Un anodino liderazgo
La corrida ofreci¨® posibilidades no aprovechadas por una terna a la que falt¨® el compromiso de las aut¨¦nticas figuras
No son pocos los que consideran a El Juli un l¨ªder de la torer¨ªa actual. Y seguro que le sobran condiciones para ello. Distinto es que quiera serlo y est¨¦ en condiciones de afrontar la responsabilidad que ello conlleva. Un l¨ªder debe ser protagonista de gestas memorables, y tratar de conducir la fiesta por los derroteros que la lleven a ser cada d¨ªa notici¨®n de primera p¨¢gina. Un l¨ªder debe aspirar a ser leyenda y aguantar la dureza que lleva consigo cambiar la faz de la tauromaquia, que es lo mismo que dar la vuelta al toro y a todas sus circunstancias.
Despu¨¦s de lo visto en M¨¢laga, ganan las dudas, cuando no la certeza absoluta de que El Juli es un torero m¨¢s, capacitado, sin duda, para ser un nombre de ¨¦poca, pero impregnado del conformismo imperante que ha llevado a la fiesta a la cuneta de la que no ser¨¢ f¨¢cil que pueda salir.
El Juli dio toda una lecci¨®n de toreo vulgar, impropio de su condici¨®n
Un l¨ªder debe llegar a M¨¢laga a acabar con el cuadro, con una verdadera corrida de toros, a torear como mandan los c¨¢nones y pasear en triunfo las orejas despu¨¦s de un par de lecciones magistrales en el ruedo. Pues, no. El Juli se present¨® en esta plaza ¡ªcomo es habitual en ¨¦l¡ª con dos perritoros, comod¨ªsimos de cabeza, muy justos de presencia, y, adem¨¢s, blandos y bonancibles, como para llev¨¢rselos a su casa. Y al primero, el mejor de los dos, lo tore¨® de manera tan burda, que produc¨ªa rubor. El animalito le permit¨ªa estar a gusto en su cara, acud¨ªa al cite con una nobleza exquisita, y el torero se limit¨® a actuar como un pegapases moderno, en un trasteo desordenado y destemplado, en una labor de tr¨¢mite, sin excesivas ganas, muy ventajista siempre, al hilo del pit¨®n y muy despegado.
As¨ª no se comporta un l¨ªder. A cubrir un expediente no se viene a M¨¢laga, que es plaza de primera y merece que las llamadas figuras se rompan de verdad. Justificado queda, si cabe, en el cuarto, deslucido, descastado y cad¨¢ver desde que sali¨® al ruedo con ¨¦l se dio al final del trasteo un risible arrim¨®n.
Fortes, valeroso, fue incapaz de redondear una tarde de enorme compromiso
Otro que tal baila es Talavante, que sabe torear de dulce, pero su ciencia se la guarda para otros momentos. Tampoco encontr¨® el sitio ni el gusto para conducir la noble embestida del segundo de la tarde, al que mulete¨® de forma acelerada y sin hondura, por debajo de las condiciones de su oponente. Fue la suya una faena espesa y chapucera. Mejor¨® ante el quinto, ante el que dibuj¨® un par de naturales largos que hicieron presagiar toreo del bueno, que no lleg¨® a consolidarse. Prefiri¨®, una vez m¨¢s, hacerlo al hilo del pit¨®n, despegado y con la suerte descargada.
Menuda papeleta tiene el joven Jim¨¦nez Fortes con tales maestros. M¨¢s le vale cerrar los ojos y dedicarse a ver v¨ªdeos de grandes toreros que le ense?en el toreo de verdad. Ayer debutaba en su feria malague?a y demostr¨® con creces que le sobra valor del bueno para aspirar a la condici¨®n de figura. Precisamente por su valor sin m¨¢cula le concedieron una oreja de su primero, un toro tan astifino como deslucido que lo busc¨® con sa?a y se lo ech¨® a los lomos en una espeluznante voltereta que pudo costarle un serio disgusto. No se asust¨® el chaval ¡ªal menos, esa fue la impresi¨®n que dio¡ª , y no le perdi¨® la cara a pesar de la mala casta del animal.
GARCIGRANDE/EL JULI, TALAVANTE, FORTES
- Toros de Garcigrande, muy justos de presentaci¨®n, mansos, blandos y descastados. Destacaron primero, segundo y quinto.
- El Juli: estocada trasera y ca¨ªda (ovaci¨®n); casi entera trasera y un descabello (ovaci¨®n).
- Alejandro Talavante: pinchazo, casi entera tendida y ladeada ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (ovaci¨®n); pinchazo, media ¡ªaviso¡ª (oreja).
- Jim¨¦nez Fortes: estocada (oreja); pinchazo y estocada ¡ªaviso¡ª y un descabello (ovaci¨®n).
- Plaza de la Malagueta. 16 de agosto. S¨¦ptima corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
En el sexto, m¨¢s noble y repetidor, demostr¨® que sus ense?anzas no son las mejores. Se coloca del mismo modo que El Juli y Talavante, y muletea en l¨ªnea recta, siempre hacia fuera, despegado y todas las ventajas. De tal manera, no se manda al toro, se pierde en hondura y se aburre sobremanera. Tanto es as¨ª que hasta la m¨²sica, tan generosa siempre, se cans¨® de tocar mientras el muchacho segu¨ªa toreando con escasa consistencia. Quiz¨¢ ¨¦l mismo no llegara a comprender por qu¨¦ su faena fue de m¨¢s a menos y result¨®, al final, larga y pesada; pero lo que pudo haber sido faena de triunfo se diluy¨® tristemente como un azucarillo.
Es justo rese?ar que manej¨® con gracia el capote en un par de hondas ver¨®nicas al sexto, y compiti¨® con El Juli en quites; este tambi¨¦n por ver¨®nicas, lo mejor de su anodina tarde, y Fortes, por templadas chicuelinas.
Los tres toreros se marcharon de la plaza por su propio pie. Inaudito. La corrida, desigual en todo, pero muy, muy manejable, ofreci¨® posibilidades no aprovechadas por una terna a la que falt¨® el compromiso de las aut¨¦nticas figuras. M¨¢s delito habr¨ªa que imputarle a El Juli, un aspirante a l¨ªder, as¨ª reconocido por muchos, que no fue m¨¢s que un torero anodino.
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