Una filigrana de plaza
Un techo de acero ligero de 600 metros cuadrados remata la nueva plaza Redonda de Valencia La restauraci¨®n de los emblem¨¢ticos puestos ha durado cinco a?os
La actividad no cesa en una de las plazas m¨¢s singulares del mundo. Obreros y carpinteros colocan el pavimento, sellan las juntas de la cubierta de acero con silicona y rematan los puestos de madera del anillo interior. ¡°Estamos en la fase final. Ya queda poco¡±, comenta el director t¨¦cnico del proyecto, Tito Llopis, del estudio de arquitectura Vetges-Tu.
Hace doce a?os comenzaron a mover documentaci¨®n de la plaza, a finales de 2007 acometieron la primera fase con la rehabilitaci¨®n de fachadas y cubiertas, y en 2011 se atac¨® la segunda y ¨²ltima fase de un proyecto en el que el Ayuntamiento de Valencia ha invertido cerca de 10 millones de euros.
A?os de trabajo y millones de presupuesto para rescatar del olvido y el abandono un espacio que Llopis considera imprescindible de la Valencia del siglo XIX. Esta plaza ha estado ligada al Mercat Central durante d¨¦cadas. Acogi¨® la pescader¨ªa mientras el imponente edificio modernista tomaba forma. Eso explica la cubierta de madera no tan provisional montada a principios del siglo pasado. Cuando los puestos se trasladaron al nuevo mercado, la techumbre pas¨® de provisional a definitiva. Ah¨ª se qued¨®.
La plaza Redonda, ¨²nica por su arquitectura, seg¨²n Llopis, ¡ªexisten dos parecidas en Estocolmo pero se construyeron 100 a?os despu¨¦s¡ª, se termin¨® de cerrar en torno a 1847 y en su centro hab¨ªa un farol y ocho ¨¢rboles alrededor. Cuando las aguas potables llegaron a la capital se construy¨® primero la fuente de la plaza del Negrito y luego la de la plaza Redonda.
Su vocaci¨®n comercial est¨¢ fuera de duda. Era y ser¨¢ una plaza de los comerciantes. Ha sido escenario del mercado de quita y pon, donde hace d¨¦cadas se vend¨ªan cer¨¢micas, aves y productos populares. En su anillo interior hab¨ªa, sobre todo, chocolater¨ªas y horchater¨ªas, recuerda Llopis, en m¨®dulos sobre ruedas. ¡°El suelo era de adoqu¨ªn y el ruido cuando iban o ven¨ªan era considerable¡±, explica el arquitecto. A principios de 1978, los comerciantes del anillo interior levantaron sin licencia ni permisos las paradas de chapa conocidas hasta hace poco.
Cada sector de la cubierta
¡°El objetivo del proyecto era doble¡±, explica Llopis, ¡°Quer¨ªamos rehabilitar el espacio comercial y el residencial¡±. Cinco a?os despu¨¦s han renovado todas las instalaciones que nacen o cruzan la plaza. El pavimento, de piedra caliza y tono gris¨¢ceo, ha adaptado su forma al c¨ªrculo, los puestos de venta ¡ªen total 48¡ª tendr¨¢ mostradores abiertos a los dos lados y paneles laterales para exponer el g¨¦nero y contar al visitante c¨®mo se ha hecho la restauraci¨®n, con fotos antiguas, planos y en varios idiomas. ¡°Queremos que pase el mayor tiempo posible dentro¡±, dice Llopis.
Y por fin, la cubierta, el elemento m¨¢s llamativo del proyecto. Es de acero inoxidable, muy ligero, con una extensi¨®n de 600 metros cuadrados y transparente, permitiendo que se aprecie desde abajo los edificios sobre la plaza.
El concejal de Urbanismo, Jorge Bellver, hablaba hace unos d¨ªas de la cubierta como si de una filigrana se tratara. Se apoya en ocho puntos y est¨¢ dividida en cuatro secciones. ¡°Cada uno de estos sectores tiene 84 vidrios, todos ellos diferentes, de ah¨ª que se refieran a la composici¨®n como filigrana o encaje de bolillos¡±, describe Llopis. El cerramiento exterior es un doble sandwich, explica el t¨¦cnico, formado por dos vidrios, unidos por una l¨¢mina de pl¨¢stico, que impide el paso del 90% de la radiaci¨®n solar.
Una iluminaci¨®n a base de proyectores realzar¨¢ fachadas, cubiertas y la fuente de una plaza que ha perdido su antiguo aspecto degradado y algo tenebroso.
Los propietarios de los puestos fijos de la plaza cruzan los dedos para que la obra acabe ya. Agosto es el mes fuerte en ventas y necesitan recuperarse de las p¨¦rdidas de estos meses.
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