Ni alternativos ni efervescentes
La precariedad multiplica los espacios art¨ªsticos comunitarios y autogestionados
¡°Ni somos medida de efervescencia creativa ninguna, ni somos alternativos, ni nos oponemos a nada. Solo queremos trabajar, y no tenemos otra posibilidad de hacerlo que las iniciativas comunitarias¡±. As¨ª de clara se mostr¨® la cr¨ªtica cultural Ania Gonz¨¢lez en su intervenci¨®n en la segunda edici¨®n del seminario Canles Alternativas de Creaci¨®n, celebrado en el Centro Galego de Arte Contempor¨¢nea (CGAC) para analizar las propuestas que se desarrollaron desde los setenta en Galicia y el norte de Portugal fuera de los circuitos convencionales.
En los ¨²ltimos a?os cambiaron las condiciones de las que partieron en nuestro pa¨ªs experiencias como la de Atl¨¢ntica. De la ausencia de un tejido institucional se evolucion¨® a la multiplicaci¨®n de museos, fundaciones y salas de exposiciones. Pero las carencias que hoy estimulan la eclosi¨®n de proyectos como el Furancho de Arte Contempor¨¢nea (FAC), impulsado en la parroquia compostelana de la Peregrina por Ania Gonz¨¢lez junto con los artistas Olmo Blanco y Diego Vites, no se alejan tanto de las de aquellas primeras d¨¦cadas de la democracia.
Contin¨²a la precariedad laboral, acentuada por la crisis y las pol¨ªticas neoliberales. Y siguen faltando, para dar a conocer las obras, espacios intermedios entre la galer¨ªa privada y los principales museos. Y no solo eso. En la opini¨®n de Ania, las Administraciones demuestran una ¡°grave desatenci¨®n a la producci¨®n cultural del contexto¡±, es decir, a la creaci¨®n de artistas gallegos y no gallegos que trabajan en Galicia. El Furancho naci¨® para dar salida a ese ¡°excedente¡±. Funci¨®n semejante cumple El Halc¨®n Milenario, espacio expositivo situado en el centro de Vigo. ¡°Muchos artistas no ten¨ªan d¨®nde exponer. Nosotros ten¨ªamos un piso y pensamos, ?por qu¨¦ no?¡±, se?al¨® en el CGAC una de sus responsables.
La inquietud por la integraci¨®n en el contexto social es una de las caracter¨ªsticas que comparten este tipo de iniciativas. Es el caso, tambi¨¦n en Vigo, de Alg-a, colectivo que encontr¨® en la tradici¨®n asociativa de Valadares, donde se sit¨²a su espacio de trabajo, un s¨®lido punto de apoyo. ¡°Tenemos en la actualidad varias l¨ªneas de investigaci¨®n. Una tiene que ver con la relaci¨®n comunitaria con el entorno y con la parroquia. Otra es la de permacultura y bioconstrucci¨®n. Otra es la de experimentaci¨®n sonora y visual¡±, relata uno de los miembros de Alg-a, Man Hauser.
¡°Lo que hacemos no es reflejo de una situaci¨®n ideal, sino de un problema¡±
El cooperativismo y otros modos de econom¨ªa comunitaria constituyen uno de los ejes en los que se basa la subsistencia de estos proyectos. El otro es el voluntarismo. Y no hay acuerdo entre los distintos colectivos sobre las implicaciones de este hecho. ¡°?Por qu¨¦ todo tiene que dar dinero?¡±, se preguntan desde El Halc¨®n. FAC no renuncia, sin embargo, a la b¨²squeda de viabilidad: ¡°Somos profesionales y queremos vivir de nuestro trabajo¡±, se?ala Ania. Las dificultades econ¨®micas fueron, precisamente, uno de los factores que condujeron al cierre, en Vigo, del local de la asociaci¨®n Amalgama, tras convertirse en referente en la actividad cultural de la ciudad.
La ¡°creaci¨®n de comunidad¡± es, seg¨²n Miguel Anxo Rodr¨ªguez, investigador del proyecto de la Universidad de Santiago Canles alternativas de creaci¨®n experimental. O eixo atl¨¢ntico (1975-2012), uno de los principales logros de este tipo de colectivos. No conviene, sin embargo, ni despreciar sus aportaciones ni ¡°heroizarlos¡±. ¡°Yo no har¨ªa distinci¨®n entre los contenidos de estos espacios y los institucionales¡±, explica el profesor. ¡°Porque, cada vez m¨¢s, puedes ver a los mismos artistas en unos y en otros. Lo que s¨ª son es m¨¢s flexibles en cuanto a protocolos¡±, asegura. Otra cuesti¨®n es en qu¨¦ medida el modelo horizontal que propugnan puede servir para abrir caminos en el panorama actual del arte.
En este sentido, Daniel L. Abel, de Baleiro, se muestra cauto. ¡°No nos consideramos modelo de nada ni posible salida. Lo que hacemos no es reflejo de una situaci¨®n ideal, sino del problema de la precariedad¡±, afirma. El intercambio es, as¨ª, condici¨®n fundamental para la permanencia de estos colectivos. Son habituales las colaboraciones entre ellos, y con proyectos no concebidos para el arte, como los centros sociales autogestionados o iniciativas como Olholivre o Universidade Invis¨ªbel, que agrupan a profesionales de otros sectores.
Internet facilita los contactos. ¡°Son colectivos con una gran capacidad para adaptarse a la falta de recursos... y al propio contexto, integr¨¢ndose m¨¢s con el ciudadano. Est¨¢n creando una red cada vez m¨¢s fuerte¡±, se?ala la investigadora Luc¨ªa Roman¨ª, autora de la tesis Mecanismos de transformaci¨®n da idea de arte p¨²blica, de la Universidad de Vigo. Parte de ellos abrieron canales de colaboraci¨®n con las instituciones. Y esto formula debates sobre los posibles beneficios que estas pueden obtener de su precariedad.
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