El manto protector
El pasado lunes se reunieron en Zarautz las Juntas Generales de Gipuzkoa y adoptaron una serie de medidas sobre cuyo alcance y oportunidad no tengo la intenci¨®n de opinar. Ejerci¨® de anfitri¨®n del pleno itinerante el alcalde de la localidad, electo por Bildu, y m¨¢s all¨¢ de la cordialidad que suele corresponder a esos discursos protocolaros de acogida, no desperdici¨® la oportunidad para soltarnos su serm¨®n. Una pr¨¦dica muy curiosa, que, a fuerza de repetirse como una plegaria en boca de todos los representantes de esa coalici¨®n, se nos est¨¢ convirtiendo en el ¨²nico discurso saludable, por cuanto que fuera el ¨²nico que podr¨ªa ofrecernos la ansiada salvaci¨®n. Es ese discurso repleto de ¡°hojas de ruta¡±, ¡°tiempos esperanzadores¡±, ¡°normalizaci¨®n y convivencia¡± y otras lindezas, que no pasar¨ªan de ser lugares comunes si no ocultaran un prop¨®sito que en absoluto se corresponde con su supuesta intencionalidad ecum¨¦nica. ?A qui¨¦n se dirigir¨¢ el alcalde de Bildu cuando apela al acuerdo entre diferentes como visi¨®n de futuro en lugar de las pol¨¦micas y litigios en que se ven envueltos los distintos partidos? Est¨¢ bien claro que se dirige a los dem¨¢s, no a los suyos, dada la casi nula disposici¨®n que est¨¢ mostrando Bildu para acordar con nadie nada que no surgiera de su propia iniciativa, y que lo poco que ha acordado lo ha hecho sin garant¨ªa de que fuera a respetarlo, es m¨¢s, mostrando sus cartas ocultas para traicionarlo si as¨ª le conven¨ªa.
Todas las buenas palabras con las que Bildu adorna sus sermones no son sino el manto protector de la intolerancia, ese manto milagroso que ampara, s¨ª, una hoja de ruta, pero una hoja de ruta para poder vivir en las condiciones que, en realidad, lejos de amparar impone. Acordar entre diferentes, como ped¨ªa el alcalde, no significa llegar a puntos de encuentro, sino que los ¡°otros¡± est¨¦n de acuerdo con lo que a ellos se les ocurre. Y el desacuerdo implica que se pierda esa gran oportunidad para algo que siempre est¨¢ por llegar y cuya irrupci¨®n s¨®lo ellos garantizan. Lo estamos viendo en Gipuzkoa con el tema de la basura, asunto cuya hipertrofia ¡ªno parece que haya otra cosa entre nosotros¡ª se debe a que se presta de maravilla a la concepci¨®n que tiene Bildu de la sociedad, del ejercicio de la pol¨ªtica y de la naturaleza del poder. Por marginal que pueda parecer, la basura conjura la visi¨®n apocal¨ªptica que ellos necesitan para dominar. Quieren salvarnos y no pueden comprender que no queramos que nos salven, que deseamos ejercer nuestra autonom¨ªa democr¨¢tica hasta para condenarnos. Quieren salvarnos, s¨ª, y cuando los procedimientos democr¨¢ticos no se lo permiten, recurren a aquellos que llevan decenios ejerciendo y que, sean m¨¢s o menos violentos sus m¨¦todos, se resumen en uno: la intimidaci¨®n. Dicen, en unos carteles en los que se?alan fotogr¨¢ficamente como censores a sus opositores, que ellos est¨¢n cambiando Gipuzkoa. Llevan a?os haci¨¦ndolo, y el resultado es desolador.
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