P¨¢nico insuperable
Triste y penosa situaci¨®n la de Conde. Claro que habr¨¢ muchos que piensen que se lo gan¨® a pulso
Javier Conde es otro torero tocado por la gracia de Dios; y no por su pellizco, sino porque figura en carteles de categor¨ªa cuando lo que merece es estar en su casa. No es justo que este hombre haga el pase¨ªllo en la feria de M¨¢laga, por muy malague?o que sea, mientras otros toreros, llenos de afici¨®n y aptitudes, se desesperan al lado de un tel¨¦fono mudo.
La gesta que ayer protagoniz¨® en la Malagueta no tiene m¨¢s que un nombre: p¨¢nico insuperable e incapacidad total y manifiesta para estar, siquiera, a la m¨ªnima altura de las circunstancias de los dos toros de bandera que le tocaron en suerte.
No se sabe si quiere, pero lo que est¨¢ claro es que no puede. Sus deseos parecen ir en una direcci¨®n, y es evidente que sus piernas van por la contraria. Y as¨ª no es posible.
El miedo es libre. Y respetable. Pero hay algo m¨¢s: el respeto que todo torero debe al p¨²blico, y, adem¨¢s, el sentido de la dignidad.
Castella y Talavante estuvieron? muy por debajo de sus toros
Por lo visto ayer, Javier Conde no est¨¢ para vestirse de luces. Pero no es eso lo m¨¢s grave: para lo que nunca debe estar un torero es para que se r¨ªan de ¨¦l. Todo, menos servir de choteo; todo, menos que el p¨²blico te tome a broma. Antes de llegar a eso hay que tener la valent¨ªa de colgar el traje de luces.
Triste y penosa situaci¨®n la suya. Claro que habr¨¢ muchos que piensen que se lo gan¨® a pulso.
Veamos: anunci¨® su estado de ¨¢nimo en los capotazos con los que recibi¨® al primero, ante el que fue incapaz de enjaretar una sola ver¨®nica. Acudi¨® el toro en la muleta con recorrido y nobleza exquisita, mientras el diestro daba todo un concierto de desbandada, fragilidad, temor y palidez. Estuvo siempre desbordado ante un animal con las fuerzas justas y la casta adecuada para no molestarlo. Y mientras el torero pasaba el mal rato, la gente, ¡ªsu gente¡ª estuvo m¨¢s pendiente de sus miedos que de su muy escasa decisi¨®n. Lo debi¨® pasar mal el torero ¡ªse supone¡ª, con la boca seca, el cerebro bloqueado y el eco cercano de los jocosos comentarios de desprecio.
JANDILLA/CONDE, CASTELLA, TALAVANTE
- Toros de Jandilla, bien presentados, blandos, mansones y muy nobles. Destacaron primero, tercero y cuarto.
- Javier Conde: dos pinchazos, ¡ªaviso¡ª pinchazo, tres descabellos y el toro se echa (pitos); media perpendicular (bronca).
- Sebasti¨¢n Castella: pinchazo, estocada ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n).
- Alejandro Talavante: estocada ¡ªaviso¡ª (oreja); estocada ¡ªaviso¡ª (oreja).
- Plaza de la Malagueta. 15 de agosto. Sexta corrida de feria. M¨¢s de media entrada.
Y sali¨® en cuarto lugar un toro mejor, nobil¨ªsimo, al que recibi¨® con cuatro ver¨®nicas y una media apretujadas que hac¨ªan so?ar un cambio de signo, y al que banderillearon primorosamente Jos¨¦ Antonio Trujillo y Oscar Reyes. Pero, qu¨¦ va¡ Ya se sabe que lo que no puede ser es imposible. Y no es posible que Conde olvide sus precauciones. Y desperdici¨® el buen son de ese toro que le ofreci¨® un gran pit¨®n derecho que no encontr¨® muleta decorosa y templada. Lo dicho: un hombre con buena estrella; tan buena como injusta.
Lo acompa?aban Sebasti¨¢n Castella y Alejandro Talavante, dos figuras deslumbrantes del toreo actual, que aburrieron soberanamente y permitieron que sus toros destacaran por encima de ambos.
El problema es que los dos realizan, ¡ªo, al menos, esa fue su lecci¨®n de ayer en la Malagueta¡ª un toreo anodino y vulgar, ventajista y alejado de todo clasicismo.
Castella es un torero industrial, carente de la m¨¢s m¨ªnima artesan¨ªa de la creatividad. Fue su actuaci¨®n un compendio de pases y m¨¢s pases, casi todos con la mano derecha, despegados, destemplados, sin hondura, sin gracia, y pre?ados, eso s¨ª, de aburrimiento. No fue su lote el mejor, tambi¨¦n es cierto, pero de su cach¨¦ se debe esperar algo m¨¢s.
Otro buen toro, noble y repetidor, le toc¨® en suerte en primer lugar a Talavante, y el torero permiti¨® que el animal le ganara la partida de principio a fin. Lo mulete¨® despegado, sin mando, al hilo del pit¨®n siempre, aprovechando todas las ventajas posibles, mientras el p¨²blico jaleaba la faena con un entusiasmo desmedido. Pero el toreo es otra cosa; es mando, ce?imiento, ligaz¨®n, cruzarse y cargar la suerte, y nada de eso entr¨® en el repertorio de Talavante. Le concedieron una oreja; sin duda, un injusto premio, porque el que estuvo bien fue el toro.
Hizo un esfuerzo en el sexto, un manso con clara tendencia a rajarse, y alcanz¨® momentos de brillantez, aunque, una vez m¨¢s, a la faena le falt¨® unidad de conjunto. Unas manoletinas finales enardecieron a los tendidos, y, aunque le pidieron las dos orejas, solo le concedieron una. Menos mal, pero el toreo est¨¢ como est¨¢, y a nadie le debe extra?ar que hoy se cante a los cuatro vientos una actuaci¨®n de Castella y Talavante por debajo de sus toros y que deber¨ªa servirles a ambos de profunda reflexi¨®n. As¨ª, no. Lo de Conde es otra historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.