Tiempo ol¨ªmpico
Una cosa rara de la vida son los trofeos, esa tupida vegetaci¨®n de laureles, palmas y coronas dirigida a resaltar los m¨¦ritos de unos y de otros, ya sea un premio de novela o un certamen de pintxos, ya sea la menci¨®n Cartagenero del A?o o el reconocimiento Mejor Txakoli de 2012. Es igual, porque un nuevo a?o vendr¨¢ y con ¨¦l una nueva edici¨®n del premio de novela, una nueva convocatoria de pintxos, un nuevo cartegenero del a?o, un nuevo txakoli. En esta costumbre del subrayado peri¨®dico confluyen todos los quehaceres: la literatura, el arte, la pol¨ªtica, el toreo, el folclore, la gastronom¨ªa, la jardiner¨ªa. Pero en el deporte esta irresistible inclinaci¨®n humana al reconocimiento p¨²blico se lleva al paroxismo. Apenas deja de sonar el himno, apenas te quitas del cuello la medalla, apenas se diluye la resaca de aquella noche en que alzabas la copa del torneo ante la masa, los capitostes de la federaci¨®n o del comit¨¦ (esas organizaciones infestadas de promotores de oscuro pasado, deportistas jubilados y arist¨®cratas consortes) comienzan a preparar la pr¨®xima edici¨®n.
R¨ªete de la filosof¨ªa existencial: para ser consciente del cruel paso del tiempo basta acudir al parte informativo de cualquier emisora. La informaci¨®n deportiva es un maelstrom de ligas y liguillas, campeonatos y champions, vueltas y cl¨¢sicas, desaf¨ªos y play-offs, eliminatorias o semifinales. Resultados, cronometrajes, pr¨®rrogas y tandas de penaltis se suceden sin descanso. Y eso que llega a las masas apenas un m¨ªnimo porcentaje del total de las contiendas. Si la informaci¨®n deportiva fuera seria, en vez de horas interminables deber¨ªan ocupar, con ¨ªmpetu totalitario, el 100% de la programaci¨®n: es lamentable que no tengamos puntual noticia de los resultados provinciales de tiro con arco o de las rondas eliminatorias de lanzamiento de martillo que preceden a la apasionante final. S¨ª, se suceden los marcadores, los registros, los resultados, los paneles de clasificaci¨®n. Se confunden los torneos amistosos y los campeonatos europeos, trasatl¨¢nticos o intercontinentales. Uno se pregunta seriamente qu¨¦ habr¨¢n hecho el pasado fin de semana los rojiblancos, los txuri urdin, los rojillos o los hombres de negro.
Corre mientras tengas aliento. El deporte competitivo es una met¨¢fora de la vasta competici¨®n vital que se resuelve en entregas de diplomas, homenajes, estatuillas, reconocimientos, bandas honor¨ªficas, condecoraciones, premios de poes¨ªa, premios Sabino Arana, premios Pablo Iglesias, doctorados honoris causa y medallas de oro o de oro contrachapado. D¨ªa tras d¨ªa, semana tras semana, a?o tras a?o, la vasta humanidad, aplaudi¨¦ndose a s¨ª misma, aplaudi¨¦ndose a rabiar. Toda biograf¨ªa es como un palmar¨¦s, y todo palmar¨¦s es como una biograf¨ªa. Un alud de reconocimientos y ceremonias recorre el universo.
Y est¨¢bamos en esto y, de pronto, las Olimpiadas.
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