El segundo ¡®ladrillo¡¯ de Ian Anderson
El l¨ªder de la m¨ªtica banda brit¨¢nica de los setenta presenta su ¨²ltimo trabajo: 'Thick as a brick 2'
A Ian Anderson no le gusta hablar de secuelas. Tampoco de nostalgia. Por eso, cuando describe su ¨²ltimo disco, Thick as a Brick 2, que presenta hoy en Madrid, prefiere aludir a un proceso en el que los 40 a?os que pasaron desde que sali¨® el primer Thick as a Brick, en 1972, trascienden el capricho del aniversario y sirven como moj¨®n para detenerse, entender (o intentar entender) el mundo actual y pensar en el que viene.
?A menos de un mes de cumplir 65 a?os, el l¨ªder de Jethro Tull, la m¨ªtica banda de rock progresivo ingl¨¦s que revolucion¨® la escena musical de fines de los sesenta, se presentar¨¢ hoy a las 20.00 en el Circo Price como parte de los Veranos de la Villa. Anderson tiene claro que se expone al fantasma de la comparaci¨®n. Pero, lejos de amedrentarse, se entusiasma, como cuando entendi¨® que quer¨ªa partir de una estructura conocida para volver a crear.
All¨ª est¨¢ Gerald Bostock, el ni?o prodigio (y de ficci¨®n) que dio alma al ¨¢lbum de 1972 como autor imaginario de las letras. ¡°Me pregunt¨¦ qu¨¦ estar¨ªa haciendo Gerald si existiera en 2012, con casi 50 a?os. Me lo imagin¨¦ desde pol¨ªtico hasta astronauta. Me cautiv¨® la idea de explorar posibles vidas para ese ni?o y hacerlo a trav¨¦s de una serie de temas musicales que me permitieran ir hacia una obra conceptual mayor que el original¡±, explica Anderson.
Habla despacio. Gesticula y mueve los brazos. Sobre su regazo, bien oculta en el estuche negro, descansa la flauta, pilar indiscutible de la m¨²sica de Jethro Tull, esa mezcla potente de hard rock, blues y folk con melod¨ªas medievales, celtas y barrocas.
Por supuesto que entre un disco y otro existe un puente. Una sucesi¨®n. Rastreable, pero no evidente. ¡°Tuve claro que no quer¨ªa ni deb¨ªa repetir los elementos musicales del disco original, sino m¨¢s bien sugerir retazos, como si en la multitud hubiera alguien agitando una bandera y diciendo ¡°?se acuerdan de m¨ª?¡± Son peque?os fragmentos que eleg¨ª con mucho cuidado. Se trata de un mensaje para los fans. Solo ellos pueden detectarlo.
Anderson, es evidente, se divierte con el juego y apuesta a que al otro lado ocurra algo parecido. Y justifica: ¡°Volver a presentar ideas en otro contexto no tiene que ver con no tenerlas o con repetirse, sino con el proceso creativo de hacer m¨²sica¡±.
En ese otro contexto, producto del magma de cuatro d¨¦cadas, aparecen cambios profundos y continuidades. ¡°En el disco hay referencias a cosas buenas, desde Starbucks hasta c¨®mo el cambio tecnol¨®gico benefici¨® nuestras vidas¡±, enumera. ¡°Hay cosas que siguen exactamente igual, como la corrupci¨®n y la religi¨®n¡±, apunta enseguida. Tambi¨¦n hay espacio para paralelos escalofriantes. ¡°Estamos a un a?o del retiro de tropas de Afganist¨¢n y 1972 fue el a?o anterior al retiro de los americanos de Vietnam¡±, recuerda.
Anderson tiene bien clara cu¨¢l es su propuesta. Y conf¨ªa en que el p¨²blico la entienda. ¡°En este punto de mi vida es importante poder mirar para atr¨¢s. No con nostalgia, sino para ver c¨®mo est¨¢n las cosas con el beneficio de la experiencia. Es una invitaci¨®n a examinar nuestras vidas y mirar el futuro, pensar qu¨¦ queremos hacer en los pr¨®ximos 20 a?os¡±, resume.
Eso s¨ª. Recomienda cautela con las expectativas. ¡°Venir con la mente abierta y prepararse para disfrutarlo. O no. Es como en las relaciones humanas. Las expectativas casi siempre defraudan. Si esperan encontrarse con Ian Anderson a los 25, saltando alrededor del escenario revoleando la flauta como un pose¨ªdo, pues se van a decepcionar¡±.
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