?pera sin preservativos

Hace falta echarle mucho valor para sacar adelante con dignidad un espect¨¢culo como Viva Verdi. Gustavo Tambascio es un mago en este tipo de apuestas y ya hizo diabluras desplegando una imaginaci¨®n delirante, con presupuestos no precisamente boyantes, en t¨ªtulos tan complicados como Lulu, de Alban Berg, en Manaus o, por no irnos tan lejos, en La Partenope, de Vinci, en N¨¢poles. Pero lo de ayer era ya rizar el rizo de lanzarse al vac¨ªo sin paraca¨ªdas. Con una pianista en lugar de una orquesta de fuste, con un elenco de cantantes j¨®venes y, en fin, con un programa ¨ªntegramente dedicado a Verdi, un autor que se las trae en dificultades.

Pod¨ªa haberse titulado La ¨®pera de perra gorda por los medios econ¨®micos, pero Tambascio ¡ªel Alberto Contador del mundo l¨ªrico¡ª no se ha echado atr¨¢s y ha enlazado una serie de escenas verdianas a cual m¨¢s complicada, con una contextualizaci¨®n del lado patri¨®tico y vital del compositor, y con una escenograf¨ªa no por sencilla menos sugerente. Se apoya en pasajes literarios de Leopardi, Shakespeare, Victor Hugo, Garc¨ªa Guti¨¦rrez o el propio Tambascio. Adem¨¢s, hay continuamente destellos teatrales en los cantantes y un peso importante en la ligaz¨®n del espect¨¢culo con la actriz Nerea Moreno, que a?ade ese elemento complementario para que la velada tenga una componente did¨¢ctica adem¨¢s de musical.

Lo grandioso, en cualquier caso, es la m¨²sica de Verdi, que cinco cantantes con limitaciones defienden como si les fuese en ello la vida, transmitiendo credibilidad y pasi¨®n a pesar de alg¨²n fallo t¨¦cnico. Al piano, Celsa Tamayo los arropa como puede y sale airosa del desaf¨ªo. Viva Verdi es un espect¨¢culo hecho con la cabeza y con las tripas, una muestra de la ¨®pera a pelo, en estado primario, sin estiramientos ni preservativos. Tambascio ¡ªqu¨¦ gran talento, m¨ªnimamente aprovechado en Espa?a¡ª ha vuelto a realizar uno de sus milagros esc¨¦nico-conceptuales. Es un santo, este hombre.