Donde el celuloide todav¨ªa corta
El programa Cines de verano lleva el s¨¦ptimo arte a 38 peque?os municipios de la Comunidad Los hermanos Orvich, criados entre proyectores, llevan el cine por los pueblos de Madrid A la vieja usanza. ¡°Lo digital no es arte, es un ordenador y archivos¡±

En 1953 Guadalix de la Sierra entr¨® en la historia del cine espa?ol al ser el escenario elegido por Luis Garc¨ªa Berlanga para rodar Bienvenido Mr. Marshall. De modo que resulta dif¨ªcil encontrar un lugar mejor para unirse al programa Cine de verano,organizado por la Comunidad de Madrid. Desde el a?o 2000 el proyecto lleva gratuitamente a las plazas de los pueblos de menos de 15.000 habitantes los estrenos m¨¢s exitosos del a?o anterior.
El martes 17 de julio en Guadalix fue el turno de Shrek, felices para siempre. A las 22.30 era la cita del pueblo ante la gran pantalla y poco antes de que cayera el sol todav¨ªa no estaba instalado el objeto sobre el que se iba a proyectar la pel¨ªcula. En apenas unos minutos el grupo de trabajo de los hermanos Orvich mont¨® la pantalla, una superficie hinchable que se alz¨® sobre la plaza en cuesti¨®n de segundos, adem¨¢s de poner a punto el equipo de sonido.
La experiencia juega a favor de los hermanos Orvich. Gerardo, el mayor, de 29 a?os, encabeza la cuarta generaci¨®n de una familia que tiene casi un siglo de experiencia llevando el cine a todos los rincones de Espa?a. Y la saga no parece que vaya a terminar con ¨¦l. ¡°Mi hijo de seis a?os ya sabe manejar el proyector de 35 mil¨ªmetros. Sabe ponerlo en marcha y apagarlo, conoce perfectamente c¨®mo funciona¡±.
Son las 22.15. Apenas hay p¨²blico y podr¨ªa parecer que Guadalix ha olvidado su cita con Shrek. Nada m¨¢s lejos de la realidad. La primera en llegar es una mujer septuagenaria, que coge una de las sillas puestas por el Ayuntamiento a disposici¨®n de los vecinos. Durante unos instantes est¨¢ sola entre el proyector y la pantalla, inm¨®vil, esperando el comienzo de la pel¨ªcula. No parece importarle cu¨¢l, tan solo desea ver cine. ¡°Para esa se?ora, el programa es la ¨²nica oportunidad que tiene de ver cine en todo el a?o¡±, explica Carmen Gal¨¢n, representante en Madrid de Equipo de Cine, la empresa encargada de coordinar las proyecciones y que, al igual que los Orvich, creci¨® entre proyectores.
El programa llega a 38 municipios, cada uno de los cuales disfruta de entre seis y diez proyecciones, lo que conlleva coordinar el trabajo en cinco o seis pueblos diferentes cada d¨ªa. ¡°Una paliza, pero es una gran satisfacci¨®n trabajar en algo que te gusta y con gente con la que tienes una gran relaci¨®n¡±, confiesa Gal¨¢n.
Orvich y Gal¨¢n, en Guadalix, se dejan llevar por su pasi¨®n por el celuloide y rememoran c¨®mo aprendieron el oficio. ¡°Cuando empiezas tienes que aprender a coger el celuloide. Cuando est¨¢ rodando en el proyector es una cuchilla, si no sabes cogerlo te garantizo que sangrar¨¢s¡±, afirma Orvich, y muestra los cortes producidos por el celuloide en las palmas de sus manos. Mientras Orvich y Gal¨¢n presumen de heridas de guerra, en torno a la veterana cin¨¦fila, se congrega una disciplinada nube de ni?os que, acompa?ados por sus padres, llenan el recinto justo antes de que comience la pel¨ªcula. 200 personas conjuradas para compartir dos horas de entretenimiento. Instantes antes de que Shrek acapare toda la atenci¨®n tan solo se escucha un susurro colectivo que est¨¢ a punto de extinguirse cuando un ni?o de apenas cinco a?os se gira hacia el proyector y, se?al¨¢ndolo, grita: ¡°?Es esa cosa!¡±.
Los Orvich sueltan una carcajada al un¨ªsono y ponen en marcha el proyector de 35 mil¨ªmetros, mucho m¨¢s que una m¨¢quina para ellos. ¡°Llegar¨¢ el cine digital, pero eso no es un arte, es un ordenador con archivos¡±, afirma con nostalgia Gerardo.
Una vez en marcha, el inconfundible sonido del proyector anuncia que el celuloide ya se ha convertido en una cuchilla. Su luz da inicio a la pel¨ªcula que acapara por completo la atenci¨®n de todos los presentes en la plaza.
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