La calle es un prost¨ªbulo
Valencia estudia castigar la prostituci¨®n tras las protestas de Velluters
¡°No podemos hacer nada¡±, se queja un polic¨ªa local que atiende la calle de Anselmo Calvo, ¡°porque no tenemos capacidad de pedirle la documentaci¨®n a cualquiera que pase por la calle¡±. ¡°Deambular no est¨¢ prohibido¡±, resume. Este agente del barrio de Velluters, en Valencia, encuentra incongruente la pol¨ªtica en relaci¨®n con la prostituci¨®n: ¡°Las echaron de los locales, y ahora no quieren que est¨¦n en la calle¡±.
De hecho, a cualquier hora del d¨ªa, pero, m¨¢s a¨²n, de noche, se pueden ver grupos esparcidos de prostitutas ejerciendo en plena calzada del barrio. Tres de ellas, dos rumanas y una marroqu¨ª, se quejan de que ¡°hay que estar en la calle porque no hay dinero¡±, y alegan que ellas ¡°no gritan ni hacen ruido¡± y que su horario no pasa de las seis de la tarde.
El panorama cambia en la calle de Viana. En este estrecho callej¨®n se re¨²ne al menos medio centenar de personas. Dos bares hacen la funci¨®n de locales y hombres y mujeres pasean de un lado a otro bajo la mirada de dos coches de la Polic¨ªa Local y otro de nacionales. ¡°Yo no he hecho nada y no tengo nada que mostrar¡±, exclama una prostituta que dice proceder de Madrid y llevar en Valencia ¡°un mont¨®n de a?os¡±. ¡°Por no tener no tengo ni cuenta corriente¡±, advierte.
¡°Nos da igual lo que haga el Consistorio, pero que funcione¡±, reclaman los vecinos
Por la noche, las fuerzas de seguridad desaparecen y el lugar se convierte en centro neur¨¢lgico de la prostituci¨®n en el barrio. A ambos lados de este callej¨®n se concentran al menos 15 personas que miran de un lado a otro y comparten latas de cerveza. Una de las mujeres dice con claros s¨ªntomas de embriaguez que ¡°ahora¡± no las dejan ¡°en paz¡±. ¡°Desde las seis o las siete de la ma?ana ya est¨¢n aqu¨ª¡±, a?ade en referencia a la polic¨ªa. Esta mujer, que prefiere no dar su nombre, considera que ¡°si hubiera negocio¡± no tendr¨ªan que ¡°malvivir¡± en las calles. Los proxenetas defienden con vehemencia la prostituci¨®n: ¡°Es nuestra forma de comer, ?c¨®mo vamos a querer que nos la quiten?¡±.
Ricardo Bruguete, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Velluters, insiste en que su reivindicaci¨®n es ¡°conseguir lo que sea con tal de que no haya prostituci¨®n en el barrio, y lo que se genera de ella¡±. Es decir, menudeo de droga, reyertas... ¡°Nos da igual qu¨¦ acciones lleve a cabo el gobierno, pero que funcionen¡±, a?ade Bruguete.
Valencia se ha quedado en dos o tres ocasiones al filo de regular la prostituci¨®n en la calle pero nunca lo ha hecho, a pesar de que el gobierno local, del PP, cuenta con mayor¨ªa absoluta desde 1995. Es de las pocas grandes capitales espa?olas que tiene esta asignatura pendiente. Barcelona aprob¨® en 2006 una ordenanza de civismo que sanciona la prostituci¨®n callejera si monopoliza el espacio p¨²blico, si la negociaci¨®n entre el cliente y la prostituta se produce a menos de 200 metros de un colegio, y si el acto sexual se realiza en la calle. La sanci¨®n solo se impone despu¨¦s de apercibir a clientes y prostitutas. Si no hacen caso a las indicaciones de la polic¨ªa municipal para que despejen la v¨ªa, las multas oscilan entre 300 y 3.000 euros.
Ahora, Barcelona se propone endurecer estas penas. Se eliminar¨¢ el preaviso. La Guardia Urbana impondr¨¢ directamente las multas y se introducir¨¢ una graduaci¨®n de las sanciones. Sevilla sanciona al cliente, no a la prostituta. Y Madrid, al igual que Valencia, no tiene una ordenanza . El PP de Rita Barber¨¢ lo intent¨® hace cuatro a?os pero no hubo acuerdo con la oposici¨®n.
¡°Lo ¨²nico eficaz es la v¨ªa penal. A cliente que pillas, denuncia¡±, dice Dom¨ªnguez
La presi¨®n de los vecinos de Velluters ha sido esencial para que el asunto se haya reactivado. El Grupo Municipal Socialista fue el que reclam¨® formalmente que se retomase la redacci¨®n de una ordenanza a principios de a?o. Ya ha habido una primera cita y se est¨¢ a la espera de una segunda. ¡°Buscamos en el primer encuentro una aproximaci¨®n y estoy esperando a que me contesten. Ya dije en su momento que nuestra propuesta recog¨ªa un articulado muy concreto, sacado de la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias (FEMP) y de la propuesta que hizo el PSOE hace unos meses. Ellos propon¨ªan que se sancionara a todo el mundo y ahora dicen que a las prostitutas, no. Nosotros hemos planteado que se las sancione a las tantas veces de reincidir¡±, explica el concejal de Seguridad Ciudadana, Miquel Dom¨ªnguez. Dicho esto, precisa que la ordenanza no ser¨¢ la panacea. ¡°La ¨²nica eficacia es la v¨ªa penal, como ha hecho Suecia. Al cliente que pillas, lo denuncias¡±, argumenta.
