Una comedia c¨®mica con espol¨®n

Hay frases de aliento que repetimos autom¨¢ticamente, para conjurar los males, como ¡°Dios proveer¨¢¡±, ¡°Todo va a ir bien¡± o ¡°El a?o que viene ser¨¢ mejor¡±, la que da t¨ªtulo a esta comedia c¨ªtrica de cuadros e historietas breves que corri¨® de boca en boca durante su brev¨ªsima estancia en el Teatro Bellas Artes, en enero pasado. Siete meses despu¨¦s, con la econom¨ªa y el estado an¨ªmico general al borde de la depresi¨®n ante la perspectiva de una crisis de ciclo largo, sus humor¨ªsticos di¨¢logos suenan m¨¢s incisivos y perturbadores que entonces.

Sus protagonistas, cuatro treinta?eras cuyo estatus Moody¡¯s acaba de degradar de clase media a clase baja con perspectiva negativa, est¨¢n cansadas de no tener novio que echarse a la boca, de presentarse con su mejor sonrisa a castings para empleos con salarios contra¨ªdos y horarios dilatados, y de o¨ªrle decir ¡°Esto es lo que hay¡± a gente que en realidad est¨¢ pensando: ¡°J¨®dete¡±. Sobre un fondo dram¨¢tico, Carol L¨®pez, Marta Buchaca, Merc¨¦ Sarrias y Victoria Szpunberg, sus autoras, bordan con aguja afilada mil filigranas humor¨ªsticas, sin hacer sangre.

Ninguna otra comedia espa?ola ha suscitado esta temporada tanta unanimidad entre p¨²blico y cr¨ªtica: la gente se parte con las desventuras de estos personajes que la globalizaci¨®n neoliberal destin¨® a la secci¨®n de saldos (llevan una etiqueta colgando durante toda la funci¨®n, como si estuvieran en venta), encarnados por cuatro estupendas y compenetrad¨ªsimas actrices hasta ayer desconocidas. Ellas y Merc¨¨ Vila Godoy, la directora (otro hallazgo), miden el tempo c¨®mico a la mil¨¦sima y colocan los gags con la potencia de un lanzador ol¨ªmpico.

Las cuatro int¨¦rpretes tienen su aquel. Alba Florejachs es un fen¨®meno: tiene un pronto de cuidado, y una vis c¨®mica que, de exportarse, equilibrar¨ªa nuestra balanza de pagos de un plumazo. Vanessa Segura est¨¢ a la altura de su colega: los cara a cara que mantienen ambas son de traca. Neus Bernaus encarna con gracia y ternura certera a una mujer eternamente desamparada, que le pide explicaciones al destino en uno de los cuadros m¨¢s afilados de la comedia. Mireia P¨¤mies es el contrapunto de sus compa?eras: un viento ligero, un aceite que suaviza los goznes del reparto.

?Se puede pedir m¨¢s? Quiz¨¢ s¨ª: que las autoras hubieran intentado identificar, a la brechtiana manera, las fuerzas que alimentan la idea que ellas ponen en cuesti¨®n: que este es el mundo que nos ha tocado y que no hay otro. En la calle, tras la funci¨®n de noche del viernes, espectadores an¨®nimos saludaban con aplausos la salida de las actrices, quienes, al doblar la esquina, se encontraron a otro grupo que las vitoreaba desde la entrada de un bar.