Tropezar en la misma piedra
El PSdeG est¨¢ atomizado en baron¨ªas locales como hace 15 a?os, pero no se vislumbra quien las una
En el a?o 1996, el partido socialista atravesaba una dif¨ªcil situaci¨®n pol¨ªtica. Desgastado por el ejercicio ininterrumpido del poder durante catorce a?os, acosado por los numerosos casos de corrupci¨®n y las investigaciones sobre la guerra sucia contra ETA (GAL), el PSOE se asomaba al final de un dilatado ciclo pol¨ªtico, a lo largo del cual hab¨ªa ejercido una clara hegemon¨ªa y una indiscutible centralidad en la pol¨ªtica espa?ola.
A pesar de todo lo dicho, en las elecciones generales celebradas aquel a?o (1996), el PSOE obtuvo un resultado mejor de lo esperado y perdi¨® aquellos comicios por el escaso margen de 300.000 votos. Amparado por dicho resultado electoral, Felipe Gonz¨¢lez proclam¨®, con euforia, que quiz¨¢ le hab¨ªa faltado un debate o una semana m¨¢s de campa?a para poder conseguir la victoria y aquella noche electoral naci¨® la idea de la ¡°derrota dulce¡±. Pronto comprendieron los socialistas que no existe tal cosa, pero llevados por esa fantas¨ªa, en vez de aprovechar la ocasi¨®n para abordar la necesaria renovaci¨®n pol¨ªtica y org¨¢nica desde una posici¨®n de cierta fortaleza, optaron por el m¨¢s puro y duro continuismo. La direcci¨®n del partido sali¨® indemne del lance pese a tener varios de sus miembros imputados por la justicia y Gonz¨¢lez situ¨® como portavoces socialistas en las diversas comisiones parlamentarias a personas que hab¨ªan sido ministros en su Gobierno, algunos de los cuales fueron procesados y posteriormente condenados por graves delitos. Todo aquello desencaden¨® una grave crisis en el PSOE, Felipe Gonz¨¢lez se vio obligado a dimitir como secretario general y en un congreso extraordinario, perseverando en el error, fue elegido como m¨¢ximo dirigente socialista Joaqu¨ªn Almunia que, tras el fracaso de la operaci¨®n Borrell, condujo al PSOE a una estrepitosa derrota en las elecciones del a?o 2000, en las que la derecha espa?ola consigui¨®, por primera vez en democracia, la mayor¨ªa absoluta. Solo cuando fue elegida una nueva direcci¨®n, encabezada entonces por Zapatero, capaz de romper expl¨ªcitamente con los desprop¨®sitos del pasado, logr¨® el partido socialista recuperar la credibilidad pol¨ªtica y posteriormente el Gobierno.
Mucho me temo que el PSOE, en lugar de aprender y sacar conclusiones de aquella experiencia, haya vuelto a tropezar en la misma piedra. Porque, en efecto, es repetir un grave error elegir como m¨¢ximo dirigente socialista a una persona, P¨¦rez Rubalcaba, que representa el m¨¢s genuino continuismo de una gesti¨®n pol¨ªtica que los ciudadanos han rechazado contundentemente en las urnas. Por eso el PSOE ha sido incapaz de confrontarse eficazmente con las l¨ªneas maestras del proyecto conservador y de elaborar un proyecto alternativo, cre¨ªble y realizable, pero radicalmente diferente a las devastadoras pol¨ªticas de la derecha. Y por esa misma raz¨®n se explica el actual declive socialista y el desgaste de su secretario general, incapaces de frenar el rechazo ciudadano y de capitalizar pol¨ªticamente el creciente malestar social provocado por las pol¨ªticas gubernamentales. El l¨ªder socialista, como ya se puso de manifiesto en la campa?a electoral, est¨¢ atado de pies y manos y acorralado en un callej¨®n sin salida. Y por eso el partido socialista, antes pronto que tarde, se ver¨¢ obligado a realizar una profunda renovaci¨®n, una aut¨¦ntica refundaci¨®n que le permita recuperar el pulso y la credibilidad. De lo contrario, camina inexorablemente hacia la irrelevancia pol¨ªtica.
Naturalmente, la situaci¨®n general de los socialistas lastra tambi¨¦n las opciones del PSdeG. Pero, como demuestran las recientes elecciones celebradas en Andaluc¨ªa y Asturias, la debilidad del PSOE no tendr¨ªa necesariamente que trasladarse mec¨¢nicamente a Galicia en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. En todo caso, es un problema que no est¨¢ en las manos del PSdeG resolver, y menos a corto plazo. Lo que de verdad deber¨ªa preocupar a los socialistas gallegos es su actual situaci¨®n interna que parece haber experimentado una grave involuci¨®n que los ha vuelto a situar en los precarios niveles que ten¨ªan hace 15 a?os. Como entonces, la organizaci¨®n est¨¢ atomizada en baron¨ªas inoperantes, carece de un proyecto pol¨ªtico para Galicia y no pasa de ser una pl¨¦yade de terminales locales de Ferraz. Pero a diferencia de 1998, hoy no se vislumbra un dirigente que, como entonces hizo Touri?o, consiga imponer la paz interna, unificar el partido y dotarlo de un proyecto pol¨ªtico y program¨¢tico que lo configure como cabeza de una alternativa cre¨ªble de Gobierno. Y este es el problema que, junto a la divisi¨®n del nacionalismo, puede permitir la continuidad de un Gobierno, como el de Feij¨®o, absolutamente inoperante y fracasado. Ser¨ªa, pues, deseable que alguien reaccionase r¨¢pida y contundentemente.
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