El socialista Joan Calabuig no quiere cargar el peso de las sanciones sobre las prostitutas, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil. Lo ha puesto por escrito y enviado al gobierno local. Los socialistas exigen un plan de reinserci¨®n para las mujeres. Rosa Albert, edil de EU, se opone a las multas a las mujeres y exige un programa para ayudarlas a salir de ese mundo. Y Consol Castillo, edil de Comprom¨ªs, cree que una ordenanza no sacar¨¢ la prostituci¨®n del barrio pero s¨ª un plan de revitalizaci¨®n.
Jos¨¦ Cabrera, concejal de Seguridad de Valencia con los gobiernos socialistas, reconoce que el problema es de dif¨ªcil soluci¨®n y, ¡°desde luego, no se resuelve exclusivamente con una ordenanza. Es un problema de ¨ªndole social y hay que tratarlo como tal¡±.
Vicen Sanz, responsable del programa Jere-Jere de C¨¢ritas, que ayuda a las mujeres que ejercen la prostituci¨®n, es concluyente: ¡°Da igual si se multa a las prostitutas o a los clientes, al final las perjudicadas siempre son ellas¡±. Sanz insiste en que el ¨²nico camino es reinsertarlas y para conseguirlo ¡°faltan medios y recursos¡±. Los frutos de estos programas son largos, ¡°la gente que est¨¢ reinsert¨¢ndose tarda una media de tres a?os como m¨ªnimo¡±.
Las regulaciones represivas sirven de poco
Valencia tiene en Alicante y Castell¨®n dos espejos donde mirarse, pues en ambas capitales existe ordenanza. En Alicante, ha servido de poco, coinciden fuentes policiales, de la oposici¨®n socialista y de M¨¦dicos del Mundo. La ONG, que trabaja sobre el terreno con este colectivo, recuerda que las multas a las prostitutas que se niegan a abandonar las calles han chocado con la oposici¨®n de la Fiscal¨ªa provincial, que ha decidido no perseguir a las mujeres por la v¨ªa penal. Esto ha dejado en agua de borrajas las multas que acumulan las prostitutas (algunas sumaban incluso 20 propuestas de sanci¨®n, seg¨²n la organizaci¨®n). El Ayuntamiento de Alicante ha evitado dar datos de la aplicaci¨®n de la ordenanza.
¡°Es una ordenanza meramente represiva y no se ha puesto en marcha ni un programa de inserci¨®n¡±, resume Jos¨¦ Roel, de la junta directiva de M¨¦dicos del Mundo. Roel detalla que las prostitutas en Alicante se sit¨²an principalmente en el centro de la ciudad ¡ªen la plaza Gabriel Mir¨® y aleda?os¡ª, en la avenida de D¨¦nia y alrededores del centro comercial Vista Hermosa (la entrada a la ciudad por el norte) y en la entrada por el sur entre las harineras y la OAMI. Es un universo dif¨ªcil de cuantificar, aunque M¨¦dicos del Mundo estima que en la provincia de Alicante la cifra ronda las 8.000 o 9.000 prostitutas. La costa y, sobre todo, La Vega Baja, son los principales puntos donde se ubican.
M¨¦dicos del Mundo ha detectado la vuelta a la prostituci¨®n, debido a la crisis, de mujeres que se hab¨ªan retirado del oficio, sobre todo de espa?olas. Pero Roel considera que, aunque es dif¨ªcil cifrar un colectivo que adem¨¢s en parte se desplaza a otros puntos de Europa en los meses de invierno, ¡°est¨¢ estabilizado¡±.
En Castell¨®n, el Ayuntamiento aprob¨® en noviembre de 2008 una ordenanza de convivencia ciudadana en la que se establecieron sanciones de entre 750 y 1.500 euros a quienes ¡°promocionen, favorezcan, contraten o presten servicios de naturaleza sexual en espacios p¨²blicos a cambio de contraprestaci¨®n econ¨®mica¡±. Pero en este tiempo, seg¨²n el Consistorio, no se ha impuesto ni una sola sanci¨®n porque los vecinos no lo han denunciado. De hecho, el art¨ªculo de la ordenanza que regula la prostituci¨®n callejera establece que ser¨¢ sancionable "siempre y cuando altere la tranquilidad y/o seguridad de la ciudadan¨ªa", ya sea porque se dificulte el paso de veh¨ªculos o peatones o porque se den incompatibilidades con el descanso de los vecinos.
En la capital de La Plana la prostituci¨®n callejera se concentra en el Camin¨¤s, una zona pr¨®xima al n¨²cleo urbano pero lo suficientemente alejada para no interferir en la vida urbana. Por esa raz¨®n no existen quejas de vecinos, aunque s¨ª que se llevan a cabo campa?as en la zona.
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