Pinacotecas privadas
Qu¨¦ sentido del arte el del excelso F¨¨lix Millet, ese pr¨®cer. Y qu¨¦ diferencia con la actitud del mecenas Manuel Rocamora
Me dispon¨ªa a contarles la velada que Javier Baladia y las impulsoras de Cases Singulars, Isabel Vall¨¨s y Laura Pastor, organizaron el pasado jueves en la Fundaci¨®n Manuel Rocamora, cuando salt¨® a mis ojos otra pinacoteca privada de muy distinto signo coleccionista. Qu¨¦ sentido del arte el del excelso F¨¨lix Millet, ese pr¨®cer que al parecer est¨¢ dispuesto a significar hasta el ¨²ltimo matiz en qu¨¦ se han convertido los descendientes de quienes un d¨ªa fueron se?ores y damas de Barcelona sin siquiera aceptar el t¨ªtulo nobiliario con el que el rey de turno se los quer¨ªa ganar porque ser se?ores y damas de Barcelona les resultaba lo pertinente y basta.
Por fin podemos saber qu¨¦ guardaba F. M. en su protegid¨ªsima casa de L¡¯Ametlla del Vall¨¨s. Qu¨¦ buen reportaje hubiera escrito otro de sus vecinos, el insigne Eugeni Xammar. Por suerte los detalles los consignaron este martes en este peri¨®dico Jes¨²s Garc¨ªa y el ¨¢ngel informativo del claustro de Palam¨®s, Jos¨¦ ?ngel Monta?¨¦s. Vaya con F. M. No solo sigue libre al cabo de tres a?os, sino que puede presumir de colecci¨®n e incluso declarar: ¡°Me han dejado las paredes blancas¡±.
Si el se?or Rocamora lo viera, igual no dudaba en romperle la crisma con sus cer¨¢micas, sus muebles, una mujer de Clar¨¤ o lanzarle con deportiva punter¨ªa su paisaje de Modest Urgell, o su enorme vista de las Arenas desde una plaza que todav¨ªa no era la de Espa?a, firmada por Casas en 1896, arrojarle cualquier obra confiando en su poder, obras de arte que son obras de mecenazgo la mayor¨ªa, tir¨¢rselas a la cara ante el temor de que la sola coexistencia con la pinacoteca oculta del saqueador confeso e impune pudiera manchar su colecci¨®n. Mucho de eso hay en F. M., su sola presencia ofende. Qu¨¦ itinerario para el resobrino del maestro Millet, del compositor de la adaptaci¨®n musical de El cant de la senyera de Maragall y cofundador con Amadeu Vives del Orfe¨® Catal¨¤ en 1891, uno de los padres de la Catalu?a que Manuel Rocamora so?aba e iba construyendo junto a sus muchos amigos.
El status social que el futuro saqueador del Palau de la M¨²sica Catalana y del Orfe¨® Catal¨¤ quer¨ªa adquirir pasaba m¨¢s por obras noucentistes que modernistas, aunque no puede faltar un casas. El novecentismo es el seny, el modernismo la rauxa. Qu¨¦ tonter¨ªa. Miren lo que acumul¨® F. M. Parece que las obras no est¨¢n entre lo m¨¢s de lo m¨¢s de sus autores, pero eso nunca se sabe. En Catalu?a no hay todav¨ªa, por m¨¢s que pueda sorprender, un cat¨¢logo completo y razonado de Casas ni de tantos otros artistas de esta misma pinacoteca ni de otras de las much¨ªsimas ocultas que hay, por lo que cualquier obra que aparezca es siempre interesante para el mercado, los museos y tutti quanti de lo que los expertos llaman la instituci¨®n Arte.
Lo que s¨ª me atrevo a decir, vista la colecci¨®n del se?or Rocamora en su casa barcelonesa (Ballester, 12), es que la pinacoteca de esta desgracia llamada F. M. tal vez la tomara como modelo. ?Por la cercan¨ªa del Palau de la M¨²sica y la calle de Montcada? El industrial, coleccionista, pintor e historiador Rocamora contribuy¨® a revalorizar esa calle, por ejemplo donando al Museo Textil y de la Indumentaria su magn¨ªfica colecci¨®n de vestidos, que representa un 90% de los fondos... ?Le pareci¨® a F. M. que con eso bastaba? Repite algunos artistas: Urgell, Casas, Clar¨¤, Rebull, Gimeno¡
No tiene, claro, un picasso. La Fundaci¨®n Rocamora muestra m¨¢s de uno, entre ellos un precioso m¨®vil de dos gatos, con sendos dibujos en cada cara, para componer ?un anuncio de Els Quatre Gats! No, astuto F. M., no es f¨¢cil parecerse al se?or Rocamora a base de copiar sus criterios. Hay que ser un mecenas y tener se?or¨ªo. Y una bon¨ªsima biblioteca. El pasado jueves Javier Baladia cantaba This foolish things junto al cuadro de Urgell de Can Rocamora y convocaba a sus ancestros.
Algunos, como la todav¨ªa demasiado desconocida Isabel Llorach, impulsora por ejemplo de Gardel, se reun¨ªan en aquella misma sala en los a?os veinte. Pens¨¦ en Scott Fitzgerald y sus adorables provincianos que constituyeron Nueva York, justo en los mismos a?os que en Barcelona lo hac¨ªan los hombres y mujeres evocados en veladas como esta antes de que el tiempo los borre. Qued¨¦ encantada, hasta que el martes le¨ª lo de la pinacoteca de L¡¯Ametlla.
F. M. no es un provinciano, tampoco Rocamora, los dos eran barceloneses. No va ahora por ah¨ª la cosa. Lo propio de F. M. es recordarnos que el legado de mecenas y artistas ha sido traducido, bajo su batuta, en saqueo. Y a re¨ªr.
Merc¨¨ Ibarz es escritora.
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