?Qui¨¦n ense?a Madrid?
Visitas con gu¨ªas acreditados, rutas de alcohol y hormonas, ¡®tours¡¯ en los que ¡°La Almudena es ¡®pop art¡±. Cada cicer¨®n ofrece una ciudad distinta
¡°Soy como una estrella del rock: cada d¨ªa doy mi mejor actuaci¨®n¡±, promete nuestro gu¨ªa con los brazos levantados. Estamos en la plaza Mayor y comienza una ruta de tres horas por Madrid. Nuestro cicer¨®n (llam¨¦mosle el Hombre de rojo, el color de su camiseta) brinca, gesticula y promete raudales de diversi¨®n a la veintena de visitantes de su grupo. El tour es nominalmente gratuito, pero desde el principio avisa de que vive de las propinas: es aut¨®nomo y asegura que su empresa, Sandeman, ¡°presente en 14 ciudades del mundo¡± establece que ese es su sistema de retribuci¨®n. El Hombre de rojo, como promete la web de la compa?¨ªa, insiste en que tiene todos los abuelos madrile?os y conoce la ciudad al dedillo. ¡°Preguntadme lo que quer¨¢is. Si no lo s¨¦, buscamos en San Google¡±, ofrece con desparpajo.
Hace tres a?os ofrecer esos tours era intrusismo. Sandeman y otra empresa, My Free Tours, fueron sancionadas por la Comunidad de Madrid porque sus gu¨ªas no estaban acreditados. Ahora no existen requisitos para trabajar en el sector. El Gobierno de Esperanza Aguirre decidi¨® liberalizar completamente la profesi¨®n en 2009. Hoy los responsables de los free tours pueden trabajar sin sacarse un t¨ªtulo junto a la puerta de la oficina de informaci¨®n tur¨ªstica municipal, de donde tambi¨¦n salen las visitas oficiales. Distintos modelos conviven para distintos p¨²blicos: visitas a cambio de propinas, el tour municipal, un gu¨ªa oficial individualizado (150-200 euros por cuatro horas), tours tem¨¢ticos por los bares de la ciudad... Los tonos y los niveles de exigencia de estas opciones son muy diferentes: desde el infotainment (informaci¨®n aligerada hasta convertirse en, con suerte, entretenimiento) hasta detalladas presentaciones hist¨®ricas.
'Free tours' que no son tan gratis
En free tours como los de Sandeman los gu¨ªas solo cobran las propinas. La empresa asegura que ella no recibe dinero, pero a cambio es innegable que publicita otros de sus productos. Especialmente, la ruta por bares a 12 euros. "Si quer¨¦is beber, os lo ponemos en bandeja", dice el gu¨ªa. "Si est¨¢is solteros y quer¨¦is ligar, es la ocasi¨®n para tachar otro pa¨ªs de vuestra lista, porque viene gente de todos lados. Y con tres copas encima hablas hasta hebreo". El plan est¨¢ claro. Al despedirse, nuestro gu¨ªa pide una propina indeterminada (recibir¨¢ una media de cinco euros) y repite que tiene entradas para el tour de noche, pero que las vende "por motivos legales, en privado" en un bar cercano.
A la cabeza de uno de los tours del Ayuntamiento, el Madrid imprescindible I en castellano, est¨¢ Enrique. Se presenta a la quincena de personas que han pagado 3,9 euros, saca de la mochila unas petacas con auriculares y las reparte. Se le va a o¨ªr alto y claro durante la hora y 45 minutos que dure el recorrido por la plaza Mayor, el Palacio Real, el Viaducto, la plaza de la Paja y la de San Andr¨¦s, la Costanilla de San Pedro... hasta la Plaza de la Villa. Por el camino, abundantes detalles sobre la historia de la capital, sus leyendas y recomendaciones l¨²dicas y gastron¨®micas ¡ªlas verbenas de agosto o las tapas en la Cava Baja¡ª. Al acabar, muchos se quedan para pedirle consejo.
Enrique trabaja en realidad para Manpower, la multinacional de empleo temporal que gan¨® en mayo el concurso de visitas guiadas de Madrid. Por primera vez, el Ayuntamiento no puso en los pliegos de condiciones el requisito de contar con gu¨ªas oficiales. Tambi¨¦n elimin¨® visitas caras como las teatralizadas o las musicales. Si antes pagaba a la concesionaria m¨¢s de 100.000 euros al mes por ense?ar la capital, ahora Manpower lo hace por 59.000. ¡°No pudimos ponerlo como requisito porque el sector se ha liberalizado pero, como nos parec¨ªa muy importante, s¨ª fue un criterio valorable. De hecho, el 75% de nuestros gu¨ªas son oficiales¡±, afirma la responsable de Informaci¨®n Tur¨ªstica de Madrid Visitors & Convention Bureau, Susana Arribas.
