Un hombre tranquilo
"Es bueno saber que hay por ah¨ª un tipo disciplinado, paciente, callado y concentrado capaz de crear un esp¨ªritu de equipo imbatible, estimulando lo mejor de cada cual"
Todos los incendios se apagan. Antes o despu¨¦s. Lo peor de las llamas es lo que queman por dentro. Si la domesticaci¨®n del fuego se considera el principio de la civilizaci¨®n, los bosques carbonizados son el paisaje propio de la barbarie. Camin¨¢bamos por Valencia esos d¨ªas negros, como zombis, sin ver el cielo, lloviendo ceniza. Te asomabas al balc¨®n y pensabas que ard¨ªa Troya, 100.000 campos de f¨²tbol, uno detr¨¢s de otro. Y por si fuera poco, las redes sociales echando humo¡ La noche de la final de la Eurocopa se lleg¨® a decir que las llamas hab¨ªan llegado ya a la central nuclear de Cofrentes. Hubo gente que estuvo a punto de meter a los cr¨ªos en el asiento trasero del coche y echarse a la carretera como en La guerra de los mundos, huyendo del Apocalipsis. Los rumores falsos son como la p¨®lvora. Se extienden. Y siempre hay quien saca tajada del p¨¢nico ajeno, si no que se lo digan a las empresas de calificaci¨®n de la deuda.
Menos mal que Vicente del Bosque mantuvo la calma en uno de los pocos campos de f¨²tbol que se salv¨® de la quema, como un bombero templado, serio y fiable. El entrenador de La Roja es un ejemplo de El hombre tranquilo, a lo John Wayne, dispuesto a resistir todos los embates sin darle m¨¢s importancia que la que tiene.
Ya sabemos que el f¨²tbol por s¨ª solo no va a reducir la prima de riesgo, ni la factura del gas ni el recibo de la luz, pero el triunfo de Kiev nos ha proporcionado al menos a los espa?oles un espejo en el que poder mirarnos sin sonrojarnos, que tal como est¨¢ el patio no viene mal. Aunque por supuesto al d¨ªa siguiente de la victoria, cada cual haya tenido que lidiar con su propia tierra quemada. A pesar del triplete ¨¦ste sigue siendo un pa¨ªs calcinado, con el alma en vilo, como cualquiera. ?Qu¨¦ se cre¨ªan?
Cuatro goles no bastan para paliar una tasa de paro del 23%. Pero cuando quiebra la banca, fracasan las instituciones, cae la judicatura, se tambalea la Monarqu¨ªa, se hunde la bolsa y arde Troya por los cuatro costados, es bueno saber que hay por ah¨ª un tipo disciplinado, paciente, callado y concentrado como un director de orquesta ingl¨¦s, capaz de crear un esp¨ªritu de equipo imbatible, estimulando lo mejor de cada cual, sin victimismos ni triunfalismos. Alguien, que no se achanta ante el peligro ni se crece ante la victoria, inmune a la degradaci¨®n de la tribu. Ahora en lugar de un entrenador tenemos una leyenda. Un tipo con el mismo peso en el alma que cualquier ciudadano medio que brega cada d¨ªa con las dificultades de la vida, y lo hace sin aspavientos, ni palabras desafiantes. Sin sacar pecho porque tampoco es para tanto. Un profesional que hace bien su trabajo. Ni m¨¢s. Ni menos.
No estoy diciendo que lo pongan al frente de la Unidad Militar de Emergencias, me vale con que en caso de incendio ande por casa.
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