Acordes y disidencias
El luthier experimental Yuri Landman imparte un taller en Pontevedra
Yuri Landman es rubio, menudo y dan¨¦s. En febrero cumplir¨¢ cuarenta y todav¨ªa no sabe cuadrar un acorde con la mano izquierda. Y eso que lleva la mitad de su vida en la m¨²sica: ha tenido varias bandas, se sabe de memoria la lecci¨®n de John Cage y fabrica unos 400 instrumentos al a?o. Se los inventa ¨¦l, la mayor¨ªa de cuerda. Empez¨® con el prop¨®sito de hacerlos sonar hasta la ¨²ltima gota y acab¨® con el ¨¢tico repleto de trastos y despachando comandas de grupos como Half Japanese, The Dodos, Health o The Go! Team. Hay ya unos cuantos prebostes del ruido en su cartera de clientes, desde el guardaespaldas de J Mascis en Dinosaur Jr y comandante de Sebadoh, Lou Barlow, hasta el ilustre Lee Ranaldo, se?or de Sonic Youth. A¨²n as¨ª, el tipo tiene claro el titular: ¡°Odio a los guitarristas¡±.
En 2006 dej¨® de producir por encargo y se convirti¨® al credo de Ikea. Cogi¨® el Moodswinger que hab¨ªa hecho para los neoyorquinos Liars tras seis a?os de trabajo y docenas de prototipos, algo as¨ª como una guitarra de 12 cuerdas y tres puentes, uno de ellos m¨®vil, y lo recicl¨® en una versi¨®n barata y f¨¢cil de armar: el Home Swinger. Si quieres uno, olv¨ªdate de comprarlo. Tendr¨¢s que apuntarte a uno de los talleres que imparte por todo el mundo, pagar la matr¨ªcula y las piezas, que el luthier trae listas para ensamblar, y construirlo t¨² mismo. Solo te llevar¨¢ cuatro horas.
El sistema es est¨¢ndar. Tambi¨¦n se aplica al resto de las creaciones de Landman, como el Quickstep Kalimba, una r¨¦plica el¨¦ctrica, occidentalizada y personalizable del popular instrumento africano, o el Caterpillar Drum Guitar, un h¨ªbrido entre las mallet guitars de Glenn Branca, que se percuten con baquetas, y la slide guitar del country. En el curso que imparte esta semana en el Liceo Mutante de Pontevedra se pueden construir hasta cinco artilugios diferentes. Basta con prestar atenci¨®n, obedecer al maestro y saber empu?ar un destornillador. El m¨¢s barato, el peque?o Triochord, cuesta unos 30 euros. Si prefieres el genuino Home Swinger, tendr¨¢s que pagar sobre cinco veces m¨¢s.
Entre sus clientes est¨¢n Lou Barlowo Lee Ranaldo, de Sonic Youth
Santi Zubizarreta dice que merece la pena pasarse la tarde entre brocas y clavijas mientras la parroquia se solaza en el jard¨ªn del centro social, dos m¨²sicos de Unicornibot arman la reedici¨®n de su segundo disco en la sala de serigraf¨ªa y Luis, un vecino de la zona, da vueltas al cemento y parchea la entrada. El vigu¨¦s est¨¢ a punto de sacrificar su primera guitarra, una Accord hecha polvo que se compr¨® en Argentina hace ya casi una d¨¦cada, para llevarse a cambio una White Eagle Tailed Bridge Guitar. La suya le cost¨® 150 euros con amplificador y afinador, una ganga, y acaba de poner otros 100 para que le ense?en a destrozarla. Solo se salvar¨¢n la cabeza y el m¨¢stil.
La diferencia entre este dan¨¦s autodidacta y Harry Partch (1901-1974), creador de docenas de instrumentos en los a?os cincuenta, es el tama?o: aquellos, pioneros, eran enormes. Para que los suyos pesen menos de cinco kilos y no sea una tortura tocarlos, Landman aplica lo que aprendi¨® como dependiente de una tienda de c¨®mics, el abec¨¦ de la marqueter¨ªa, a lo que ley¨® en Genesis of a Music (1947), la biblia del norteamericano. Hoy s¨¢bado a las 21.30 se puede comprobar c¨®mo funciona el asunto. Tutor y pupilos tocar¨¢n en el Liceo Mutante con sus propias creaciones.
Para conseguir uno de sus instrumentos, hay que aprender a construirlos
Para Bismuth, el d¨²o que comparte con Arnold van der Velde, el luthier sigue inventando diabluras, pero para el resto del mundo ya s¨®lo ofrece media docena de modelos. A veces se salta la dieta y crea alguna pieza ¨²nica. Preciosidades como el Laces, con 12 pares de cuerdas cruzadas, o el imponente Electric Harmonic Canon que le hizo al artista brit¨¢nico Peter James Taylor. Puede llevarle horas, d¨ªas o incluso a?os redondear un artefacto. La matem¨¢tica es siempre la misma, cuesti¨®n de distancias, tensiones y octavas. Lo dif¨ªcil es dar con la forma y con los materiales.
El martes, en el autob¨²s de Vigo a Pontevedra, uno de sus alumnos le describi¨® un sonido. Landman acept¨® el reto, rumi¨® la idea, hizo un par de bocetos y al d¨ªa siguiente ya ten¨ªa el instrumento. Se parece al Home Swinger, pero tiene una manivela con ocho p¨²as que hacen vibrar las cuerdas al girar. Benjam¨ªn S¨¢nchez le ha puesto nombre a su nuevo artefacto, Dizzy Lizzy, aunque todav¨ªa no ha tenido tiempo de aprender a tocarlo. ¡°De eso ya no me encargo yo¡±, bromea el maestro. ¡°Yo hago el juguete, el resto es cosa suya. Los bater¨ªas suelen sacarle m¨¢s partido. Son m¨¢s libres que los guitarristas, que siempre buscan una progresi¨®n de acordes. Por eso los odio¡±.
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