Del ¡®youth hostel' a la calle
Laura Hermo tiene 29 a?os y es madrile?a. Empez¨® a estudiar Filosof¨ªa, pero ha trabajado desde siempre en turismo: ense?ando ballenas en Tenerife o las calles de Madrid. Sus jefes dicen de ella que es la gu¨ªa estrella de Mad City Tours (www.madcitymadrid.com), una empresa que se dedica a ense?arle la ciudad a clientes de cuatro youth hostels. Tienen un free tour y varios tem¨¢ticos por 12 euros (pub crawls, tours latinos, de flamenco, shopping, rock...)."Al final, con el que m¨¢s ganas es con el free, por las propinas", dice Laura, contando con que a veces junta 50 personas por visita. Asegura que las prepara a conciencia porque, al ser en ingl¨¦s, tiene que estar segura de que las explicaciones y las bromas van a funcionar. "Me lo paso bien, conoces gente y el trabajo tiene una parte creativa", dice. "Hay gente que me ha dicho que mis tours son los mejores que ha hecho en Europa"", cuenta sonriente.
Muchos turistas no llegan a traspasar la puerta de su oficina en la Plaza Mayor ante el aliciente free que los ronda. Lo primero que propone nuestro Hombre de rojo es una foto de grupo: ¨¦l tirado en el suelo y todos gritando su nombre alrededor. El estilo que vende Sandeman es desenfadado, dirigido a j¨®venes y mochileros sin grandes prejuicios culturales y con presupuesto corto. Por eso al viajero despistado no debe sorprenderle que los datos hist¨®ricos y art¨ªsticos que aporten los gu¨ªas no sean demasiado precisos. O que para hacer el conjunto a¨²n m¨¢s liviano se sobrecargue de comentarios jocosos sobre la sexualidad de los reyes o las filias y fobias espa?olas, que se resumen en que nuestro hobby es el alcohol y nuestra pesadilla, el trabajo.
Suicidas de la Movida
Pero tan ligero es el tono de la conversaci¨®n que se filtran constantemente errores vestidos de gracieta. Que el califato de C¨®rdoba sali¨® de la guerra de taifas de Al-Andalus, que la mayor¨ªa de los suicidas del viaducto de Segovia eran heroin¨®manos porque durante la Movida ¡°todo el mundo tomaba drogas¡±¡ No vamos a convertir la visita en un examen de Historia al gu¨ªa, pero ciertos fallos resultan ofensivos para quien pasa tres horas en un paseo bajo el sol. En un momento de la visita, apunta que Alfonso X naci¨® en el siglo XV. ¡°No, en el XVI¡±, se corrige. ¡°Perd¨®n, en el XIV¡±, termina, sin acertar con el correcto: el XIII. La fachada de la Almudena para ¨¦l no es neocl¨¢sica sino ¡°neomodernista¡±; y el interior, ¡°pop art: una mezcla de todo¡±.
La visita se detiene en el Museo del Jam¨®n durante 15 minutos; el grupo compra bocadillos y bebidas. Cerca del final, pasamos por la chocolater¨ªa San Gin¨¦s. En la terraza dos turistas asi¨¢ticos mojan churros en chocolate mientras beben sangr¨ªa. El Hombre de rojo aprovecha para explicar que la iglesia de San Gin¨¦s es de 1090 (la actual es del siglo XVII, aunque a principios del XII hay noticias de un templo en el lugar).
Visitas privadas y a medida
Cristina Cabrera, gu¨ªa oficial, recoge en el hotel Palace a los clientes con los que pasar¨¢ el d¨ªa. Es una familia de Pensilvania (EE UU): padre, madre, hija adolescente e hijo veintea?ero que estudia en Salamanca. Ha dise?ado para ellos un recorrido que resuma lo mejor de la ciudad: el barrio de los Austrias, Las Letras, Palacio Real, comida en la plaza de Santa Ana y dos o tres horas en el museo del Prado ¡ª¡°un sitio estupendo para hablar de la historia de Espa?a porque est¨¢n dentro todos sus personajes¡±¡ª, pero lo cambiar¨¢ en funci¨®n de lo que pidan. Pas¨® su ni?ez en Estados Unidos, se licenci¨® en Historia y trabaj¨® 22 a?os en publicidad ¡ª¡°fue un buen bagaje porque lo que hace un buen gu¨ªa es vender su ciudad, hacer que los visitantes salgan con el deseo de ver m¨¢s cosas o de volver¡±¡ª hasta que en 2001 se sac¨® el t¨ªtulo de gu¨ªa oficial.
