Justicia
Te meten en un juicio penal y tu vida no solo se complica sino que, a tus espaldas, todos dir¨¢n que ya est¨¢s acabado. Una de las cargas morales que se imponen a la clase media es no tener antecedentes penales. Esa regla no afecta ni a los que est¨¢n arriba ni a los que est¨¢n abajo. Al infante consorte, por ejemplo, le procesan por prevaricaci¨®n, malversaci¨®n, falsedad, fraude y blanqueo de dinero, y Telef¨®nica le renueva su contrato, de condiciones gal¨¢cticas. El mundo est¨¢ bien hecho, escribi¨® Jorge Guill¨¦n. Quiz¨¢s fue un arrebato de optimismo.
No s¨¦ si est¨¢ bien hecho: est¨¢ lleno de contrastes, de paradojas que no se explican en las aulas de derecho pero que se hacen visibles un poco m¨¢s all¨¢: en la cafeter¨ªa, en los pasillos, en las letrinas de la misma facultad. Si alg¨²n d¨ªa recibes una demanda judicial ya no dormir¨¢s jam¨¢s tranquilo y tu vida se convertir¨¢ en un c¨®ctel de analg¨¦sicos y somn¨ªferos. Pero al mismo tiempo el mundo est¨¢ lleno de individuos que coleccionan demandas penales y condenas civiles sin despeinarse, ni siquiera cuando conducen su Cayenne. El juez a veces condena a un potentado para que indemnice a alg¨²n pobre diablo, pero despu¨¦s no lo indemniza: formalmente, es insolvente. Y el juez ya no puede hacer nada: est¨¢ de jornada intensiva.
Cuando voces sentenciosas claman por subir los impuestos a los que m¨¢s tienen deber¨ªan cerrar el pico: hace a?os que pagan m¨¢s los que m¨¢s tienen. Puedes apostar el brazo derecho a que hay m¨¢s bienes a tu nombre que a nombre de cualquier banquero. Por eso, cuando populares o socialistas suben el impuesto de la renta o resucitan el de patrimonio saben muy bien lo que hacen: lograr¨¢n que paguen los que m¨¢s tienen (a la vista), que son exactamente aquellos que no pueden escapar.
Ser¨ªa deseable que las invocaciones constitucionales a la igualdad jur¨ªdica tuvieran su correlato en la acci¨®n p¨²blica y que, en vez de tanto gasto absurdo, los pol¨ªticos concentraran los esfuerzos en garantizar la igualdad de todos ante la ley. Si lo hicieran se llevar¨ªan una aut¨¦ntica sorpresa: dar¨ªan con la justicia, esa que ahora persiguen en entelequias amparadas por el t¨¦rmino ¡°social¡±. Pero ?para qu¨¦ hacer cumplir las leyes? Siempre es m¨¢s f¨¢cil multiplicarlas.
Hace tiempo que el poder pol¨ªtico renunci¨® a luchar por la igualdad ante la ley. Por eso, cuando a¨²n hab¨ªa dinero, comprendieron que era m¨¢s pr¨¢ctico administrar distintas adormideras a los distintos sectores sociales. Lo cual, en el fondo, es una conducta reaccionaria. Lo revolucionario ser¨ªa impartir justicia, lo reaccionario es subvencionar.
Pol¨ªticamente, siempre ha sido m¨¢s adecuado dejar las cosas como est¨¢n a ponerlas en su sitio. Poner las cosas en su sitio. Las cosas, en su sitio, nunca est¨¢n. Quiz¨¢s nunca han estado. Lo ¨²nico que pasa es que ahora resulta un poco m¨¢s visible. Las leyes no aspiran a lograr un mundo m¨¢s justo: solo procuran darle cierta est¨¦tica.
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