Catalina y la cisma de Inglaterra
Ernesto Arias lleva a escena un vibrante montaje de 'Enrique VIII', tragedia que enfrenta a una reina abnegada con un rey inflexible y arrogante
A pesar de su t¨ªtulo, que nos hace pensar en un protagonista ¨²nico de la estatura dram¨¢tica de Lear o de Hamlet, Enrique VIII es una hermosa tragedia coral en la que el testigo de la acci¨®n corre como si quemara las manos de cuantos lo tocan. El eje de la primera parte es el cardenal Wolsey, consejero privado del rey que hace y deshace a su antojo, fr¨ªe a impuestos a sus vasallos para sufragar recientes gastos superfluos (l¨¢stima que esta versi¨®n se salte detalles en los que resuena con claridad nuestra actualidad inmediata) y se cura en salud en p¨²blico cuando declara que el bien del Estado le impele a hacer lo que no desea.
El equipo de Ernesto Arias, director de este montaje (estrenado en el reconstruido Globe cuatro siglos despu¨¦s de que se presentara all¨ª la producci¨®n original), reproduce en la sala verde de los Teatros del Canal el escenario del teatro londinense y conduce la representaci¨®n entera con la luz de sala encendida, como suced¨ªa hasta hace un siglo, de modo que todos nos vemos las caras y formamos parte del espect¨¢culo. En el primer acto sobran mascaradas y bailes vestidos y ejecutados sin demasiado arte, y una decisi¨®n del director, que introduce al conde de Buckingham, preso en ese momento en la torre de Londres, en la escena donde Shakespeare hace que sea calumniado en su ausencia, lo que pone a sus int¨¦rpretes en dif¨ªcil tesitura, pues la l¨®gica de lo que sus personajes dicen no se corresponde con la de las nuevas circunstancias (el mentiroso no hablar¨ªa as¨ª en presencia de su v¨ªctima, que se ve obligada a defenderse a voz en grito).
Enrique VIII
No acababan los actores de encontrar su camino en la noche del estreno cuando, reci¨¦n comenzado el proceso que Enrique VIII y su corte abren contra Catalina de Arag¨®n, su esposa, sali¨® la reina (Elena Gonz¨¢lez), tom¨® la palabra, galvaniz¨® la atenci¨®n del p¨²blico y coloc¨® la funci¨®n en su sitio exacto. A partir de ese mon¨®logo suyo cargado de raz¨®n, desglosado frente a una acusaci¨®n omnipotente y sibilina y ante un juez parcial, todo fue como un tiro. La reina, viva alegor¨ªa de la dignidad sostenida frente a la adversidad extrema, es uno de los grandes personajes femeninos de Shakespeare, y la interpretaci¨®n de la actriz, un manantial de matices renovado a cada instante. El Enrique VIII de Fernando Gil tiene desde ah¨ª unos arranques de c¨®lera aut¨¦nticamente temibles frente a su mujer y a sus consejeros, y el resto del elenco asume su parte con absoluta eficacia. El Wolsey de Jes¨²s Fuente, bendecidos personaje e int¨¦rprete con el don de la elocuencia, completa un terceto protag¨®nico equilibrado y brillante.
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