Lavapi¨¦s, el nuevo barrio rosa

Una pareja de lesbianas pasea de la mano por la calle de Lavapi¨¦s. El term¨®metro marca 39?. Aunque el bochorno del ambiente no invita al acercamiento, el deseo de las primeras citas las invita a darse un par de besos en cada esquina. Al verlas, el frutero banglades¨ª se pone m¨¢s colorado que los pimientos que cuelgan en la tienda. Tampoco les quitan el ojo los camareros indios que custodian las terrazas de la calle a ¨²ltima hora de la tarde. El barbero marroqu¨ª de la esquina, en cambio, ni se inmuta.

En los ¨²ltimos a?os, esta escena es muy com¨²n entre las empinadas callejuelas del barrio, cada vez son menos las miradas indiscretas. ¡°Lavapi¨¦s se est¨¢ convirtiendo en un barrio multi¨¦tnico de color rosa. Cada vez hay m¨¢s lesbianas y gais que se mudan a la zona¡±, explica Boti Garc¨ªa, presidenta de la Federaci¨®n Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), y vecina del barrio desde 1994. Esta tendencia ha impulsado la apertura de m¨¢s de una decena de locales de ambiente abiertos (la mayor¨ªa) a todos los p¨²blicos. Sin estridencias. Guardan la est¨¦tica de bar de toda la vida con un toque moderno. Leyre, una de las due?as del bar de copas El Gallinero, advierte: ¡°Parte del colectivo est¨¢ cansado del mercantilismo de Chueca¡±. La cuesti¨®n es: ?Qu¨¦ tiene Lavapi¨¦s que no tenga el barrio gay por excelencia de Madrid?

¡°En primer lugar, el nivel adquisitivo de la zona es mucho m¨¢s bajo. Chueca se ha convertido en un gueto apto para personas con ingresos elevados. En segundo lugar, all¨ª se celebra el Orgullo Gay a todas horas, y eso cansa. Queremos un barrio donde podamos ser uno m¨¢s, no el centro de atenci¨®n. Y, por ¨²ltimo, en el caso de las lesbianas, ya era hora de que tuvi¨¦ramos un punto de encuentro para nosotras¡±, argumenta Patricia Soto, due?a del pub de ambiente l¨¦sbico El Mojito. ¡°Lavapi¨¦s siempre ha sido un barrio de extramuros, siempre en la frontera de una sociedad biempensante, como el colectivo LGTB¡±, explica Boti Garc¨ªa, mientras toma un t¨¦ de hierbabuena en la terraza de El Rinc¨®n Guay, una cafeter¨ªa frecuentada y regentada por gais.

¡°Chueca sabe a plastilina. Lavapi¨¦s, a cocido madrile?o", asegura una encargada de La Antigua Taquer¨ªa

Lo primero que hizo su due?o, Mauricio Main, cuando lo abri¨® fue colocar una bandera multicolor como toldo. ¡°Recuerdo lo mucho que les gustaba a las ancianas que ven¨ªan a comprar al mercado de San Fernando¡±. ¡°Chueca sabe a plastilina. Lavapi¨¦s, a cocido madrile?o¡±, sentencia Panchi, una de las encargadas de La Antigua Taquer¨ªa, una vieja taberna reconvertida en un restaurante de comida mexicana regentado por lesbianas. ¡°No queremos etiquetas ni destacarnos por nuestra condici¨®n sexual¡±, asegura Panchi, mientras prepara una quesadilla de huevo y trufa, uno de sus platos estrella. En un espejo enorme aparece pintada la carta. A su lado, un par de estanter¨ªas sostienen el peso de las botellas de alcohol que aderezan los c¨®cteles. Una figura de San Pancracio las custodia. El personal que pasa a lo largo del d¨ªa por La Antigua Taquer¨ªa es de lo m¨¢s variopinto: desde un grupo de paquistan¨ªes que toma el caf¨¦ ma?anero, pasando por el vecino de toda la vida que pide una cerveza y unas aceitunas, estudiantes y j¨®venes que aprovechan el m¨®dico precio de los platos para disfrutar de una noche de verano, gais y lesbianas dispuestos a encontrar pareja...

La predilecci¨®n del colectivo LGTB por el c¨¦ntrico barrio, de 39.985 habitantes, no es nueva. ¡°En los a?os ochenta y noventa, Lavapi¨¦s fue el nido de grupos reivindicativos por la homosexualidad como La Radical Gay y Lesbianas LSD¡±, recuerda Gabriel Abraham, due?o de la ¨²nica sauna gay de la zona, en la barra del Madness, un pub fetichista para gais situado tambi¨¦n en Lavapi¨¦s. Entre gemidos y cuartos oscuros, Abraham, de 48 a?os, muestra la variedad de posturas y juegos sexuales que se pueden practicar en el local, vac¨ªo a primera hora de la tarde.

¡°Cuando Chueca se puso de moda, Lavapi¨¦s pas¨® a un tercer plano, pero siempre hemos estado aqu¨ª¡±, matiza. En 2010 este vecino del barrio abri¨® la sauna, deunos 300 metros cuadrados. Por el m¨®dico precio de 10 euros, el cliente gay puede pasar hasta ocho horas disfrutando entre vapores, el jacuzzi, los masajes, las cabinas, etc¨¦tera.

La apertura en 1996 del Centro Social Ocupado Eskalera Karacola, autogestionado por mujeres, atrajo a un gran n¨²mero de lesbianas al barrio. Cerca de Ant¨®n Mart¨ªn se encuentra el Club 33, m¨¢s conocido como La Antigua Medea, uno de los lugares de ambiente l¨¦sbico m¨¢s emblem¨¢tico de Madrid. Con m¨¢s de 30 a?os de experiencia, sus actuales due?as han querido dejar atr¨¢s los tiempos de las mirillas para acceder a la discoteca y ahora abren tanto a los que entienden como a los que no. ¡°Aunque hay un mayor n¨²mero de locales femeninos, los gais estamos invadiendo el espacio poco a poco¡±, asegura Dalton Penn, due?o del Bangal¨¢, un pub de encuentros sexuales masculino. ¡°Por cuatro euros puedes tomar un gin tonic y pasar un buen rato. En Chueca, esto es impensable¡±, critica.

El presidente del Colectivo de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM), Agust¨ªn Gonz¨¢lez, lamenta quse considere Chueca como un barrio elitista. ¡°Es muy positivo que se abran m¨¢s espacios para los gais en Madrid, y estos dos barrios se pueden complementar con diferentes ofertas de ocio para distintos p¨²blicos¡±.

¡°Las bolleras alternativas por fin hemos encontrado nuestro sitio¡±, exclama Silvia Rodr¨ªguez, una de las due?as de El Gallinero, una antigua tasca reconvertida en un pub. Acodadas en la barra, Leire y Ruth se ponen al d¨ªa con un par de ca?as. ¡°Solemos venir mucho porque pinchan buena m¨²sica, las copas son de calidad, hacen fiestas tem¨¢ticas y dejan entrar a los perros¡±, explican. ?Acabar¨¢ Lavapi¨¦s eclipsando a Chueca? ¡°No lo creemos¡±, explican. ¡°Tendr¨ªamos que derribar los cimientos sociales del barrio, y lo que queremos nosotros es ser una minor¨ªa m¨¢s dentro de esta torre de Babel¡±.