Los mism¨ªsimos reyes del mambo
Por fin un llenazo para estos Veranos de la Villa, con profusi¨®n de gente guapa y sonrisas radiantes en el Price. El milagro corri¨® anoche por cuenta de Pink Martini, una peque?a orquesta de sal¨®n (doce m¨²sicos, la tercera parte percusionistas) empe?ada en que casi todas las piezas de su repertorio superen el medio siglo de antig¨¹edad. Son modernos y vivificantes de puro demod¨¦s; o, mejor dicho, atemporales. Porque se aferran a un cancionero tan variado e incombustible que nos sobrevivir¨¢ a los all¨ª presentes.
El jefe de la banda, el risue?o Thomas Lauderdale, toca el piano con simp¨¢ticos aspavientos, aleteando las manos como si fuese un dibujo animado. Pero la indiscutible reina de la fiesta es Storm Large, mujer rubia, estilosa, expansiva, bailonga, refulgente. Su talento como cantante es un esc¨¢ndalo solo equiparable al tama?o de ese tatuaje (LOVER) que luc¨ªa de hombro a hombro. Resulta milagroso descubrir nuevos matices en una pieza tan trillada como Quiz¨¢s, quiz¨¢s, quiz¨¢s, pero ella los encuentra. Y sale airosa de todo lo dem¨¢s: chanson, canci¨®n italiana, balada rumana, samba, g¨¦nero l¨ªrico o una conmovedora lectura del bolero Piensa en m¨ª.
Los Martini se atreven con docenas de g¨¦neros e idiomas gracias a un talante rigurosamente desenfadado. Presumen de festivos, invitan a un baile intergeneracional en el que nadie mira de soslayo a nadie, reh¨²yen las complicaciones estil¨ªsticas y evitan el peligro del pastiche gracias a ser endemoniadamente buenos. Muchos cantan (inolvidable el ?D¨®nde est¨¢s, Yolanda? del percusionista japon¨¦s Timothy Nishimoto), todos se vuelcan (preciosa la voz del trombonista Robert Taylor en Veronique) y ese compromiso con el espect¨¢culo los convierte en los mism¨ªsimos reyes del mambo, en un invento adorable. Su apertura de miras servir¨ªa de banda sonora para un mundo m¨¢s tolerante, comprensivo, plural y feliz. Y m¨¢s de un ministro, comenzando por el de Justicia, deber¨ªa escucharlos en su despacho.
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