La hoguera de la venganza
La desaparici¨®n de Ruth y Jos¨¦ se torna en un s¨¢dico ejemplo de violencia machista
Los informes de dos antrop¨®logos han permitido dar sentido a la terrible secuencia que pudo llevar a la desaparici¨®n de Ruth y Jos¨¦. Los diminutos restos ¨®seos y dentales que fueron hallados entre los rescoldos de una hoguera, en la misma finca de Las Quemadillas (C¨®rdoba) en la que se pierde todo rastro de los ni?os, hace pensar que su padre, Jos¨¦ Bret¨®n, pudo asesinarlos all¨ª el 8 de octubre. Solo unas pocas horas antes de que denunciara su desaparici¨®n en un parque de la otra punta de la ciudad.
En un principio, los huesos fueron inexplicablemente atribuidos a animales. El error ha prolongado la investigaci¨®n casi once meses m¨¢s. Este tiempo le ha servido a Bret¨®n para enrocarse, con ligeras variantes, en su primera versi¨®n de los hechos: que perdi¨® a sus hijos en el parque Cruz Conde. Por su parte, la polic¨ªa y el juez de instrucci¨®n han invertido estos meses no solo en buscar a los peque?os, sino en desmontar rengl¨®n a rengl¨®n las sucesivas explicaciones del padre.
Las c¨¢maras de seguridad que cazaron los recorridos que Bret¨®n hizo en su coche el 8 de octubre, adem¨¢s del rastro de llamadas, mensajes y localizaciones geogr¨¢ficas que dej¨® su iPhone y las versiones contradictorios e inveros¨ªmiles dadas por el procesado, terminaron de convencer al togado y a la polic¨ªa de que los ni?os jam¨¢s llegaron al parque.
La madre de los ni?os, Ruth Ortiz, tampoco crey¨® nunca a su marido. El 15 de septiembre le dijo que iba a separarse de ¨¦l y, 22 d¨ªas despu¨¦s, Bret¨®n perd¨ªa a sus hijos en extra?as circunstancias. Esa misma noche, Ruth le denunciar¨ªa por malos tratos. Para los investigadores y el juez, el m¨®vil de la venganza en un marco de violencia de g¨¦nero estaba claro. Pero segu¨ªan sin responder a la pregunta primordial: qu¨¦ le pas¨® a los ni?os.
La clave de todo el caso se ha escondido siempre en Las Quemadillas. Y, concretamente, en los restos de aquel fuego donde, poco despu¨¦s de la desaparici¨®n, se encontraron multitud de peque?os huesos y algunos dientes. Los ¨²nicos momentos en los que Bret¨®n pareci¨® a punto de derrotarse ocurrieron en octubre y siempre cerca de las cenizas.
Nueve d¨ªas despu¨¦s de que desapareciesen sus hijos, Jos¨¦ Bret¨®n regres¨® a Las Quemadillas. Todav¨ªa no estaba detenido, pero los agentes de polic¨ªa que le acompa?aban constantemente, as¨ª como el resto de los investigadores, ya cre¨ªan que hab¨ªa podido asesinar all¨ª mismo a los peque?os Ruth y Jos¨¦ el 8 de octubre.
Nada m¨¢s cruzar el umbral de la finca, Bret¨®n se dirigi¨® al naranjal en el que hizo el fuego. Seg¨²n recogen los atestados, un agente se par¨® ante las cenizas. Sobre los restos fr¨ªos de las brasas, el polic¨ªa inquiri¨® al progenitor si ese fuego le tra¨ªa alg¨²n recuerdo. A Bret¨®n le cambi¨® el semblante y agach¨® la cabeza sin decir nada. El agente insisti¨®: "S¨¦ valiente, si ya no hay remedio, si puedes mitigar el dolor de muchas personas, dilo". Bret¨®n segu¨ªa callado. "?Est¨¢n aqu¨ª en la finca los ni?os?". Bret¨®n se limit¨® a decir: "Cerca".
No a?adi¨® nada m¨¢s. El padre de Ruth y Jos¨¦ entr¨® en el interior de una de las dos casas de la finca, se sent¨® en el sof¨¢, se puso las manos en la cabeza y la agach¨®. Mudo. Los polic¨ªas que le observaban le preguntaron si quer¨ªa ir a comisar¨ªa para prestar una nueva declaraci¨®n. No se opuso. Y a?adi¨®: "Detenerme ya". Esa noche del 17 de octubre, Bret¨®n durmi¨® en el calabozo, acusado de la desaparici¨®n forzosa de sus hijos. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, ingresar¨ªa en prisi¨®n preventiva.
El detenido, imputado y procesado por la desaparici¨®n forzosa de sus hijos y simulaci¨®n de delito, no volvi¨® a dar se?ales de flaqueza. Se encastill¨® en la coartada que desde un primer momento hab¨ªa esgrimido. Incluso se envalenton¨® en los interrogatorios ante el juez, enfrent¨¢ndose a ¨¦l y ech¨¢ndole en cara que, m¨¢s all¨¢ de los indicios, no ten¨ªa pruebas reales con las que acusarle. Y en la veintena de veces que ha regresado a la finca, jam¨¢s renque¨® de nuevo. Siempre ha permanecido hier¨¢tico e inflexible. "Los ni?os no est¨¢n aqu¨ª pero, si me sueltan, los encontrar¨¦", ha repetido como un mantra.
Tratando de encajar todas las piezas, magistrado e investigadores llegaron a suponer que el acusado pod¨ªa haber sembrado de pistas falsas el supuesto escenario del crimen. Una hoguera que despistara a los agentes, movimientos extra?os en torno a unas bolsas de basura que arroj¨® en esas horas, inquietantes cajas de tranquilizantes vac¨ªas de las que siempre se sospech¨®.
Los dos nuevos estudios que identifican los huesos y dientes con los de ni?os de edades coincidentes a Ruth y a Jos¨¦, tambi¨¦n permitir¨ªan dar sentido a esas dos cajas de Orfidal y Motiv¨¢n encontradas en la parcela. Las pastillas que Bret¨®n compr¨® en una farmacia el 27 de septiembre nunca se encontraron y existe la sospecha de que pudo haberlas utilizado contra sus hijos.
Los medicamentos no han aparecido, pero s¨ª las recetas m¨¦dicas. Fue el 12 de octubre, en el piso de los padres de Bret¨®n. Los polic¨ªas que participaban en el registro vieron c¨®mo el sospechoso se puso en tensi¨®n al preguntarle por los f¨¢rmacos. "Pareci¨® claro que esa receta le hab¨ªa puesto muy nervioso, aunque ¨¦l trat¨® de disimularlo. Le grit¨® a su madre y la mujer se sent¨® en el sill¨®n y ya no dijo nada m¨¢s (¡) El padre estaba sentado cabizbajo todo el tiempo. A su hermano Rafael tambi¨¦n le grit¨® y este se qued¨® como acobardado. Parec¨ªa que Jos¨¦ era quien dominaba al resto de su familia", describen los agentes en sus informes.
Casi 11 meses despu¨¦s de aquella escena, los restos ¨®seos ahora identificados hacen tambalear los cimientos de la tesis con la que Bret¨®n trat¨® de convencer a la polic¨ªa, al juez y a su familia. Pero tambi¨¦n simplifican el caso hasta su ADN: una venganza brutal, otro ejemplo salvaje, retorcido y cruel de violencia machista.
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