Predicci¨®n postelectoral
Abierta la precampa?a, el candidato del PNV, I?igo Urkullu, se apresur¨® a tomar posiciones. En una primera comparecencia expres¨® su intenci¨®n de subir los impuestos. Es decir, de hacer exactamente lo que pretende el lehendakari L¨®pez. Esto supone asumir la pol¨ªtica fiscal del actual Gobierno: m¨¢s progresividad, defensa del llamado Estado del bienestar, suficiencia econ¨®mica (para el poder pol¨ªtico, claro, nada dijo de las familias) y la coletilla de que parte del dinero extra¨ªdo del sector privado ser¨¢ para reactivarlo. Resulta curiosa esta inclinaci¨®n reanimadora de los partidos socialdem¨®cratas: te extraen sangre con el fin de propinarte, acto seguido, una vigorizante transfusi¨®n.
Los modelos de gesti¨®n de PNV y PSE se superponen. S¨®lo hay un gran elemento diferenciador: la cuesti¨®n nacional. Esta sustenta la pugna entre ambas ¨¦lites pol¨ªticas, pero en un r¨¦gimen estatutario consolidado, cuando las huestes de la izquierda radical no solo no nos llaman traidores por pasar a cien metros de la bandera espa?ola, sino que gobiernan bajo ella sin accesos de urticaria, la cuesti¨®n nacional remite a las emociones y no a pol¨ªticas p¨²blicas. Donde se radicaliza la diferencia nacional, Partido Popular y EH Bildu, tambi¨¦n se radicaliza la diferencia ideol¨®gica. Esto disminuye el margen de ambos partidos para trabar alianzas despu¨¦s de las elecciones, entre s¨ª o con terceros, y refuerza el maridaje sobrevenido PNV-PSE.
En las redes sociales, muchos militantes del Partido Nacionalista, a la hora de manifestar su ideolog¨ªa, escriben ¡°EAJ/PNV¡±. En la orgullosa afirmaci¨®n habita melindrosa incertidumbre. Un partido es una cosa y una ideolog¨ªa es otra. Declarar que la ideolog¨ªa de uno es el partido significa no tener ideolog¨ªa al margen del pronunciamiento de la nomenclatura. El cambio del PNV sobre el aborto clausur¨® cualquier narc¨®tica ilusi¨®n de que mantuviera, siquiera vagamente, el pensamiento democristiano de Aguirre o Leizaola. Ante los muchos debates sociales que se avecinan en los pr¨®ximos a?os, no habr¨¢ manera de conocer la posici¨®n de un nacionalista hasta que el politbur¨® de Sabin Etxea, despu¨¦s de misteriosas deliberaciones, programe a su militancia.
Tras el previsible resultado electoral, la posibilidad de que PNV y PSE acuerden un programa de gobierno de inspiraci¨®n socialista son elevadas. Y la migraci¨®n del futuro exlehendakari L¨®pez a la pol¨ªtica estatal, donde al parecer cuenta con expectativas, eliminar¨ªa el ¨²nico gran escollo a esta operaci¨®n. Volver¨ªamos, tras un largo circunloquio, a los Gobiernos de coalici¨®n PNV-PSE. El PNV contar¨ªa con la Lehendakaritza y el control de los elementos simb¨®licos. Mientras que el programa de gobierno vendr¨ªa determinado por un perfil de izquierda, aceptado por una mayor¨ªa social eficazmente educada al respecto. Desde una perspectiva partidista, ambos salen ganando.
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