Mis dos familias

Hay comedias de intriga, como La huella, de Anthony Shaffer, cuya inverosimilitud poco importa porque funcionan como mecanismos de relojer¨ªa. Lo mismo sucede con ciertas comedias c¨®micas descacharrantes (Fuga, de Jordi Galceran, por ejemplo). Verano, de Jorge Roelas, brillante actor c¨®mico que debuta como autor, es una comedia de intriga que parte de una idea interesante: el reparto de una herencia entre las dos familias que Gabriel, editor evanescente, manten¨ªa sin que una tuviera conocimiento de la otra.

Tan buen inicio tiene un desarrollo precario, donde se descuidan los principios de verosimilitud y coherencia (resulta poco cre¨ªble que la editora pretenda que una brillante catedr¨¢tica le firme un contrato en blanco para escribir luego sobre su firma que renuncia a la herencia), pero sin llegar a entrar en el terreno de la comedia del disparate, hacia la que el esforzado montaje de Tamzin Townsend apunta por momentos, hacia el final, cuando sus int¨¦rpretes dan rienda suelta a su aguda intuici¨®n humor¨ªstica. Ellas son el aliciente del espect¨¢culo.

Ana Marzoa y Lidia Navarro defienden el texto con u?as y dientes, dicen lo que les toca como si fueran verdades como pu?os, se fajan: ser¨ªan capaces de sacarle punta dram¨¢tica a las P¨¢ginas Amarillas. Su convicci¨®n convence: cuando acaben aqu¨ª, el Gobierno deber¨ªa encomendarles renegociar nuestra deuda. Ruth Gabriel le sacar¨ªa otro partido a su excelente f¨ªsico si encontrara m¨¢s apoyos en el texto. El p¨²blico del estreno reconoci¨® la labor de las actrices y mostr¨® su simpat¨ªa por el autor aplaudi¨¦ndoles larga y entusiastamente.