Aunque estos tours se dirigen a un cierto sector de visitantes, los m¨¢s de 800 gu¨ªas que en su momento consiguieron su carn¨¦ (examen con tres pruebas eliminatorias, entre ellas una oral frente a tribunal) de la Comunidad los consideran lesivos y se lamentan de las consecuencias de la liberalizaci¨®n del sector. ¡°Los ¨²nicos que se han beneficiado son los que ejerc¨ªan irregularmente¡±, asegura el vicepresidente de la Asociaci¨®n Profesional de Gu¨ªas (APIT), Gerardo Rappazzo. ¡°Un gu¨ªa no se limita a dar informaci¨®n. Durante unas horas somos los embajadores del pa¨ªs y de su patrimonio. Ahora cualquiera puede decir cualquier cosa. Antes, si estabas descontento conmigo, me pod¨ªas denunciar. Muchos lo hacen bien, pero trabajan en negro, sin darse de alta. Yo emito facturas¡±, se?ala. Abundan los gu¨ªas acreditados como ¨¦l que trabajan con grupos peque?os o familias, a las que hacen itinerarios personalizados. Son aut¨®nomos a los que contratan agencias de viajes. La Comunidad mantiene la figura del gu¨ªa acreditado ¡ª ¡°antes era obligatorio, ahora opcional¡±, dice Rappazzo¡ª pero no ha convocado ex¨¢menes desde 2008 y tiene atascada la nueva Ley del Turismo que regular¨¢ el sector.
Sandeman responde a las cr¨ªticas, sin entrar a explicar c¨®mo ni cu¨¢nto cobran sus gu¨ªas aut¨®nomos, argumentando que cumplen los requisitos legales ¡°y se hallan entre los mejores de Madrid seg¨²n TripAdvisor¡±. Tampoco acepta la cr¨ªtica de que las visitas pueden no estar siempre bien documentadas. ¡°El contenido y la correcci¨®n de las visitas guiadas son evaluados de forma independiente por expertos del sector¡±.
Tours a 3,9 euros todos los d¨ªas
El Consistorio ofrece a 3,9 euros m¨¢s de 60 visitas semanales, 365 d¨ªas el a?o, en ocho idiomas. La semana pasada inaugur¨® cuatro nuevas: sobre flamenco, mercados y tapas, Casa de Campo en bicicleta y Madrid a orillas del r¨ªo. ¡°Tenemos p¨²blicos distintos¡±, asegura su responsable acerca de la competencia de los tours a cambio de propinas. ¡°El nuestro busca oficialidad y garant¨ªa de calidad¡±. El a?o pasado tuvo 70.000 participantes.
Y si se busca una perspectiva de la ciudad a¨²n m¨¢s ligera, est¨¢n los pub crawls (¡°arrastrarse de pub en pub¡± es la traducci¨®n aproximada). Las organizan muchas de las mismas empresas que ofrecen los free tours, pero con otro enfoque. Se trata de una ronda de bares, invento anglosaj¨®n tan en alza entre los turistas como contestado por las molestias a los vecinos y la ingesta disparatada de alcohol que implica. Pero aunque se beba mucho, el crawl es sobre todo un asunto de hormonas. ¡°Quiero una peque?a se?orita que sopla mi melena¡±, anuncia uno de los turistas al gu¨ªa nada m¨¢s conocerlo en Sol. Son tres alemanes y cuatro canadienses. Solo dos son mujeres, y una de ellas est¨¢ emparejada. Nada sorprendente entonces que la se?orita soltera se convierta por unas horas en la persona m¨¢s cortejada de Madrid.
El precio de la gira es de 14 euros con una hora de barra libre de sangr¨ªa y cerveza en el primer pub, un chupito de tequila en cada establecimiento y supuestos precios especiales en las copas. En los tr¨¢nsitos entre bar y bar, el gu¨ªa, al que todos los extranjeros borrachos de la ciudad abrazan por la calle, saca un porr¨®n de vodka con el que abreva a los turistas para asegurarse de que la ma?ana del d¨ªa siguiente sea realmente inolvidable. Cuatro horas de vagabundeo determinar¨¢n que los precios de las copas no eran tan especiales. A los turistas tampoco parece importarles demasiado. Que alguien intente convencerles de que este no es el Madrid que han venido a ver.
