Un buen final
La de Victorino Mart¨ªn era la corrida torista de la feria y no defraud¨®. Pudo ser mejor, desde luego, pero tuvo las dosis de emoci¨®n que han hecho famoso a este hierro. Desde el imposible segundo que envi¨® a Casta?o al hospital hasta el sensacional quinto que posibilit¨® el triunfo de Bol¨ªvar. Los dos pasando por el complicado lote de Urdiales.
Una tarde para h¨¦roes, para lo que significa ser torero, una figura que los tendidos admiren por su valent¨ªa, por su poder y por su forma bella de imponerse al fiero animal.
Ficha
VICTORINO / URDIALES, CASTA?O Y BOL?VAR
Seis toros de Victorino Mart¨ªn, bien presentados y de juego variado. El quinto destac¨® por bueno y el segundo por complicado. Diego Urdiales, estocada atravesada y tres descabellos (saludos tras aviso), estocada desprendida (vuelta) y estocada delantera (oreja). Javier Casta?o, pinchazo y estocada desprendida (ovaci¨®n). Luis Bol¨ªvar, pinchazo, estocada y dos descabellos (leves pitos) y estocada desprendida (oreja con petici¨®n de la segunda).
Saludaron en banderillas David Adalid y Javier Rodr¨ªguez, en el segundo.
Javier Casta?o s¨®lo lidi¨® un toro porque result¨® cogido en el segundo y fue trasladado a un hospital con contusiones en las costillas.
Plaza de Bilbao. 26 de agosto de 2012. Media entrada. ?ltima de las Corridas Generales.
Con los toros complicados hubo emoci¨®n, apuros, miedo por momentos y, sobre todo, inter¨¦s por lo que acontec¨ªa en el ruedo. La tensi¨®n se midi¨® en los aplausos, que casi nunca fueron palmas sino ovaciones de respeto y admiraci¨®n.
Cuando el quinto, de nombre Bostecito, segundo del lote de Bol¨ªvar era arrastrado por las mulillas se produjo una de las ovaciones m¨¢s sentidas de la Aste Nagusia. La afici¨®n estaba esperando un toro as¨ª, que se arrancase desde lejos y tomase la muleta por abajo, entregado y con la transmisi¨®n de la emoci¨®n que ten¨ªa cada derechazo.
Bol¨ªvar y Urdiales cortaron una oreja de una interesante corrida de Victorino
Bol¨ªvar se dio cuenta antes que nadie y lo brind¨® al p¨²blico. En el complicado primero hab¨ªa naufragado, pero en este se puso a distancia y corri¨® la mano con destreza para completar dos tandas de derechazos buenos. La faena baj¨® al natural, pero la plaza ya se hab¨ªa entregado.
El quinto fue el bueno, pero los hubo malos, como el segundo, que tir¨® cornadas al pecho desde que Javier Casta?o lo salud¨® de capa. En los derechazos midi¨® siempre al torero, que trago quina antes de coger la muleta con la izquierda; ya sab¨ªa que no ten¨ªa un pase, pero Casta?o tuvo el orgullo de citarlo al natural y el Victorino no perdon¨®. Voltereta y cogida que acab¨® con el castellano en la enfermer¨ªa despu¨¦s de cumplir con la espada.
Casta?o no pudo volver al ruedo y Urdiales tuvo que matar tres victorinos. Complicados, de los de jugarse la vida de verdad. De los de llegar a la habitaci¨®n rendido, reventado por el esfuerzo. En el primero pudo respirar algo m¨¢s, porque el animal tuvo momentos de entrega, pero el de Arnedo dio dos tandas de naturales en el sexto en las que se jug¨® la vida en cada muletazo. Un natural de aquellos vale por treinta de los de otros d¨ªas, de esos que estilan las figuras. Ayer nadie se puso bonito, ayer se jugaron la vida en faenas de importancia. Un a?o m¨¢s Urdiales toca pelo en Bilbao y fue despedido aclamado por sus tres faenas en las que se arrim¨® con valor y supo recetar derechazos templados como hizo en el cuarto.
A los tendidos llega esta verdad, la forma en que se ovacion¨® a los toreros es la esencia de la fiesta. Cuando cruzaron el ruedo en su despedida, la del cierre de las Corridas Generales de este a?o, la afici¨®n les aplaudi¨® con todas sus fuerzas. Admirados como h¨¦roes, que es en definitiva lo que significa vestirse de luces.
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