El crep¨²sculo de Rita Barber¨¢
"El escenario que propici¨® su epopeya ha sido demolido por una nueva realidad y su buena ventura se ha estrellado contra varios obst¨¢culos"
La alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, ha sido uno de los fundamentales activos para el PP desde 1991, cuando, como una candidata de circunstancias, accedi¨® al principal despacho del Ayuntamiento y desde ese pedestal empez¨® a construir su mito de imbatible m¨¢quina electoral. En estos 21 a?os no solo no ha habido nadie que le tosiera en las urnas, sino que adem¨¢s ha tirado como una poderosa locomotora de otros candidatos, puede que m¨¢s importantes pero con menor atractivo electoral, como Eduardo Zaplana o Francisco Camps. A cambio, Barber¨¢ ha obtenido en ese tiempo la recompensa en los presupuestos de la Generalitat, que le han pagado la fiesta del desarrollo urban¨ªstico de Valencia, los hitos que la siluetean y los caprichos que se le iban ocurriendo. Ese ha sido el principal combustible del fen¨®meno electoral de Barber¨¢, enriquecido por su habilidad para acaparar logros de la Administraci¨®n central como propios, lo que ha ensanchado el eco de su fama hasta el punto de que se le han atribuido hasta las mejoras de la playa de El Perell¨®, que pertenece a Sueca. Rita Barber¨¢ ha sido la esponja insaciable que ha absorbido todos los jugos de esas dos felices d¨¦cadas en las que el dinero se desbordaba por la catarata.
Sin embargo, el escenario que propici¨® su epopeya ha sido demolido por una nueva realidad y su buena ventura se ha estrellado contra varios obst¨¢culos. Para empezar, en la calle de G¨¦nova se la percibe con otros ojos. Su arrebatador cartel se ha estropeado con el agusanamiento del PP valenciano y su amplio espectro de corrupciones. Pero especialmente por su forcejeo con Mariano Rajoy para sostener a toda costa en el Palau de la Generalitat a su ahijado Camps, as¨ª como por su mala gesti¨®n en el caso Emarsa, la apestosa alcantarilla de debajo de su trono. Como consecuencia, Rita Barber¨¢ ya no ha sido decisiva en la designaci¨®n de Alberto Fabra como l¨ªder del partido, como lo fue con la de Zaplana y con la de Camps. Su opini¨®n ya no decanta nada y org¨¢nicamente mueve fichas en la banda de los resentidos del pasado infecto del PP. Y si faltaba algo, ya nadie puede pagarle la traca final del que, con toda probabilidad, ser¨¢ su ¨²ltimo mandato. Su nutriente primordial, el que sustentaba sus paseos triunfales por los mercados, se ha agotado. Ya no queda para las distracciones que empinaron su leyenda y ni siquiera podr¨¢ colmatar su enso?aci¨®n de ser la alcaldesa que uni¨® Valencia con el mar (en cuyo empecinamiento ha convertido El Cabanyal en un gulag urban¨ªstico). Rita Barber¨¢ es ahora la alcaldesa de la mugre en las calles, la de las aceras con lamparones y c¨²mulos de deyecciones de palomas y perros, la de los rincones f¨¦tidos. El episodio con una conductora de la EMT, a la que reprendi¨® en una jornada de huelga porque el autob¨²s llevaba una pegatina de ¡°Rita no paga¡±, es una consecuencia de su ca¨ªda en picado. De que su jam¨®n ha llegado al hueso.
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