus bases de datos con las otras haciendas forales o estatales, incluso cuando el Gobierno vasco pide una conexi¨®n de las bases fiscales para luchar contra el fraude fiscal. De creer al diputado foral vizca¨ªno, la intimidad de sus contribuyentes es tan delicada que ser¨ªa un drama que un for¨¢neo pudiera mirar de reojo sus declaraciones, incluso si es para combatir a los defraudadores. El secretismo, incluso, se aplica a lo que pagan las empresas, cuando, que yo sepa, no hay la menor posibilidad de que una empresa tenga ¡°intimidad¡± que proteger. Debe ser por la proverbial timidez vasca.
La realidad es mucho m¨¢s prosaica y refleja la hipocres¨ªa de esa postura. Ha bastado la implantaci¨®n del denominado copago farmac¨¦utico para que cualquier farmac¨¦utico espa?ol tenga una informaci¨®n de los datos fiscales vascos que se niegan a las otras haciendas. A partir de ma?ana, lunes, cualquier farmac¨¦utico espa?ol ¡ªlos vascos no, por ahora¡ª va a saber el nivel de renta declarada de cada consumidor de recetas, pues todos los ciudadanos vascos estaremos reflejados en uno de los seis tramos de renta en los que nos ha clasificado la Seguridad Social a efectos de pago.
Necesitamos un cambio de pol¨ªtica en materia de transparencia fiscal
Lo curioso es que esta divulgaci¨®n masiva de los datos fiscales a terceros se ha realizado muy r¨¢pidamente. En unas pocas semanas, de hecho, nuestros m¨¢s fieros diputados forales han trabajado duro para entregar a un funcionario de la Seguridad Social los datos fiscales que se negaban a compartir con el Gobierno vasco. Por lo que se ve, las haciendas forales son leones cuando se trata de luchar contra el Gobierno vasco, pero gatitos cuando les llaman de Madrid. Todo un ejemplo.
El secretismo de las haciendas forales es altamente sospechoso. Ya tenemos fama de ¡°piratas¡± en Bruselas, porque se han convencido de que ese secretismo foral a ultranza encubre pr¨¢cticas contrarias a las reglas de la Uni¨®n Europea (UE) y el recient¨ªsimo expediente por el que se declaran ¡°ayudas de Estado¡± ilegales a los convenios firmados entre la Diputaci¨®n vizca¨ªna y el Grupo Afer, de Jabyer Fern¨¢ndez, es un ejemplo adicional.
Tambi¨¦n son recientes los juicios penales sobre pr¨¢cticas de favoritismos y corruptelas de altos funcionarios de las haciendas forales, comportamientos que tambi¨¦n se han dado en la hacienda estatal, y que demuestran que no se puede dejar la vigilancia de la hacienda solo a la propia hacienda y que el secretismo muchas veces encubre malas pr¨¢cticas. ?Ni siquiera el Tribunal Vasco de Cuentas se atreve a indagar sobre c¨®mo funciona por dentro el mecanismo de la hacienda foral!
Todo ello no puede seguir as¨ª y por eso necesitamos un cambio de pol¨ªtica en materia de transparencia fiscal, siguiendo el ejemplo de otros muchos pa¨ªses, fundamentalmente los del Norte de Europa, que han desarrollado unos mecanismos de transparencia fiscal que permiten a la prensa y a ¨®rganos de la sociedad civil el acceder a datos fiscales sensibles en beneficio de la opini¨®n p¨²blica. Esa mayor transparencia fiscal transmite al ciudadano la sensaci¨®n real de que ¡°hacienda somos todos¡± y de que hay quien, aparte de la propia hacienda, vigila para que eso sea as¨ª. Y si esas leyes les parecen una soluci¨®n complicada de aplicar, entonces que sigan el modelo griego: juicio y, si la denuncia es real, cambio de fortuna entre denunciante y denunciado. ?Viva Grecia!
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