Una noche de 'pub crawl'
El pub crawl es un invento anglosaj¨®n muy contestado en Madrid por las molestias a los vecinos y la ingesta disparatada de alcohol que implica. De hecho, la traducci¨®n de pub crawl viene a ser "gatear de bar en bar". Pero no hay que llamarse a enga?os: aunque se beba mucho, el crawl es sobre todo un asunto de hormonas. "Quiero una peque?a se?orita que sopla mi melena", anuncia uno de los turistas al gu¨ªa nada m¨¢s conocerlo. Los reunidos en Sol en torno a la estatua del Oso y el madro?o, punto de encuentro del tour, son tres alemanes y cuatro canadienses. De todos ellos, solo dos son mujeres y una de ellas est¨¢ emparejada. Nada sorprendente entonces que la se?orita soltera se convierta durante unas horas en la persona m¨¢s cortejada de Madrid. Para crear un poco de expectaci¨®n, adelantamos que esta noche encontrar¨¢ su gal¨¢n entre uno de los presentes: ?qui¨¦n ser¨¢?
El precio de la gira es de 14 euros con acceso a una hora de barra libre de sangr¨ªa y cerveza en el primer pub que vamos a visitar, un chupito de tequila en cada establecimiento y supuestos precios especiales en las copas. En los tr¨¢nsitos entre bar y bar, el gu¨ªa saca un porr¨®n lleno de vodka con el que abreva a los turistas para asegurarse de que la ma?ana del d¨ªa siguiente sea realmente inolvidable.
La ruta comienza a las 22.30 en bares de la zona de Huertas, concretamente en el Commo, donde nos marcan con una pegatina fluorescente y un sello. El arranque ya es algo confuso: hemos acudido al pub crawl publicitado en Internet por una compa?¨ªa de gu¨ªas; sin embargo, el gu¨ªa afirma trabajar para otra compa?¨ªa diferente. En cualquier caso, es un tipo incre¨ªblemente cool con melena afro que va siendo abrazado por todos los guiris borrachos de la zona. Parecen que no hay uno que no haya tenido su bautismo de fuego en Madrid con ¨¦l. Los componentes de la expedici¨®n son personajes variados. Oliver, uno de los canadienses, explica que su ruta europea empez¨® en Lisboa y que, despu¨¦s de Madrid, ir¨¢ a Londres para ver el boxeo en los Juegos Ol¨ªmpicos. "No me gusta el boxeo, pero es la ¨²nica entrada que quedaba", aclara tambale¨¢ndose al borde del KO. Entre hipidos intenta mejorar su castellano. Por ejemplo, quiere saber si cunnilingus en espa?ol se dice "pancho".
Otra canadiense cuenta que lo que m¨¢s le ha gustado de la capital son "los castillos de Madrid". Al ser preguntada por los castillos a los que se refiere, se toma un momento y responde que, por ejemplo, El Prado. Los alemanes no se entretienen en charletas. Prefieran ense?arle a todo el que quiera seguirles una simp¨¢tica forma de perder la consciencia, consistente en beber cervezas de tubo en un solo trago. Para probar que el sistema funciona, dos de ellos besar¨¢n la lona nada m¨¢s salir del segundo bar y volver¨¢n al hotel, entre ellos Daniel, un tipo tan alto que la gente se saca fotos junto a ¨¦l. "Quedan solo cinco minutos de barra libre. Come on, guys", jalea el gu¨ªa. A beber un poco m¨¢s.
A medida que avanza la noche todo se hace confuso y hay alg¨²n enfado de los componentes del tour por el precio de las bebidas. En un bar ofrecen la poco cre¨ªble oferta de dos cervezas por ocho euros. En otro, el ¨²ltimo de la noche, el barman explica que ¨¦l cobra lo mismo a los que vienen con o sin sello del tour. Y a todo esto, ?qu¨¦ pasa con la turista soltera? Para desesperaci¨®n del ¨²nico alem¨¢n que quedaba en juego, en el segundo bar ya estar¨¢ bailando reggaeton con el gu¨ªa. Despu¨¦s se despedir¨¢n discretamente. "Voy a acompa?arla un momento a su hotel", dice nuestro cicer¨®n con la chica de la mano. "Esperadme un momento, que ahora vuelvo". No parece aconsejable. Para ese momento el panorama es de destrucci¨®n total. Al palparse los bolsillos, 30 euros han desaparecido en copas. Parece ser que esto de los precios especiales no es tan interesante como promet¨ªa.
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