Djibi, sin papeles y hemipl¨¦jico, espera en Vigo la soluci¨®n del Sergas
Precisa asistencia m¨¦dica y humanitaria, pero no tiene pasaporte ni nada que le acredite
Djibi tiene 35 a?os e ingres¨® en la planta de neurolog¨ªa del Hospital Xeral de Vigo el pasado d¨ªa 4, con hemiplej¨ªa, una rareza a su edad. La embolia que se la caus¨® tambi¨¦n le ha afectado el habla, apenas sabe unas palabras en castellano. Precisa asistencia m¨¦dica ¡ªun estudio cardiogr¨¢fico, rehabilitaci¨®n¡ª y humanitaria, pero no tiene pasaporte ni nada que le acredite, aunque ya ha pasado por un centro de inmigrantes y la misma c¨¢rcel. No tiene permiso de residencia ni tarjeta sanitaria. A Vigo lleg¨® 10 d¨ªas antes de su internamiento con un amigo, Gueye, convocados ambos por otro conocido. Comparten habitaci¨®n en un piso-patera. Una esforzada trabajadora social, Alba Portabales, buscando un punto de apoyo para Djibi, la acreditaci¨®n de su identidad en la ca¨®tica coyuntura actual de reorganizaci¨®n de la asistencia sanitaria, ha ido encontrando una salida de m¨ªnimos y retazos de su atroz odisea, desde que lleg¨® en patera a Tenerife en 2008.
En el centro de inmigrantes en que estuvo acogido no queda ning¨²n rastro suyo. Ha vivido sobre todo en Madrid, de la venta ambulante, como trataba de hacer en Vigo. Este mismo a?o consigui¨® la plena libertad tras sufrir una condena ¡ªno se sabe por qu¨¦ ni de cu¨¢nto tiempo¡ª en la prisi¨®n de Alcal¨¢-Meco, donde, para salir del paso, facilitaron a Portabales un NIE (n¨²mero de identificaci¨®n de extranjeros) y un n¨²mero de la Seguridad Social... que resultaron absolutamente inoperativos: Djibi ya casi es Nadie.
En la embajada de Senegal requieren, para hacerle un pasaporte, que pase por Madrid. La indesmayable Portabales no se rinde. Contacta con varias ONG para recabar opciones de atenci¨®n al inmigrante, con la fat¨ªdica fecha del 1 de septiembre, en que perder¨¢ todos los derechos sanitarios, se ech¨¢ndose encima. En Misioneros del Silencio, en Teis, rechazan su ingreso en la residencia del centro por no poseer recursos para su cuidado. Mamadou Cissokho, que dice ser pariente lejano suyo, llegado de Madrid para interesarse por su situaci¨®n, anticipa que no puede acogerlo en su casa y plantea llevarlo a un centro de Madrid, donde le podr¨¢n visitar y ayudar m¨¢s amigos. Portabales consigue, a su vez, un compromiso de la asociaci¨®n Alento de da?o cerebral: evaluar¨¢n la posibilidad de que acuda a su centro de d¨ªa para hacer fisioterapia y logopedia (no hay opciones residenciales), suficiente para que los Misioneros de Teis se prestan a facilitarle una plaza en la residencia.
Le plantean a Djibi esas opciones ¡ªun centro en Madrid, a¨²n sin concretar, o los Misioneros de Teis¡ª y ¨¦l responde que solo quiere irse a su casa, con Gueye. ¡°No sabemos hasta qu¨¦ punto entendemos / entiende lo que se le dice¡±, apunta la esforzada Portabales. Finalmente, parece que Djibi acepta la opci¨®n de los Misioneros del Silencio. Pero necesita acompa?amiento, entre la residencia de Teis y los locales de Alento. Su amigo Gueye no puede (tiene que ir por las ferias para ganar su subsistencia) y no hay ning¨²n otro apoyo. En la Cruz Roja creen que pueden encontrar un voluntario para esa tarea utilizando su furgoneta adaptada o, si no, en autob¨²s. En C¨¢ritas aceptar facilitarle una tarjeta para el bus. Todo parece encarrilado, gracias a Portabales, para cuando le den el alta en el hospital.
Gueye tambi¨¦n consigui¨® contactar con la familia ¡ªpadres y 13 hermanos¡ª que Djibi dej¨® en Senegal: tampoco pueden hacer nada, salvo participar en la angustia, que la distancia acent¨²a.
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