El poder de Fabra
Esta semana, Carlos Fabra vuelve a ser noticia. El saco no tiene fondo. Ahora parece que el juez que lleva su caso, no olvidemos que ¨¦ste es ya el noveno, ha acusado a sus superiores de presionarle para que archive la investigaci¨®n de la causa por cohecho. A¨²n est¨¢ todo por demostrar, pero vaya tela marinera. ?El sistema judicial haciendo trampas en Castell¨®n para salvarle el trasero al Presidente de su Diputaci¨®n? Lo que le faltaba ahora a la Justicia espa?ola para acabar de hundir su reputaci¨®n era un ¨²ltimo baile con uno de los t¨ªos m¨¢s oscuros del pa¨ªs.
Hace ya cuatro a?os que tuve el honor de conocerle. Hicimos un reportaje sobre ¨¦l para Caiga quien Caiga, cuando sus excentricidades a¨²n no eran demasiado conocidas fuera de Castell¨®n. S¨ª, he dicho que fue un honor conocerle y lo he dicho sin sarcasmo alguno. Aunque Carlos Fabra no ser¨¢ nunca el modelo de conducta que yo usar¨¦ para educar a mis hijos, no soy tan necia como para no saber reconocer su m¨¦rito. Nunca en mi vida he conocido a nadie tan poderoso. Jam¨¢s. Y les aseguro que he tenido que entrevistar a gente con cargos de mucha responsabilidad. Pero el poder es otra cosa. El poder te lo confiere el entorno y, definitivamente, Fabra es el hombre m¨¢s poderoso que he conocido. Lo notamos nada m¨¢s llegar a Castell¨®n. La gente en la calle se alteraba mucho cuando lo mencion¨¢bamos. Sus defensores, que eran muchos, lo alababan con vehemencia, casi con agresividad. Yo pensaba: ?Por qu¨¦ nadie sonr¨ªe al hablar de Carlos Fabra? La gente deber¨ªa sonre¨ªr cuando habla de las cosas que le gustan. Pero all¨ª todos se pon¨ªan muy tensos. Recuerdo que nos llam¨® la atenci¨®n que muchos lo defend¨ªan a ultranza porque les hab¨ªa hecho favores personales, como conseguir trabajo para un hijo o una plaza en alg¨²n centro de estudios para un sobrino. Estas personas, pens¨¦, se pegar¨ªan defendiendo a Carlos Fabra. Enseguida comprob¨¦ que era verdad.
Cuando fuimos al pleno de la Diputaci¨®n buscando a Carlos Fabra para entrevistarle, all¨ª no cab¨ªa un alfiler. Un periodista de un canal local nos dijo que era extra?¨ªsimo que hubiera tanta gente, que normalmente los plenos estaban medio vac¨ªos. No nos supo decir qui¨¦nes eran todas esas personas. Como no pudimos entrar al pleno, esperamos en el pasillo a que acabara para poder acercarnos a Fabra y entrevistarle tranquilamente. Qu¨¦ ingenuos. Esas personas estaban ah¨ª exclusivamente para evitarlo. Cuando acab¨® el pleno, empezaron a apelotonarse delante de nosotros como quien no quiere la cosa, para impedirnos el paso. Lo hicieron muy bien. Perfecto. Fabra se escap¨®.
En ese momento entend¨ª de qu¨¦ va eso del poder. Tambi¨¦n comprend¨ª que los tent¨¢culos de Fabra son mucho m¨¢s largos de lo que jam¨¢s me hubiera podido imaginar. Tan largos intuyo que son, que no me sorprender¨ªa en absoluto que llegaran hasta la Audiencia Provincial de Castell¨®n. Eso creo yo.
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